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Natasha Neri, directora de cine: “No existe una guerra contra las drogas; es una masacre de la población pobre”

Escena de la película 'Police killing'.

Laura Julián

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El 14 de marzo de 2019 se cumple un año del asesinato de Marielle Franco. Ella fue una activista defensora de los derechos LGTBI, feminista y concejal en Río de Janeiro, que murió tiroteada en su coche. Todavía no se han señalado los culpables. Su caso es uno de los miles de homicidios sin responsables en Brasil. Según Amnistía Internacional, entre 2005 y 2014 se registraron en el estado de Río de Janeiro 8.471 casos de homicidios policiales, 5.132 en la ciudad de Río. La directora de cine y activista, Natasha Neri, denuncia junto con Lula Carvalho en la película Police Killing la ausencia de investigación de los homicidios perpetrados por la policía y también lucha de las familias por buscar justicia. Marielle Franco también dedicó parte de su vida a acompañar a las madres que protestan por la falta de investigación de las muertes en las favelas. Su asesinato, según la directora de cine, tiene mucho que ver con el escenario político actual brasileño.

¿Qué denuncia ‘Police Killing’?

En Police Killing se investigan los homicidios practicados por la policía en servicio, o sea, cuando la policía mata a alguien, pero dice que lo ha hecho en legítima defensa. En Brasil, la policía va a la comisaria y justifica su acción porque dice que ha matado a un traficante o un criminal. Además, no se hacen investigaciones independientes sobre estas muertes. Tenemos cinco personas que mueren todos los días en el estado de Río por la policía. El año pasado fue el peor año en la historia de Brasil. La policía mató a 1.532 personas solo en Río. Estuve investigando sobre este tema, empecé a ir a los juzgados con las madres de las víctimas de la policía y nos pusimos a grabar. No es una película sobre ellas, es una experiencia de vivir la lucha con ellas.

Como dices, en la película se muestra la fuerza de las familias. ¿Cuál es normalmente el proceso de búsqueda de justicia que llevan a cabo?

Cuando hay un muerto en una favela, si la gente no va a la comisaria, la comisaria no va a la favela. Los comisarios de policía dicen que no pueden investigar en las favelas porque son muy peligrosas y son las propias familias las que investigan las muertes de sus hijos. Cotidianamente la policía mata y destruye la escena del crimen porque sacan el cuerpo del muerto y lo llevan al hospital para decir que lo están socorriendo, pero siempre están muertos antes. Eso es un crimen, es un fraude procesal porque deberían dejar el cuerpo ahí, no pueden tocarlo. Las madres se ponen en la escena del crimen, se dan las manos e impiden que la policía saque el cuerpo de sus hijos. Es una lucha por la dignidad, por lo menos pedimos que hagan una investigación porque no la hacen. He investigado centenares de casos y siempre pone lo mismo: “Estamos patrullando en la calle, vimos un grupo de traficantes que nos agredió, sacó sus armas, empezaron a tirar tiros y tiramos después de ellos; alguien cae al suelo y lo llevamos al hospital”. Esa es la versión oficial y es muy difícil de deconstruir. El 98% de los casos son archivados sin ninguna investigación.

¿Cómo justifica el estado que cada vez haya más muertes y que Río se haya convertido en una de las ciudades con más violencia del mundo?

Está bien hablar del Estado porque, aunque sea la policía la que mata, se trata de una política de estado. El estado argumenta que es una guerra contra las drogas y piensan que es una manera efectiva de combatir al narcotráfico en las favelas. Pero no existe una guerra contra las drogas, existe una masacre de la población pobre, negra, que vive en favelas. No se planta la droga en las favelas, igual que no se fabrican allí las armas. La respuesta del estado, cuando hay cualquier crimen en la ciudad, es enviar a los militares a las favelas a reprimir. Esto lo sabemos desde hace más de treinta años. Siempre que hay crímenes se hacen operaciones militarizadas en las favelas. El año pasado tuvimos al ejército ocupando las calles en Río, en todo el estado. 4.000 soldados del ejército y de la policía militar hicieron una operación en unas favelas. ¿Para qué vinieron con helicópteros blindados y con camiones del ejército? Hay que disminuir la violencia del estado para bajar todos los crímenes. La política de Bolsonaro y Wilson Witzel, el gobernador de Río, que están en el mismo partido, es utilizar más la fuerza. ¿Qué va a pasar? Es como tener pena de muerte en Brasil.

Según Amnistía Internacional, cada dos horas mueren siete personas en su mayoría jóvenes negros. Normalmente el asesinato es sólo lo más visible de una violencia estructural.

Sí, tenemos un racismo estructural en nuestro país. Tuvimos 700.000 esclavos negros secuestrados de África y traídos a Brasil por los portugueses. El mismo número, 700.000 personas, están en la cárcel hoy en Brasil. Son personas pobres, son negras, que viven en favelas o en comunidades marginadas, pero el gobierno no les da educación ni acceso a la ciudadanía. Tenemos el mayor número de presos, detrás de China y Estados Unidos, y eso también forma parte del racismo estructural.

¿Y cómo afecta a las familias?

