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Luchar contra el cambio climático sale rentable: la experiencia de Caudete

David Sánchez Romero de Ávila

El pasado jueves 25 de octubre el municipio de Caudete se convirtió en el centro regional de los debates sobre la adaptación al cambio climático con la I Jornada de Huella de Carbono. Este evento, organizado por la empresa del Grupo Gimeno, FOBESA, reunió a empresas y representantes políticos municipales y autonómicos de Castilla-La Mancha y otras comunidades autónomas en la localidad albaceteña con el fin de aprender de la experiencia de reducción de la huella de carbono que ha emprendido el consistorio con la empresa concesionaria del servicio de limpieza viaria y gestión de residuos. La jornada sirvió también establecer contactos y enseñanzas que puedan replicar proyectos como el de Caudete en otras partes.

El proyecto que el Ayuntamiento de Caudete mostró en la primera edición de esta jornada es la creación de una “zona verde” en un terreno municipal de cinco hectáreas en el que se plantarán en torno a 800 ejemplares de olmos y almeces. Tal y como explica el alcalde de la localidad, Moisés López Martínez, a eldiarioclm.es, “lo que se ha hecho es calcular las emisiones de CO2 que genera la prestación del servicio de basuras y limpieza de calles”. De ese modo, utilizando la “calculadora del Ministerio”, se puede plantear un proyecto a nivel local que sea capaz de “compensar” esa contribución al cambio climático.

Esa compensación le corresponde a FOBESA, la empresa contratada por el consistorio para realizar todos los trabajos del servicio de basuras, limpieza de las calles y gestión del ecoparque. Aunque este trabajo es necesario para conservar la salubridad general del municipio, es una actividad que genera emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, es una contribución, a nivel local, del calentamiento global. Por ese motivo, el contrato que mantienen la empresa concesionaria y el Ayuntamiento obliga a FOBESA a encargarse del correcto cuidado de estos árboles durante treinta años. Si la empresa no cumple, se arriesga a perder el certificado oficial de cálculo, reducción y compensación de huella de carbono.

La descripción técnica del proyecto se puede encontrar en el “buscador de proyectos de absorción” de la web del Ministerio para la Transición Ecológica. En la ficha técnica se detalla que el área que se pretende convertir en un “sumidero” de carbono es la Vereda Molino de San Vicente, un terreno de 4,9 hectáreas en el que está previsto que se absorban 490 toneladas de dióxido de carbono gracias a la “masa forestal de carácter protector” en la que se convertirá esta zona de “suelo urbano sin edificar”. También se señala que esta reforestación pretende conseguir un “cambio de uso del suelo” que ayude a protegerlo de “agentes erosivos”, luchando así contra la desertificación.

En el momento en el que se escribían estas líneas sólo había dos proyectos, registrados oficialmente en la web del Ministerio para la Transición Ecológica, de cálculo, reducción y compensación de la huella de carbono en Castilla-La Mancha. Y los dos se encuentran en la provincia de Albacete. Junto al de Caudete, el otro proyecto registrado hasta ahora es el de la “implantación de una chopera productiva en el término municipal de Paterna del Madera”, cuyo titular es José Andrés Lluch Escribano.

Este proyecto, promovido por un particular, se plantea cambiar el uso del suelo para “recuperar terrenos abandonados”, mejorar la “capacidad de retención de agua” frente a “precipitaciones intensas” y reducir el riesgo de erosión y de incendios. Además, esta reforestación también se plantea teniendo en cuenta el “aprovechamiento económico a corto plazo” a través de la producción maderera. Por eso se eligió el populus x canadensis, la especie de chopo que es “compatible con la localización del proyecto” que es capaz de realizar la “fijación de dióxido de carbono”.

Después de esta primera experiencia de reducción de la huella de carbono en Caudete, tanto el alcalde como la concejal de medio ambiente coinciden en la necesidad de seguir avanzando en esta línea. Por ese motivo, el Ayuntamiento ya está ofreciendo nuevos terrenos municipales para que otras empresas puedan compensar su huella de carbono en el municipio albaceteño.

Desde el Ayuntamiento defienden este proyecto porque “mejora el medio ambiente de Caudete y el medio ambiente global” con su “granito de arena”. Además, el pueblo gana “una zona verde de cinco hectáreas que, dentro de unos años, tendrá un tamaño considerable” para que los habitantes puedan disfrutar de ella, recalca el alcalde Moisés López.

En cuanto a la perspectiva económica, la concejal de medio ambiente de Caudete, Mariam Ballester Frutos, explica que este proyecto resulta “más rentable” mediante la concesión a una empresa que con trabajadores municipales porque el consistorio no invierte “un duro” en la plantación y mantenimiento de los árboles: “El coste para el Ayuntamiento es cero, porque la empresa paga la plantación y el mantenimiento durante treinta años”.

De cara al futuro, el Ayuntamiento de Caudete se plantea seguir ofreciendo terrenos municipales, concretamente dos parcelas de cinco hectáreas cada una, para que otras empresas puedan desarrollar nuevos proyectos de cálculo, reducción y compensación de la huella de carbono.

A su vez, Moisés López también reflexiona sobre la posibilidad de que sea el propio consistorio el que aplique esta metodología sobre las emisiones que generan las actividades municipales como la administración, la casa de cultura o los servicios sociales, entre otros. Pero eso será una vez se haya afianzado el proyecto actual, ya que prefieren trabajar “poco a poco, piedra a piedra” y plantearse “otras metas, como Ayuntamiento, una vez conseguida la compensación del servicio de basuras”.

