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Sobre este blog

La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.

El valor de la fauna: servicios ecosistémicos

Jabalíes

Eugenio Fernández

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Hace poco, por razones de trabajo, visité un edificio de oficinas situado en Madrid. Me llamó la atención la cantidad de excrementos de ave que manchaban ostensiblemente la fachada acristalada. Hablando con el responsable de mantenimiento del edificio, me comentó que se trataba de unos halcones que anidaban en dicho edificio, y que estaban controlados y monitorizados por las autoridades medioambientales.

Cuando le mostré mi regocijo por la noticia, él torció el gesto y me dijo, más o menos textualmente: “Lo que habría que hacer con estos pájaros es matarlos sin informar a las autoridades sobre su presencia, así no los tienes que aguantar y no te manchan el edificio”. Esta pequeña anécdota me hizo reflexionar. Hoy en día existen muchísimas personas, tal vez una buena parte de la población, para la cual la fauna silvestre es “algo” que no vale nada, que no tiene ningún significado ni importancia en la vida diaria.

Un valor por sí mismo

Pero sí es valiosa. Yo soy de la opinión de que hay que respetar la vida salvaje por sí misma, independientemente de los beneficios o perjuicios que su existencia puede provocar a los humanos, pero sé que muchas personas sí valoran todo lo que hay a su alrededor en función de una cuenta de resultados: me beneficia o me perjudica. Y esto me lleva al concepto de “servicios ecosistémicos”.

En esencia, se trata de todos aquellos beneficios que la vida salvaje aporta al bienestar y/o la supervivencia del ser humano. Si nos paramos a pensar en toda esa vida salvaje aparentemente inútil que pulula por ahí, nos daremos cuenta de cómo nos beneficia su existencia. En primer lugar, la fauna salvaje sigue proporcionando comida a muchísimos millones de personas en todo el mundo. En segundo lugar, muchas especies animales constituyen el mejor “control de plagas” que puede existir. Aquellos halcones secretamente odiados por mi interlocutor se comen a las palomas que, estas sí, “adornan” monumentos, coches y ropa tendida, y también incluso conejos suburbanos que también son una plaga en muchos lugares.

En tercer lugar, existe la dispersión de semillas. Muchísimos animales transportan en su tracto digestivo semillas sin digerir que, una vez expulsadas del cuerpo, germinan y propagan bosques enteros. En cuarto lugar, la polinización. Todos somos conscientes del grave problema por el que atraviesan hoy día muchas especies de insectos como consecuencia de los pesticidas y los monocultivos. Muchísimas plantas dependen de ellos para vivir.

¿Tiene, o no tiene, valor la fauna silvestre? Valor incluso para la propia supervivencia humana. Pero, con ser importantísimos estos “servicios ecosistémicos” son más importantes aún los servicios no materiales que la fauna silvestre nos presta.

¿Quién no ha sentido la increíble emoción de toparse en el campo con un animal salvaje? Todos aquellos que han mirado cara a cara a un lobo, a un oso o a un jaguar coinciden en reconocer que la experiencia les cambió la vida. Incluso el más canalla de los escopeteros siente su espalda erizarse de emoción cuando su “presa” se acerca.

La visión de la vida salvaje

Todos hemos visto en internet o en redes sociales vídeos de la reacción de tantísimas personas ante la visión de una ballena en libertad. La euforia y la intensa emoción que siente uno en estas situaciones es algo difícilmente explicable, tal vez sociólogos y psicólogos puedan explicarlo satisfactoriamente. Tal vez la visión directa de un animal salvaje nos remueve por dentro y nos conecta con nuestro ser paleolítico, cuando vivíamos en y de la Naturaleza.

Por tanto, la próxima vez que alguna persona diga eso de “¿y este animal, para qué sirve?. Podremos contestarle tranquilamente:

“Para sentirnos vivos”.

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