Siempre que una persona va a la cárcel su familia se ve afectada. Si tenemos 700.000 personas en la prisión, ¿cuántas más tenemos sufriendo los impactos? Los presos dejan de trabajar y las madres se quedan sin ese apoyo económico. Además, se gasta mucho más dinero manteniendo a alguien en la cárcel que en la escuela. Hicieron una investigación en Río sobre los jóvenes de menos de 18 años que estaban en la cárcel y costaba cerca de 4.000 reales al mes mantener a un joven en la cárcel. Al mismo tiempo, tenerlo en la escuela costaba 400 reales. Es diez veces más caro mantener a alguien en la cárcel.

¿Desde cuándo se vive este clima tan hostil? ¿Hubo un repunte con las Olimpiadas?

Con los grandes eventos como los Juegos Panamericanos (2007), la Copa del Mundo (2014) o las Olimpiadas (2016) siempre aumenta la violencia porque el gobierno quiere mostrar a la población que está haciendo algo por la seguridad y contra el narcotráfico y pone a la policía para que sea violenta en las favelas. Se ha invertido mucho en estadios, pero no en salud pública ni educación. En esos años también compraron más armas para la policía, más vehículos blindados, más helicópteros… En 2008 compraron un helicóptero en Río para la policía civil que es el mismo que utilizaron en la guerra de Vietnam. Las madres de los chicos de las favelas se ponen muy nerviosas porque el helicóptero puede matar a cualquiera desde el aire. Se invierte en la militarización del estado y no en una policía que investigue y prevenga el crimen.

Uno de los casos que en Europa se escuchó muchísimo fue el asesinato de Marielle Franco. Ella fue una mujer activista, socióloga, feminista y concejala que murió tiroteada en su coche en marzo del año pasado. También eráis compañeras de lucha. ¿Hay una persecución de la ideología en Brasil?

Sí, Marielle representaba la lucha de las mujeres, de la casa LGTBI porque estaba casada con una mujer, era negra, vivía en una favela… Conocía mucho la realidad de las víctimas de la mafia. La mafia, que en Brasil llamamos las milicias, son grupos organizados de policías en servicio y fuera de servicio, que tienen el poder en las favelas y que cobran por la seguridad. Matan a mucha gente y son responsables del aumento de las desapariciones forzosas. En 2016 Marielle empezó su campaña para la concejalía de Rio, ganó y obtuvo 53.000 votos en una campaña que no tenía plata. Matar a Marielle significó poner miedo en la izquierda, en la lucha de las favelas, la lucha LGTBI, la lucha de las mujeres negras... Sabemos quién cargaba el arma, era un policía del BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) y, años antes de la muerte de Marielle, cuando ese policía estaba en la cárcel por otros homicidios, fue homenajeado por el hijo del presidente de la república de Brasil. La muerte de Marielle tiene mucho que ver con el escenario político brasileño hoy.

Las organizaciones de derechos humanos llevan años pidiendo que se garanticen investigaciones exhaustivas e imparciales sobre los casos registrados de homicidios policiales. ¿Se ha mejorado de alguna manera?

La gente de las favelas lleva luchando 500 años. Quizás ahora con los teléfonos móviles y la organización de los movimientos sociales en las favelas, la gente conoce mejor lo que pasa porque hay un poco más de información y llega más rápido. Tuvimos una masacre la semana pasada de 15 personas y a las pocas horas yo ya tenía los vídeos en mi teléfono. Luego se envían a los medios de comunicación, a la Fiscalía… La gente está movilizada, pero somos minoría y hay mucho miedo.

El panorama político de Brasil parece más oscuro que nunca con el ascenso de Bolsonaro al poder. ¿Cómo afecta a la población civil?

Todo se ha empeorado desde que ganó las elecciones Bolsonaro. Por ejemplo, los policías se sienten más cómodos para matar porque saben que tienen el apoyo del gobernador, del presidente. Los que mataron a quince personas la semana pasada fueron condecorados por el diputado que rompió una placa dedicada a Marielle y por el gobernador. Hay un apoyo institucional a la violencia. El ministro de Justicia, Sergio Moro, ha presentado una propuesta con 34 cambios en la legislación penal para meter a la gente en la cárcel más rápido. Quiere extender la legítima defensa y que la policía no necesite decir que hubo una agresión para matar. También quiere investigar a las organizaciones de derechos humanos, está en contra de los derechos de los indígenas, de los campesinos, de todos los movimientos sociales…

Quedan unos días para el 8 de marzo, a nivel internacional las mujeres se están organizando y también es una buena oportunidad para salir a la calle y mostrar fuerza el rechazo hacia las políticas de extrema derecha de Bolsonoro. ¿Cómo os estáis preparando para el 8 de marzo en Brasil?

El movimiento feminista en Brasil está muy fuerte. Durante estos últimos años hemos salido muchas veces a luchar contra el fascismo, contra el que entonces era candidato y ahora presidente, contra sus propuestas… El 8 será un gran día y es muy bonito ver a diferentes movimientos sociales como el antirracista, el feminista o el de las favelas, trabajando y pensando juntos el 8M. La semana siguiente, el 14 de marzo, se cumplirá un año sin Marielle. Este es el mes de la lucha contra el racismo y el mes de las mujeres. Si las mujeres negras que viven en las favelas no tienen miedo y sufren todos los días con la violencia del estado, las mujeres blancas tampoco. Tenemos que dejar nuestros privilegios o usarlos para la lucha. No basta con entender el racismo estructural, hay que estar en la lucha contra el racismo.

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