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De Toledo a Palestina: los versos del poeta y cantautor Carlos Ávila llegan a la “denigrada” Ramala

Participantes en el Festival Voix Vives de Palestina

Bárbara D. Alarcón

“Alemania nazi, años 40, apartheid” son algunos conceptos que se cruzan por la cabeza del cantautor y poeta toledano Carlos Ávila al recordar su paso por Ramala, una ciudad palestina en la que, a pesar de los continuos controles policiales, los interrogatorios, los cortes de agua o la falta de libertad, “se puede vivir”.

Tras una semana en esta ciudad, como poeta invitado en la segunda edición del Festival Internacional de Poesía Voix Vives, Carlos Ávila resume la vida de la población palestina como “horrorosa”. “Hay una absoluta falta de libertad. He conocido a un poeta palestino al que el Estado israelí le prohíbe salir de Ramala debido a los versos que escribe ya que, al igual que la mayoría de poetas palestinos, defiende la libertad de su territorio y de su población sin ningún tipo de religiosidad”.

Poetas de todo el Mediterráneo se dan cita en las distintas ediciones de este festival internacional, donde, en contextos como el de Palestina, comparten mucho más que poesía. Las medidas de “represión” que Ávila ha experimentado se aplican “en nombre de la seguridad, pero es que en nombre de la seguridad se han hecho siempre muchísimas cosas que han sido muy perjudiciales para la humanidad”.

El activismo político de este poeta y cantante ha quedado reflejado en poemas sobre “la opresión de los estados” aunque, según el artista toledano, “lo que pasa en Israel es todavía peor”. Los versos que Carlos Ávila compartió en este festival cautivaron a una población que pronto podrá ver cómo su historia llega a las próximas creaciones del autor. “Les han gustado mis poemas porque se han sentido identificados. A partir de ahora trataré el tema israelí porque me ha llegado muy dentro y lo que he visto es muy grave”.

“Los controles policiales son denigrantes. Me recordaron a las películas de los nazis”. Tras haberlos sufrido él mismo, asegura que podrían compararse con el apartheid. “Las matrículas de los coches se utilizan como la estrella que tenían que llevar los judíos. El israelí tiene una matrícula diferente a la del palestino para que sea más fácil no parar a los israelíes en los controles policiales”, señala.

Tras el control, tanto palestinos como turistas pasan a unas sesiones de interrogatorios que “son una violación absoluta de la libertad individual”. Todo ello es solo una parte de la vida diaria de la población palestina cuyos territorios se caracterizan por restricciones de agua y servicios públicos y carreteras totalmente obsoletas. “Sin embargo, al cruzar el muro de la vergüenza, las autovías son muy bonitas y todo es muy espléndido”, ironiza el poeta.

Un conflicto reflejado en la poesía

El conflicto entre Israel y Palestina queda reflejado en su cultura y, por tanto, en sus poemas. Tanto los poetas palestinos como los israelíes que participarán en la edición toledana del festival, que se celebrará el primer fin de semana de septiembre, reflejan en sus obras esta realidad. “La poesía es más minoritaria, por lo que las autoridades no presionan tanto. Ninguno de los poetas hemos tenido problemas para ir a Cisjordania”.

Poetas de todo el mundo citados en países con conflictos tan graves como el de Palestina, donde toda una población no pierde la oportunidad de disfrutar con encuentros culturales como Voix Vives. “A Toledo vienen muchas personas del resto de España pero en Palestina personas de diferentes culturas y de diferentes países pueden conocerse y tener unos lazos” con los que evadirse de su realidad y, además, imaginar otro futuro. “Solamente podremos salir de todo esto si conocemos a los otros, no si los odiamos o los matamos”, concluye Ávila. 

La edición de Toledo, donde Carlos Ávila participará como presentador de varios actos, “tiene más años y está muy consolidada”, recuerda. Sin embargo, según el poeta, Palestina aporta “humanidad”. Se despide con sus versos:

Porque en poesía

el gallo puede poner huevos

y la gallina

puede ser valiente.

El problema no es el gallo, el huevo

o el país.

Es la frontera.

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