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El bar de la señora Olvido, un año de fotos en el Raval de los 70

Interior del bar Olvido del Raval en el 79.

Pol Pareja

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A finales de los 70, Rafel Bernis quedó prendado de un local que en apariencia no tenía nada de especial. Situado en lo más profundo del llamado barrio chino, en la esquina de la calle Sant Ramon y Marquès de Barberà, en el bar de la señora Olvido no alternaban personajes ilustres de la ciudad, tampoco había actuaciones ni nada que lo diferenciara del resto de barras de una Barcelona que cambiaba a la velocidad de la luz. Aún así, este fotógrafo aficionado vio algo en sus parroquianos. “Buscaba un lugar que me atrapara y al entrar al bar lo vi claro”, señala ahora Bernis, de 74 años. “Tenía que documentar lo que ocurría ahí dentro”.

Este responsable de la imagen corporativa de una de las principales entidades financieras catalanas empezó a pasarse por ese local durante sus ratos libres. Primero se acercó unos días a tomar una cerveza. Al cabo de unas cuantas visitas, empezó a desenfundar su Leica M3 y a inmortalizar a los personajes habituales del bar. “Era una Barcelona en ebullición, todo se vivía intensamente, todo explotaba”, recuerda este fotógrafo amateur. Durante 1979, tomó un millar de instantáneas de lo que ocurría en esas cuatro paredes. 

Tras pasar su infancia en Tortosa (Tarragona) y aterrizar en Barcelona a los 17 años, Bernis destacaba en un local frecuentado por todo el arco social que uno podía encontrar en el Raval: trabajadores, jubilados, inmigrantes, parados, expresidiarios, vagabundos, prostitutas, bailarinas… “Yo tengo los ojos azules y la piel muy blanca, cantaba como una almeja en ese bar”, ironiza en conversación telefónica.

El resultado es una serie fotográfica que capta la esencia de la Barcelona que emergió durante la Transición y que cambió rápidamente hasta la llegada de los Juegos Olímpicos de 1992. Una Barcelona en la que muchos vecinos seguían teniendo el bar como su espacio de referencia de socialización y donde el turismo todavía no había alterado la vida de los distritos del centro. La exposición se puede ver en Virreina Centre de la Imatge hasta el 27 de septiembre.

Las imágenes de este fotógrafo quedaron olvidadas durante décadas hasta que recientemente llegaron a las manos de Valentín Roma, comisario del Virreina Centre de la Imatge de Barcelona. En 2016 unas pocas fotos de Bernis habían aparecido en una exposición colectiva, pero poco se sabía de este vecino del barrio de Gràcia que se había mantenido al margen del circuito de fotógrafos de la ciudad. Roma se topó con las imágenes del bar de la señora Olvido en un libro de poemas del poeta brasileño Horacio Costa, a quien Bernis hizo de cicerone por los bajos fondos del Raval cuando ambos eran jóvenes. 

“Buscábamos proyectos que no estuvieran cartografiados en los distintos relatos hegemónicos de la fotografía catalana”, apunta el comisario. “Nadie conocía a su autor, su trabajo apenas era conocido… Era precisamente lo que queríamos”. Bernis, por su parte, era consciente de la calidad de su material. “Sabía que tenía algo muy bueno, que algún día tendría valor”, recuerda ahora.

Como apunta el responsable de la exposición, el trabajo de este fotógrafo no puede enmarcarse ni en el realismo humanista que imperó en la foto española en los 50 y 60 (Colom, Miserachs, Maspons...) ni tampoco en la generación posterior de los 70 que apostó por un trabajo más artístico (Fontcuberta, Rigol, Esclusa...). Bernis estuvo a caballo entre los dos movimientos y por eso sus fotografías cuentan con elementos de ambos. 

Las imágenes también huyen del llamado “safari social” de muchos fotógrafos, obsesionados con retratar las capas más degradadas de la sociedad sin tener en cuenta la multitud de perfiles que conviven con ellos. Los verdaderos protagonistas del bar de la señora Olvido no son las prostitutas ni los alcohólicos, sino una variedad de personajes que muestra la riqueza del Raval. También tienen un papel preeminente las mujeres, tanto las que regentan el local como las que se acercaban a tomar algo o a buscar clientela.

“Me llamó la atención el papel matriarcal que tenía la señora Olvido en el bar”, explica el autor de las imágenes. “Dirigía el local con puño de hierro pero a la vez era afable con todos. Cuando había discusiones nos mandaba callar y en un momento todo el mundo se ponía firme”, apunta Bernis. Con el tiempo se fue ganando la confianza de los habituales del local hasta que se convirtió en uno más. Algunos días disparaba incluso desde detrás de la barra. “Pensaba que tendría problemas y al final eran ellos los que me pedían fotos de todo tipo”, añade.

40 años después de tomar esa serie de fotografías, Bernis ha visto como finalmente se reconocía la calidad de su trabajo. “No puedo expresar la emoción que me ha traído la exposición, la descarga de adrenalina y el reconocimiento que siento después de todos estos años”, remacha este afable septuagenario. “Creo que el documento y lo que muestra es lo más importante, yo solo soy el instrumento que lo ha inmortalizado”.

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