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¿Alguien teme las 'líneas rojas' de Fabra?

Toni Cuquerella

La lucha contra la corrupción que quiere llevar a cabo Alberto Fabra en el PP choca con su falta de liderazgo dentro del partido hasta el punto de que las tan cacareadas 'líneas rojas' no se alejan mucho de su sillón en las Corts. Así mientras el presidente del PPCV señala la puerta de salida a los imputados que ocupan un escaño en el parlamenteo valenciano, de su boca no ha salido ni una sola palabra para pedir las renuncias en los ayuntamientos.

Los ejemplos son recientes, la portavoz del PP en Orihuela, Pepa Ferrando, recientemente imputada en un caso de corrupción ha afirmado que no dejará su sillón en el ayuntamiento porque ella no ha sido condenada por ningún delito. Pero la imputación de Ferrando es sólo la guinda del pastel de esta localidad, donde la mitad de los concejales 'populares' están encausados en diferentes procesos.

En la que puede considerarse su casa, Castellón, su sucesor en la alcaldía Alfonso Bataller, imputado en Gürtel continua con la vara de mando. Mientras tanto en la Diputación de Castellón el presidente ha dicho que él manda en la institución y que no piensa expulsar a los imputados.

Una de las dirigentes del PP que compagina escaño en las Corts con alcaldía es Milagrosa Martínez, que imputada en el Caso Gürtel resiste la amenaza de expulsión del parlamento valenciano, mientras que su permanencia a la cabeza del ayuntamiento de Novelda no parece estar cuestionada.

En parecida situación se encuentra la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, imputada en el caso Brugal. Fabra no ha tenido ninguna intención de presionar a la edil alicantina ni para que saliera de las Corts ni para que dejara la alcaldía. Es más, el pasado domingo le mostró todo su “apoyo”. Algunos interpretan que por su embarazo, pero no pedirle su acta de diputada también mostrar apoyo. Muy cerca de Castedo, el exalcalde Luis Díaz Alperi, también imputado en Brugal, no parece que le muevan demasiado el sillón del parlamento ni él se siente demasiado incómodo.

Ante todos estos casos parecería que Alberto Fabra sólo puede mandar en el organismo que le queda: las Corts. Pero tampoco es así y la rebelión también se cuece dentro, y el principal instigador es el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, partidario también de mantener a los imputados y que la 'línea roja' la marque la condena, por ello ya ha avisado que él no votará ninguna expulsión de compañero en las Corts.

También en las Corts su presidente, Juan Cotino, uno de los políticos del PP más acosados por la justicia, tampoco es partidario de la expulsión por imputación. Posiblemente sería este el caso de posicionamiento en beneficio propio.

Para más bochorno cabe recordar que el único diputado del PP expulsado ha sido Rafael Blasco, y no por corrupción (también tenía el apoyo de su íntimo amigo Rus), sinó por criticar las actuaciones de Fabra en una televisión. Y por otro lado el exdiputado del condenado por corrupción, Pedro Hernández Mateo, no ha entrado todavía en la carcel porque sus compañeros del grupo popular pidieron mayoritariamente su indulto.

Ante esta “broma pesada” que entienden muchos dirigentes del PP que está haciendo Fabra, parece que desde los círculos cercanos al President empiezan a resignarse. Y como muestra un botón: este martes el secretario general del PPCV, Serafín Castellano, ya empezó a decir que “lo único que puede pasar factura es no crear empleo”, no la corrupción. Pensando cínicamente en las balanzas éticas de los ciudadanos, puede, pero también viendo que nadie teme en el PP la purga con la que amenaza Alberto Fabra y que se aboca al fracaso.

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