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Sobre este blog

Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.

Ha nacido la universidad concertada

Sin financiación no hay excelencia

Sí, ya lo sé, esto es un blog de ciencia. Como otras veces nos asalta la duda, y nos parece que como decía Soulé al definir la Biología de Conservación: es una ciencia de crisis que exige respuestas (Soulé, 1985 What is Conservation Biology, Bioscience). Pues eso, son momentos excepcionales de los que no podemos escapar. Así que hablar de ciencia lo dejamos para otro post. O no. Al fin y al cabo la calidad y el éxito de nuestra investigación dependen de cómo la financiamos.

Estamos asistiendo al nacimiento de la universidad concertada de facto (la nomenclatura es nuestra y no está patentada). Como no podía ser de otra forma, la Comunidad de Madrid constituye una punta de lanza en esta cruzada por alcanzar nuevos escenarios de degradación de lo público. Sí, sé que suena raro, pero ¿cómo podemos denominar al hecho de que los recién aprobados presupuestos de la Universidad Rey Juan Carlos (o URJC, una de las seis universidades públicas de la Comunidad de Madrid) contemplen que de los 110 millones de euros de presupuesto para el año 2014, la friolera de 47 millones son ingresos propios y el resto de transferencia corriente? Se ha aprobado en esos términos. El Consejo de Gobierno de dicha universidad ha dicho que sí. ¿Qué remedio?, como las lentejas, si quieres bien, y si no las dejas.

Lo de ingresos propios es un pequeño eufemismo, dado que en su gran mayoría se trata de ingresos vía tasas y matrículas de los alumnos. Es decir que la URJC debe generar cerca de la mitad de lo que necesita para mantener todos sus servicios. Es una situación absolutamente nueva en la historia de la universidad pública española donde los ingresos propios hasta hace un par de años nunca se habían acercado a un 15% de los presupuestos totales. No sabemos, quizá es una de las ideas que la reforma que tiene en cartera nuestro siempre reverenciado ministro Wert pronto esgrimirá (ver el artículo de Prado Campos en diario.es).

¿Cómo podemos denominar a una Universidad Pública que debe buscar casi el 50% de sus ingresos? ¿Concertada? Vamos, que el Estado le mantiene la etiqueta de pública, pero a la hora de la verdad gasta muy poco en su financiación y las instituciones deben buscarse la vida. Es un modelo creativo ¿no? En realidad hay poco margen. Sólo mediante el ingreso de alumnos y el mantenimiento o subida de las tasas se puede mantener este equilibrio presupuestario al límite.

Si como consecuencia de las sacrosantas leyes del libre mercado la cosa se hace insostenible y la viabilidad no es posible porque los chicos no se matriculan o simplemente no pueden pagar, entonces cerramos y confirmamos lo que siempre hemos dicho... esto de la Universidad Pública es imposible y carísimo. La Universidad Privada será la solución. A pesar de ser más cara o de peor calidad (o las dos cosas). Es un modelo ya probado en la Comunidad de Madrid. Las escuelas infantiles privadas exhiben junto a sus nombres la bandera de la Comunidad de Madrid de manera casi indistinguible de las enteramente públicas. En teoría sus ingresos provienen en gran parte de las cuotas de los alumnos. Sin embargo los padres suelen recibir una ayuda que no reciben los que llevan a sus niños a las públicas. De hecho, cuando se pone en la balanza esa ayuda, los requerimientos de mayor número de profesores por aula y la restricción al horario ampliado, estas últimas resultan de facto más caras para el presupuesto familiarde facto.

Con una sociedad anestesiada y una universidad pública dividida e insolidaria, el futuro es negro. Nos hemos acostumbrado a aceptar las cosas más increíbles sin un atisbo de queja o protesta, especialmente en este escenario de supuesta crisis económica. Todo lo que nos cae es la consecuencia incómoda de vivir por encima de nuestras posibilidades, pero es necesario para salir de un agujero en el que nos hemos metido por abandonar la senda neoliberal. ¿Verdad que os suena? Sorprendente, al menos para los que trabajamos con dedicación exclusiva y monástica a la universidad y a la ciencia.

Nuestra productividad científica (en términos de publicaciones) ha estado muy por encima de la mayoría de grupos y países de nuestro entorno, con mucho menos dinero, con menos infraestructuras, con sueldos ínfimos y con la ilusión de estar moviendo a este país desde lo público. Suena obsoleto, pero nos creíamos servidores públicos y nos considerábamos herramientas para la justicia social. La cagamos. Hemos sido demasiado buenos y eso no era bueno. El mercado quiere otra cosa.

Quitarnos directamente de en medio es aún hoy imposible. La estrategia es cerrar el flujo y que nos sequemos solos. La universidad concertada es sólo un paso. El final es el desierto privado y la universidad dirigida. Y todos sabemos quién ostenta la gran mayoría de la educación concertada en España, y cómo la ha utilizado tradicionalmente para adoctrinar. Sabiendo que Cuéntame se coció en las cenas que Aznar daba en la Moncloa (al menos según el expresidente), nos podemos imaginar qué camino estamos desandando.

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Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.

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