El único cine de Valladolid que resiste a la crisis y a la pandemia
No huele a palomitas ni hay aglomeraciones a la entrada, pero el Broadway sigue pareciendo inconfundiblemente un cine de barrio. Sigue pareciendo un cine aunque no se anuncien grandes sagas, ni películas de superhéroes, que han dejado de estrenarse por la pandemia de COVID-19 esperando que lleguen tiempos mejores. La mayoría de los carteles que se agolpan en las cristaleras anuncian largometrajes europeos o independientes, las únicas películas que siguen estrenándose con regularidad. Entre tanto póster satinado llama la atención un folio, mucho menos evocador, que explica a los espectadores las normas de seguridad.
Antes de la pandemia de COVID-19, Paco Heras regentaba dos de los únicos tres cines que quedaban en el centro de Valladolid. La crisis anterior había transformado los imponentes Roxy, abiertos en 1936, en un casino art decó, y los Renoir, en un edificio vacío en cuyas vistosas carteleras, los teatros locales anunciaban sus próximas obras. Heras, que se define como cinéfilo antes que empresario, decidió mantener abierto sus dos cines tras la crisis económica de 2008, y ha decidido hacer lo mismo en esta crisis pandémica. Ahora, el Broadway es el único cine que queda abierto en toda la provincia y “probablemente el único de Castilla y León”, señala con una mezcla de orgullo y lamento.
La última tanda de restricciones aprobadas a principios de enero, entre las que se cuenta el toque de queda a las 20.00 horas, hicieron que los pocos cines que quedan en los pueblos, como el Avenida, en Pedrajas de San Esteban, bajasen temporalmente la persiana. Las medidas decretaron el cierre de los centros comerciales, por lo que también han cerrado los poderosos multisalas. Algunos, como los Cinesa de Equinoccio, en Zaratán, lo hicieron definitivamente. “No tenemos datos de Castilla y León, pero en toda España este fin de semana estarán abiertos el 20% de los cines. En esta comunidad, al haber restricciones más duras, el porcentaje será más bajo”, explica Borja de Benito, portavoz de la Federación de Cines de España (FECE).
En octubre, cuando la Junta de Castilla y León y otras comunidades empezaron endurecer las normas para reducir la expansión del virus, Heras decidió cerrar temporalmente uno de sus dos cines, el Manhattan, más pequeño y alejado del centro de la cuidad, y centrar sus recursos en el Broadway. “La sala grande, incluso con la reducción de aforos al 33%, nos permite tener a 100 espectadores por sesión”, explica el exhibidor vallisoletano. Según De Benito, a pesar de la poca evidencia de contagios en las salas, las autoridades han establecido tantas medidas que hacen imposible llevar una actividad normal. Como tantos sectores esperan ayudas: “Si queremos que los cierres no sean temporales necesitamos la implicación de las comunidades autónomas”, señala por teléfono.
Con el toque de queda a las ocho de la tarde para todo Castilla y León, una medida inédita en otras regiones que ha convertido la ciudad en un “desierto donde ni los perros andan sueltos”, Heras ha decidido ampliar las sesiones matinales. Esta práctica, muy común en el pasado sobre todo en los cines de pueblo y de barrio, prácticamente había desaparecido de las salas por poco rentable, ahora se ha vuelto una buena forma de ampliar los ingresos. “No están yendo mal... Empezamos en octubre y hay público”, explica el exhibidor.
En un contexto en el que hay que evitar el contacto social, hay muchos cinéfilos que prefiere ir al cine por las mañanas, cuando saben seguro que las salas estarán menos vacías. También hay trabajadores del turno de tarde que prefieren aprovechar las mañanas y jubilados que, con los bares cerrados, ven en las salas abiertas una forma de sana evasión. En general, funciona. “Están agradeciéndonos mucho que haya salas. la asistencia es menor por el maldito miedo, y es normal, pero ir al cine no es menos seguro que ir en transporte público”, resume Heras.
Con la actual afluencia de espectadores cree que podrá mantener el tipo, pero a medio y largo plazo, el problema (o la solución) está en lo que haga Estados Unidos. Si Hollywood decide no estrenar en salas como lleva sucediendo desde el pasado marzo, los cines d todo el mundo sufren. “Somos como un frutería: si no nos llega género, podemos abrir, pero la gente deja de venir”, remacha lacónicamente. Los Broadway pertenecen a la red de cine europeo Europa Cinemas lo que les ha permitido depender menos de películas comerciales y aguantar mejor el tipo.
Aunque consciente de que es un lugar común, para Heras, el cine ha sido una vía de escape durante la pandemia. Más allá de los tópicos del acto social, ir al cine permite, dice él, emocionarse con absolutos anónimos. Con completos desconocidos. “Lloras con gente que no conoces, te ríes con gente que no conoces y es absolutamente maravilloso. Estoy seguro de que los espectadores volverán a llenar las salas cuando les dejen”, remata.
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