Mi Hoa Lee, la cineasta en huelga de hambre por Gaza: “No os preocupéis por mí, no me caen bombas encima”
Plaza Catalunya, en el corazón de Barcelona, es un icono de la ciudad visitado cada día por miles de turistas que se hartan a hacerse selfies. Pero estos días, en el escenario de postal hay algo distinto. La cineasta Mia Hoa Lee (Las Palmas de Gran Canaria, 1980) ha acampado en este punto neurálgico para trasladar un mensaje claro: no volverá a comer hasta que Israel levante el bloqueo de alimentos en Gaza.
Ya lleva ocho días de huelga de hambre y se mantiene firme. “Todavía queda”, asegura mientras esboza una media sonrisa. Se sienta, recta, sobre unos cojines plantados en medio del campamento en el que vive desde el último día de julio. Está rodeada de banderas palestinas, carteles y agua, que es lo único que ingiere. Sabe que su presencia interpela a muchos de los que pasan por ahí. Busca incomodarles y prender en ellos una chispa que les lleve a “romper el silencio y la inacción”.
“Esto no deja de ser una performance. Interpretada de verdad y con sus consecuencias, pero una performance. Busco atraer la atención de la gente y hacer que, cuando me miren, se vean obligados también a mirar a Gaza”, explica la cineasta. Y la ven. En menos de una hora se acerca casi una decena de personas a hablar con ella. Muchas son vecinas que, como Roser, han conocido su acción a través de redes sociales.
“Sólo quería saber si necesitabas algo”, pregunta, tímida, esta septuagenaria. Lee duda por un momento. “Bueno, un abrazo, va”, dice antes de levantarse y fundirse con esta desconocida, que la felicita al oído y le repite: “Eres muy valiente”.
Ante estas palabras, el porte de Lee se endurece un poco y, aunque sin perder su sonrisa sempiterna, corrige a Roser. “Yo no soy valiente. Para mí es fácil, al contrario de la gente de Gaza, yo si me desmayo tengo a decenas de personas y diversos médicos que me socorrerán. Ni yo soy valiente ni esta es mi acción: somos decenas de personas detrás de este campamento. Yo sólo soy la cara visible”, sentencia la cineasta.
Este tipo de interacciones, explica, son frecuentes. “No os tenéis que preocupar por mí, sino por ellos. Ellos sí que morirán si no se hace nada y al menos a mí no me caen bombas encima”. Se refiere a los miles de personas afectadas por los ataques y el bloqueo de suministros impuesto por Israel, pero también a las cuatro personas -tres periodistas y un sanitario- que hace más de dos semanas iniciaron una huelga de hambre en Gaza para exigir que empezaran a entrar insumos.
Esta acción, bautizada como Empty Stomach Movement [Movimiento de los Estómagos Vacíos], fue la inspiración que llevó a Lee a emularles en Barcelona. “Escuché su grito y lo replico. Es un llamado desesperado a la comunidad internacional”, asegura la cineasta, que atiende a este medio luciendo una camiseta en la que se lee “Me duele Gaza”.
“Es que duele. Es un dolor insoportable desde los hechos del 7 de octubre [fecha que se considera el inicio del conflicto actual]”. Ese día, que además coincide con el cumpleaños de Lee, fue para ella un cisma. Gaza se volvió una preocupación constante en su cabeza, que hasta entonces estaba centrada “en sobrevivir”. Ella se define como una persona “sensible a las desigualdades”, una cualidad que desarrolló durante su infancia, una época que define como “difícil” debido a los insultos y discriminaciones que vivió debido a su ascendencia coreana.
“Siempre es la misma cuestión: una lucha entre oprimidos y opresores. Pero si nos rendimos a pensar que está todo perdido, pues me bajo de esta vida de mentira. Soy una persona optimista, soy de buscar soluciones. Y como yo no las tengo, por eso he creado este espacio de encuentro”.
Para Lee, la huelga de hambre es “una excusa”. Asegura que si no se estuviera privando de comer, no sería posible acampar tantos días en plaza Catalunya. Lo dice mientras devuelve el saludo a una pareja de la Guàrdia Urbana. “Al principio me trataban con condescendencia, pero cuando supieron que no estaba comiendo, me empezaron a tratar distinto”, sostiene. “Creo que están esperando a que me rinda para echarnos, pero para eso todavía falta”, asegura.
Un punto de encuentro
El campamento en el que duerme Lee no sólo es su hogar temporal, sino que también se ha convertido en un punto de encuentro para diversos colectivos propalestinos, así como para activistas y hasta ciudadanos que buscan un lugar para hacer un alto en el camino. “Lo importante es que se nos vea. No hace falta hacer una huelga de hambre como yo, ¿por qué no traes a tus amigas aquí mañana y os ponéis a leer un libro?”, pregunta la cineasta a Roser, señalando su pequeña biblioteca.
Al lado de los libros también descansan un bloque de hojas y una caja con lápices de colores que ahora están usando dos niños, de origen francés, que dibujan banderas palestinas rodeadas de puños en alto y la palabra free.
“Esta es la verdadera acción. Reunirnos y animarnos. Estando 24 horas al día en la calle he podido observar a la gente y me he dado cuenta de que hay muchas más cosas que nos unen que las que nos separan. He visto mucho más amor que odio. Y de ahí tenemos que partir”, asegura Lee.
Ahora bien, estas jornadas no han estado exentas de incidentes. La cineasta relata episodios de violencia verbal, de gritos y hasta de transeúntes que le han escupido al conocer su causa. “En seguida nos dimos cuenta de que no podía quedarse sola”, explica Bashar, una de las personas que suele hacer guardia cada noche frente a la tienda de Lee. Él sólo duerme cuando ella se despierta y, entonces, se echa una pequeña siesta en el colchón antes de entrar a trabajar.
“Nos protegemos los unos a los otros. Nos complementamos. Yo hago una huelga de hambre porque conozco mi cuerpo y es lo que puedo aportar. Lo importante es que se nos vea y obliguemos a la gente a tomar partido”, apunta Lee. Estas palabras tienen un destinatario muy concreto: la Acadèmia Catalana de Cinema, a quien acusa de no haberse posicionado desde el inicio del conflicto, a pesar de que la misma Lee lo ha pedido explícitamente.
Lo hizo en una intervención durante la gala de los premios Gaudí y lo volvió a hacer justo antes de empezar su huelga de hambre. Entonces envió un comunicado a “todo el mundo” del cine catalán. Sus palabras venían ya refrendadas por 30 cineastas como Carla Simón o Irene Moray. Luego se sumaron diversos más. Pero Lee sigue notando ausencias.
“Es una declaración de guerra mediática. Hay dos o tres entidades del sector del audiovisual que tienen la obligación de posicionarse de una vez. Yo me pongo en huelga para ponerles delante del espejo, porque tengo este altavoz, pero no tengo el poder de presionar a nadie para que cambien las cosas. No es justo, porque yo en vez de estar con mi hija estoy aquí mientras que ellos, que sí tienen ese poder, están disfrutando de sus vacaciones y guardando silencio”, afea la cineasta.
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