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Josefa, tras recibir la vacuna contra la COVID: “No duele nada... de alguna manera hay que salir de esto”

Pepi, usuaria en la residencia de mayores 'Los Olmos' de Guadalajara

Fidel Manjavacas

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“En la residencia he dicho que cuando me den permiso me voy a poner unas playeras y me van a pillar en Santander si me da por tirar para el norte, o en Valencia si es para el este”. Con esta vitalidad ha recibido Josefa, otra de las personas que vive en la residencia de Los Olmos (Guadalajara), la vacuna contra la COVID-19. Se encuentra bien, como los compañeros y compañeras que tiene en este centro y a quienes ve “animados y bien de salud” tras haber recibido la primera dosis de la vacuna -28 días después reciben la segunda-.

Durante el pinchazo de la vacuna de Pfizer - BioNTech afirma que su pensamiento era que esta le “cayera bien”. “Le decía a la enfermera que no me hiciese daño pero ni me enteré. Con la gripe me he puesto todo lo que había que ponerse y nunca me ha pasado nada, por lo que con esta he estado con confianza y tranquila”, explica Josefa, que remarca que todo ha ido “bien” en esta residencia en la que se han inoculado las primeras vacunas en el país, la de la residente Araceli Rosario Hidalgo y la de Mónica Tapias, auxiliar de Enfermería en este centro.

En una conversación con este medio, Josefa apunta que en esta residencia “siempre han tenido la esperanza” de que arrancara este proceso de vacunación con el que se pretende inmunizar a la población contra un virus que, subraya, le ha hecho vivir “el peor” de sus 85 años de vida -ocho de ellos viviendo en 'Los Olmos'-. “De alguna manera hay que salir de esto. No pasa absolutamente nada y no duele nada. Estamos con la esperanza de que todo salga fenomenal, todo el mundo está muy animado”, añade sobre las sensaciones que transmiten los residentes vacunados.

“No poder salir a ver a los familiares y abrazarlos ha sido durísimo”

Josefa, natural de Madrid, nació poco más de un año antes del inicio de la Guerra Civil (el 23 de mayo de 1935): “Era pequeña y gracias a Dios no nos faltaba. La peor época que he vivido es este año de incertidumbre, de pesadilla, de no poder salir a ver a los familiares y abrazarlos. Eso ha sido durísimo”, recuerda al tiempo que menciona que la última vez que pudo estar con su familia fue el pasado mes de agosto, aunque resalta que han podido mantener un contacto continuo mediante vídeollamadas.

“Lo ha vivido -la pandemia- 50 veces peor que yo”, comenta sobre cómo ha afrontado esta separación física por la pandemia su única hija. “A cada momento con vídeollamadas y yo le decía: 'Hija, que estoy fenomenal, no estoy angustiada y no me duele nada, pero ella machaca que machaca'”, señala entre risas Josefa, que ha podido compartir también algunos momentos de esta Navidad con ella a través de Internet, “tomando incluso un bocadito, ella en su mesa y yo aquí”.

Al 2021 le pide “todo lo mejor”. “Pero como nunca se cumplen nuestros deseos pues que sea lo que Dios quiera. Con lo que venga nos tenemos que aguantar”, destaca con serenidad, que muestra su entusiasmo por poder volver a viajar mientras recuerda algunos de los lugares en los que ha estado fuera de España, como Inglaterra o Portugal. “¡Uy que sí tengo ganas! -de salir a la calle-, exclama Pepi, como le llaman también en esta residencia, que remarca eso sí que no se ha atrevido de momento a ”cruzar el Atlántico“.

A la espera de la vacuna: abuelos y abuelas de la pandemia con la esperanza de volver a reunirse con sus familiares

Antes de esta conversación con Josefa, hablamos también con varios abuelos y abuelas de Castilla-La Mancha, sobre cómo han vivido este año 2020 y las dificultades para ver a sus nietos y nietas, de la inédita Navidad que están viviendo o de la esperanza que albergan con el inicio de este proceso de vacunación del que todavía no han sido partícipes pero que esperan “sin miedo” y con la “precaución” que hemos de mantener mientras exista riesgo de contagio.

Josefa y Ángeles, dos vecinas de Las Pedroñeras (Cuenca), comentan que este año no han querido reunirse con sus nietos y nietas en Nochubuena, al igual que van a hacer en Nochevieja. Tras un año “casi encerradas”, aguardan a volver reunirse con todos ellos “con normalidad cuando llegue la vacuna”. Sí han tenido la oportunidad de verlos en este año pero “con precaución, con distancia y mascarilla”, un tipo de encuentro que esperan normalizar en los próximos meses.

“Salimos a comprar un poco y volvemos a nuestras casas”, explican en un charla con este medio en la que afirman ver “con esperanza” la llegada de la vacuna “aunque con un poco de miedo”. “Nos la tenemos que poner, morir de esa cosa -la COVID-19- tiene que ser muy mala”, acuerdan ambas sobre este proceso que arranca en un 2020 que “ojalá acabe” y deje paso a un 2021 “que empiece mejor” de lo que ha sido este. “Que haya salud y trabajo”, piden ambas como deseo para el nuevo año.

Terminar con este “trauma” y celebrar “todo lo que ha quedado pendiente”

De su lado, Matilde, enfermera de psiquiatría en Albacete, también tiene claro que se pondrá esta vacuna, como personal sanitario y por su edad -62 años-, que espera que “sea efectiva”. “El 2020 ha sido un año distinto en mis 62 años vividos. Esta última etapa de mi vida laboral la he pasado si no en primera línea, en segunda, pero trabajando en contacto con el coronavirus”, remarca Matilde, que asevera que el confinamiento fue “duro” porque vive sola y únicamente salía de su hogar “para trabajar”. “Esta Navidad me he reunido con mis nietas, pero puntualmente y durante poco tiempo y con distancia”, recalca la profesional sanitaria.

Sobre sus deseos para 2021, confía en que “este trauma en el que nos hemos sumergido toda la población mundial se pueda superar porque nos hemos convertido en ermitaños y tenemos miedo”. “La nueva normalidad va a consistir en protegernos mucho más que antes. Lo que sí que espero es que las familias nos podamos volver a reunir y celebrar todo lo que nos ha quedado pendiente. También deseo que podamos realizar todos los viajes que teníamos planeados, porque ahora somos más conscientes de que la vida es corta y hay que aprovechar el día a día y hacer lo que siempre hemos soñado hacer”, añade Matilde.

Como voluntario se ofrece incluso Manuel, otro vecino de Las Pedroñeras, que asevera que no tiene “miedo” a la vacuna porque “la hacen con el objetivo de mejorar” la situación de incertidumbre en la que nos sumerge la pandemia. “Llevamos ya nueve largos meses. Espero que en 2021 nos podamos quitar la mascarilla, llevo todos los días las gafas empañadas”, bromea también Manuel, que vive, como todos, una Navidad diferente, con precaución para reunirse con sus seres queridos y con la esperanza ante el inicio del proceso de vacunación.

“Lo hemos pasado bien. No hemos tenido afectados. No salimos durante el confinamiento y luego hemos ido saliendo lo justo, haciendo vida normal sin salir de casa”, relata sobre estos meses de pandemia. La pasada Nochebuena compartió mesa con su mujer, sus dos hijos, la mujer de uno de ellos y su nieta. Seis en total. En Nochevieja serán “menos todavía” porque uno de sus hijos cenará en la casa de sus suegros. Continuarán tomando las medidas preventivas que ya nos hemos incorporado a nuestras vidas durante este año y que, con la llegada de la inmunidad colectiva, podríamos abandonar en un futuro próximo.

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