Calcular, reducir, compensar

En el año 2008 se estrenó el documental 'Katastrofin aineksia' ('Recipes for Disaster'), traducido al castellano como 'Un año sin petróleo'. Esta películaEsta película cuenta el reto que una familia finlandesa emprende durante un año para vivir sin utilizar el coche, plásticos o cualquier producto creado o que funcione con petróleo. Para lograrlo, John Webster, director y narrador del documental, calcula las toneladas de CO2 que generan los hábitos de consumo que él y su familia han mantenido hasta que deciden empezar con este reto. El éxito o fracaso del reto se medirá en cuánto han reducido su contribución en la emisión de gases de efecto invernadero.

Existen portales en Internet que permiten a cualquier usuario calcular su propia huella de carbono. Pero, para calcular la huella de una empresa o una institución pública hace falta una metodología oficial. Por ese motivo, existe la certificación de huella de carbono “Calcula, Reduce, Compensa”, para generar una “herramienta de sensibilización” que ayude a las empresas e instituciones que siguen estos principios a distinguirse, con un sello oficial de calidad, de quienes no se esfuerzan en reducir su contribución ante el problema del calentamiento global. En la web oficial del Ministerio para la Transición Ecológica se ofrece una guía para calcular la huella. De hecho, hasta el Ministerio calcula su propia huella de carbono desde el año 2010.

Helena Fernández Castro, directora del departamento de energía y medio ambiente de Eco2innova y conferenciante de la jornada, reivindica la importancia de este indicador más allá del mero cálculo de la cantidad de gases de efecto invernadero producidos: “La huella de carbono es un indicador, un número. Si las empresas u organizaciones que se quedan en esto, no sirve para nada. La parte interesante es cuando saben cuál es su contribución a este problema y cómo actúan para solucionarlo”, explica.

Por ese motivo, desde la legislación, la burocracia, el activismo en favor de la naturaleza, y el interés económico de aumentar los beneficios por la vía del ahorro, se recurre a este indicador para generar conciencia y, a la vez, prestigio social y empresarial. El sello cuenta con tres estados jerárquicos en función del comportamiento con la huella de carbono propia. De esta manera, se califica a quienes presentan proyectos de reducción de huella de carbono.

El primero de ellos es “calcula”. Tener este sello indica que la administración reconoce que una empresa, particular o institución calcula su propio impacto en la generación de emisiones. El siguiente sería “reduce”, donde se tienen en cuenta los esfuerzos para disminuir la huella. La categoría máxima, que engloba a las dos anteriores, es “compensa”. Se llega a este estado cuando se consigue compensar las emisiones generadas y que son imposibles de reducir. Como explica Fernández, “se puede compensar con plantaciones de árboles que pueden absorber esas emisiones que estás produciendo”, mientras que ir en bicicleta o trasporte público al trabajo en lugar de ir en coche “es una reducción muy interesante”, comenta.

En el mismo sentido se expresa Alfonso Rodríguez, responsable de la Oficina de Cambio Climático de Castilla-La Mancha, quien incide en el “poder” de los ciudadanos para cambiar los comportamientos de la industria mediante sus decisiones a la hora de consumir o no un determinado producto.

Reduciendo desde 2007, pero remontando en 2015

Según los datos del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, desde el año 2007; en el que se produjeron 28.098 kilotoneladas, el dato más alto desde que se comenzaron a registrar las emisiones en 1990; Castilla-La Mancha redujo sin parar, hasta 2014, las emisiones de CO2 y otros gases contribuyentes al calentamiento global. No obstante, en 2015 volvieron a incrementarse hasta las 19.445 kilotoneladas.

Alfonso Rodríguez expuso durante su intervención en la jornada estos datos, mostrando la gráfica del resumen del inventario. Entre las razones que explican esta disminución, están la pérdida de industrias, como consecuencia de la crisis económica; el avance de las energías renovables y la inversión en ayudas para la eficiencia energética.

La mirada social del cuidado de la naturaleza

Por toda Castilla-La Mancha abundan diferentes proyectos sociales, educativos o culturales que desbordan los límites del cálculo de la huella de carbono y su burocracia para conectar los retos del cuidado de la naturaleza con los del cuidado de las personas.

En ese sentido, destaca la iniciativa del Grupo Pacifista de Ciudad Real y otras organizaciones conservacionistas para recuperar el bosque autóctono en el entorno de las Tablas de Daimiel. Una actividad anual realizada en colaboración con el Parque Nacional con la que se pone el acento en cómo la recuperación del bosque se puede convertir en un proyecto colectivo que lance un mensaje de paz a la sociedad para la defensa de los derechos humanos.

Por otro lado, aludiendo al poder del ciudadano de a pie desde el carrito de la compra, existen por toda la región grupos de consumo que generan una demanda de productos y servicios básicos en los que se pone especial atención en potenciar los circuitos cortos: Es decir, que las hortalizas que se consuman en los hogares hayan sido producidas en los lugares de producción más cercanos posibles, reduciendo así los efectos contaminantes del transporte, entre otros criterios.

Para reducir residuos y crear vecindad, desde el barrio conquense de San Antón se promueve la reutilización y reparación de bicicletas desde el taller de Recicleta, situado en pleno paseo del Júcar, donde cualquier persona puede aprender a reparar sus propias bicicletas –o las donadas al proyecto- colaborando con el resto de usuarios, evitando, así, producir más residuos para el planeta. Desde el Rincón Lento de Guadalajara también se esfuerzan en crear “tejido social” a través de diferentes proyectos que tienen en el cuidado de la naturaleza y el consumo responsable el método para unir a las personas.

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