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'Jugando a las casitas con Emily Dickinson' o hacer poesía mientras ves crecer a tu hija

'Jugando a las casitas con Emily Dickinson' (Mochuelo Libros)

Fidel Manjavacas

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Durante casi dos décadas, el escritor y pensador Federico de Arce estuvo guardando notas con muchas de las preguntas que le hacía su hija mientras descubría el mundo desde su niñez . Cuestiones que transportaban al propio autor a su infancia y que abarcan los descubrimientos que hacía Carmen -su hija- en la casa de campo en la que creció, donde jugaba con los animales del monte o los pájaros e insectos del patio. Una época que ahora se refleja, en forma de poesía, en su nuevo libro: 'Jugando a las casitas con Emily Dickinson' (Mochuelo Libros).

“¿El mundo ya estaba aquí antes de que llegara yo?”, recordó risueño de Arce, respecto a una de las preguntas que le lanzaba su hija, durante la presentación que tuvo lugar en la pista exterior del IES Sefarad, en un acto organizado por Matadero LAB con todas las medidas preventivas requeridas por las autoridades sanitarias. Con él estuvo Andrea C. Ferrari -editora de Mochuelo Libros junto a Tomás García-, quien entremezcla flores, peces o animales fantásticos en los 14 collages que se encuentran en el libro y con los que acompaña a “Carmen y a Federico en el bello camino que comparten desde la fundación del universo”.

En una charla con este medio anterior a la presentación, el autor, muy influenciado por la filosofía y la literatura oriental y declarado “spinozista”, apunta que este trabajo era un regalo a su hija por su 18 cumpleaños. En él, dialoga con muchos de los autores que han marcado su trayectoria como el filósofo Ludwig Wittgenstein, que encabeza cada capítulo de la obra. “El mundo de un hombre feliz es distinto al del individuo desdichado”; son las primeras palabras que Federico de Arce expone en 'Jugando a las casitas con Emily Dickinson' en una carta, a modo de prólogo, dirigida a Andrea y con la que cita “de memoria” a Wittgenstein para mostrar su manera de afrontar la vida.

Rompiendo el género

“El libro consiste en las preguntas que una niña puede ir haciendo sobre los grandes temas, que coinciden con los temas de la poesía. Lo fui archivando en una carpeta en el ordenador según capturaba las ocurrencias en las que iba trabajando. Hice capítulos interiores como una manera de organizar el material de una forma miscelánea en la que el concepto de género se rompe en todas sus expectativas”, explica de Arce, a quien le interesa “mucho difuminar las fronteras entre los géneros”: “No sabes si estás ante un poema, un ensayo, un apólogo o una narración”.

Dejando a un lado la estructura, este regalo es “bonito, arriesgado y -supone- que hasta cursi”. Es “una declaración de amor a la persona que más quieres, que es a tu hija”, indica de Arce, que reconoce “el miedo y pudor” que le daba entregarle el libro a Carmen tras haberla convertido, de alguna manera, “en un personaje literario”. “Lo ha aceptado bien, afortunadamente”, precisa entre risas sobre la impresión de su hija, educada en “en el libre pensamiento” y declarada “agnóstica a los cuatro años” a pesar “del profundo conocimiento del cristianismo” que tenía a esa edad.

El escritor, que se declara “profundamente religioso” aunque no encaje en “ninguna religión”, continúa escribiendo “siempre sobre dos cosas: del amor y de la compasión”, “dos valores fundamentales”. La compasión y el amor de Jesús o “el amor entendido de otra manera como la esencia del budismo”. “También son temas del filósofo que al final yo llevo en el corazón (Spinoza). Puede ser una tontería decir que la naturaleza y dios es lo mismo pero yo creo que son la misma cosa, y en eso no hay ningún pensamiento ecológico. Es una de las esencias del libro”, destaca de Arce.

“La literatura es algo que va más allá de un negocio o la búsqueda de cualquier popularidad”

Respecto a su edición, valora “el amor y cariño” con el que Mochuelo Libros ha plasmado este trabajo en una edición que pertenece a la serie 'Aletría' (“la alegría de comprender las letras”, explica el autor) y que, a juicio de Andrea, aúna “la profundidad y la simpleza de una buena poesía”. “Es la vida misma, el amor de un padre a una hija y a la naturaleza”, destacaba la editora en la presentación.

“Tenemos mucha afinidad en la forma de pensar y de escribir un libro. Me encanta cómo editan y son mis amigos. Hacen libros preciosos”, resalta el escritor, que entiende que “ la literatura es algo que va más allá de un negocio o la búsqueda de cualquier popularidad”. Así lo intentan plasmar también en la Colección Ultramarina que lleva a cabo con Mochuelo Libros y que ya cuenta con dos antologías publicadas, la de Miguel Casado y la de Pilar Martín Gila. Mientras tanto, de Arce sigue escribiendo y leyendo, pero no para entretenerse sino “para vivir”.

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