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Las rimas de la ultraderecha española

Lluís-Anton Baulenas

Una de las consignas más celebradas por la ultraderecha este 12 de octubre en Barcelona fue “Artur Mas, a la cámara de gas”. He aquí el poder inevitable de arrastre de la estética, de la rima. Los pobres ultraderechistas fueron incapaces de escapar a la atracción de la imagen, del sonido, de la rima sofisticada. Como el flautista de Hamelin, que con su flauta se llevó las ratas de la ciudad, los ultraderechistas del otro día cayeron bajo el hechizo del arte. El poder de la rima es gigante, inmenso.

El caso es que estos días resulta que el personal que se paseó por Barcelona gritando consignas geriátricas (hablamos de las facciones más casposas y psoriáticas) no fue más allá de producir el “Artur Mas, a la cámara de gas”. Dejaremos de lado, aunque es difícil hacerlo, el análisis de fondo del contenido de la frase. Ahora que se habla tanto de ello, nos encontramos ante un ejemplo clarito de la banalización del mal (tanto como del ensalzamiento de la estupidez). Dicen que a los catalanes nos pierde la estética, pero a esa gente, ¿qué les pierde? No es correcto desear la muerte de nadie, pero claro, se han pasado la semana diciendo que si era necesario correría la sangre, que estaban listos para la lucha, que era necesario “reconquistar” Barcelona. Por lo tanto, nos encontramos dicha banalización del mal elevada a la suprema potencia (desear la muerte a alguien + utilización de una simbología dolorosamente presente).

Pero hemos dicho que no entraríamos a ello, por respeto. Donde no podemos dejar de entrar es en la simplicidad de estos eslóganes. Supuestamente son divertidos porque buscan una rima que aumente la sonoridad y el efecto. Por ello, a los creativos fascistas no se les ocurrió nada más que ir a la rima fácil, aunque fuera repugnante. “Oye, ¿qué rima con Mas?” Era la pregunta. No dijeron: “Mas, a la mierda te vas”, “Mas, que risa me das”, o ni siquiera el más incisivo, “Mas, me la chuparás”. Felices de constatar que el azar les ofrecía un presidente que les permitía elegir la palabra “gas”, no pudieron evitarlo.

Con Pujol lo tenían más difícil. Nada rimaba con suficiente fuerza insultante: “Pujol, canta el cara al sol” o “Pujol, cómete una col” no funcionaban. Esto hizo que pasaran al plan B, que consiste en añadir un adjetivo, “enano” y ya tienes una rima con “castellano” (por cierto, se les escapó una perla: “Lo siento, Pujol, eres español”). En cualquier caso, si le querían desear la muerte, como al presidente Mas, siempre existía la posibilidad de hacer “Pujol, gallina, tendrás la guillotina”. Por suerte no lo hicieron. Ni estos del 12-O del 2013, menos espabilados, que no habrían pasado de hacer rimar “enano” con alguna frase terminada en “ano”.

El problema de las rimas, pues, es la falta de imaginación y la tendencia al mal gusto: ¿Que le quieres la muerte a Mas? Plan B: “Mas, cabrón, irás al paredón”. ¿Que le hubiera gustado el gas a Tarancón? Plan B: “Tarancón, irás, a la cámara de gas”. En fin, que es vergonzoso y decepcionante que tengan tan poca imaginación, pero np lo es menos que en esta tierra yerma que es el discurso ideológico de esta gente, utilicen conceptos como “cámaras de gas”. Desearle la muerte públicamente a alguien y banalizar el nazismo sigue saliendo muy barato.

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