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La campaña que quiere combatir el “machismo de pasillo” desde dentro de la Administración regional

Campaña contra el machismo

Francisca Bravo Miranda

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Con motivo del 25 de noviembre, Día contra las Violencias Machistas, las Unidades de Género de las consejerías de Bienestar Social y Sanidad lanzaron la campaña 'Consejerías + libres de machismos cotidianos', una iniciativa que contó con la asesoría de la asociación Trabe, la adjudicataría de la asistencia técnica puesta en marcha hace ya dos años por la consejería de Igualdad para impulsar una administración más igualitaria y libre de machismo. Beatriz Esteban, de la asociación, explica que se planteó la campaña para contribuir a la sensibilización contra lo que llama “machismos cotidianos” en el entorno de trabajo de la Administración regional.

Se eligió Bienestar Social y Sanidad al ser consejerías “muy feminizadas”, con mucho personal femenino, en las que ya habían recibido 'feedback' de los “típicos comentarios de machismo de pasillo”. “Queríamos hacer algo diferente, porque una parte de la violencia machista es, por así decirlo, simbólica, pero que no deja de tener un fuerte contenido estructural, es algo que nos pasa a todas las mujeres y que hemos vivido a través de bromas, comentarios y humor que muchas veces consideramos sin importancia pero que, al final, genera malestar entre las mujeres”, explica.

“Lo que veíamos era que las mujeres afectadas se preguntan por qué se han quedado calladas, o por qué han decidido aguantar este tipo de comentarios”, explica. La campaña comenzó con un e-mail de difusión para contribuir contra los llamados 'micromachismos' o machismos cotidianos, en el que pedían a las mujeres trabajadoras que contaran sus experiencias a través d eun buzón físico, con un carácter más bien simbólico en el hall de las consejerías, y también uno virtual.

Las experiencias que recibieron fueron de todo tipo, señala Beatriz. En gran parte, relacionadas con cambios de puesto, pero también recibieron distintos testimonios explicando experiencias vividas con comentarios respecto al cuerpo o al físico de las mujeres. “Algo que parecía muy habitual”, señala la experta. La campaña pedía a las mujeres que reflexionaran acerca de cómo se sentían o cómo habían reaccionado ante estas situaciones. “La mayoría nos explicaran que se sentían frustradas, impotentes, o con vergüenza por haber vivido estas situaciones que, finalmente, no eran isladas, sino muy habituales”.

A partir de los testimonios se realizó un folleto en el que se recogían los testimonios que más se repetían, a lo que sumaron carteles que se pegaron repitiendo el lema de la campaña. “Es una manera de explicar que el machismo está en todas partes, que no sólo somos las mujeres las que recibimos estos comentarios, sino que en realidad así participamos de la estructura de la administración pública. Finalmente, por ley, dentro de la administración no puede haber machismo o desigualdad”, señala.

“¿Así de cuqui ibas?”

Al principio, reconoce, que no hubo demasiada participación, principalmente porque no se identificaba el machismo. “La idea era que el personal fuese consciente de los machismos que se daban”, recalca. Finalmente, se recogió una veintena de testimonios, un resultado “estupendo” de la campaña. Además, explica que la iniciativa tuvo una gran recepción, ya que se considera que ha generado oportunidades de poder hablarlo en los mismos espacios de trabajo, en un tono “más distendido”, pero también para alertarse entre los propios trabajadores.

Beatriz también resalta el papel que han cumplido las secretarías generales de ambas consejerías, que se han implicado “muchísimo”, para facilitar espacios y dar difusión.

El folleto recoge comentarios como “¿Así de cuqui ibas a trabajar a los pueblos? Porque ya me imagino yo que la gente estaría encantada de que la atendieras, ¿eh? Jeje”; “Tan mona, tan apañada y sin novio. ¡Hay que ver!”; “¡Anda, pues estás muy formada para lo joven que eres”; “¡Qué bobada tener que cambiar el lenguaje de ese formulario! Ahora con la COVID hay cosas más urgentes e importantes que la igualdad”. Pero también otros como “ ¿Y eso? ¿Le pasa algo a tu mujer?”, cuando un trabajador señala que debe ausentarse para llevar a su hijo al pediatra. Todos con la sentencia: “Esto es micromachismo”, escrito debajo.

También se explica por qué algunas frases son machismo. Por ejemplo: “¡Ella se tiene que venir conmigo a mi Dirección General ¡Como que te voy a dejar que me la quites! ¡Esta es mía!”. En este sentido, se señala que es machista porque “las mujeres no son posesión ni pertenencia de nadie”. En otro caso, “esta consejería está llena de malfolladas”, se señala que es machismo, porque “cosifica a las mujeres”. También se cita un testimonio, “me he sentido deslegitimada y no reconocida por compañeros de mi servicio. Parece que cuando eres una mujer joven y ocupas una posición de poder esto puede resultar problemático”, en el que se explica que “la tendencia a cuestionar o deslegitimar las capacidades profesionales de las mujeres por el simple hecho de serlo supone un machismo cotidiano: infantilización”. El folleto termina explicando que existe un mito muy importante todavía por derribar: que el machismo es sólo cosa de hombres.

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