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El adiós de Echávarri, un año para abandonar la alcaldía de Alicante por la puerta de atrás

El socialista Gabriel Echávarri al anunciar que dimitiría como alcalde de Alicante el 9 de abril.

Emilio J. Salazar

Decir que la salida forzosa de Gabriel Echávarri de la alcaldía de Alicante era la crónica de una muerte anunciada es, además de nada original, un poco presuntuoso. Es cierto que la cuenta atrás de su marcha comenzó hace 12 meses cuando estalló el caso Comercio primero, y el despido de la cuñada del líder del PP después, por los que cavó su propia tumba. Pero el paso por el Ayuntamiento de Alicante de Echávarri no ha estado exento de polémica prácticamente ningún día.

La imagen tan deteriorada que arrastra el hasta este lunes primer edil dista de la que le llevó a liderar el PSPV-PSOE y la ciudad. Antes de acariciar el poder, prácticamente había unanimidad en Alicante: el entonces diputado en el Congreso respondía al perfil de un abogado culto que lo tenía todo para abrir las puertas y ventanas de un consistorio impregnado por el aroma a corrupción que habían llevado los alcaldes del PP que le precedieron, Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo. Está claro que su principal cometido no lo ha logrado.

La caída en desgracia de Echávarri comenzó no hace un año sino casi tres, cuando tomó posesión del cargo que ahora deja. Mientras en Alicante el flamante alcalde posaba con la vara de mando agarrada también por los portavoces de Guanyar Alacant, Miguel Ángel Pavón, y de Compromís, Natxo Bellido, a doscientos kilómetros y a la misma hora, el alcalde de Valencia Joan Ribó renunciaba en su discurso a la vara y al mando. Ahí, en esas cuatro paredes, comenzaba el mal fario.

Demasiados gallos en un gallinero en el que los socialistas obtuvieron los mismos concejales que Guanyar Alacant (seis cada uno, por tres de Compromís). Fuentes cercanas a Echávarri apuntan a que “no ha sido precisamente sencillo” trabajar con Compromís y sobre todo con el líder de Guanyar Pavón. De hecho, el reparto de concejalías que otorgó el PSOE (con más peso para la coalición de EU y Podemos) dejó en seguida la impronta de que el Ayuntamiento no solo estaba siendo gobernado por un tripartito sino que en la práctica había tres compartimentos estancos que remaban en direcciones opuestas.

Aunque desde los partidos de izquierdas también recalcan que “el carácter de Gabriel” lo ha condicionado todo. “Le ha pasado factura”, reconocen desde el equipo de Echávarri. Esto explica sus salidas de tono constantes tanto en redes sociales como en la calle, donde ha protagonizado varios rifirrafes con vecinos. Y esto explica cuestiones clave como la negativa del regidor socialista a delegar la concejalía de Comercio donde en diciembre de 2016 supuestamente fraccionó contratos por un valor cercano a 190.000 euros; o su confesión en Facebook días después de que había despedido a Catalina Rodríguez, la funcionaria interina cuñada del portavoz del grupo del PP, Luís Barcala, como represalia por la denuncia interpuesta por el PP en el primer caso.

Líos judiciales

En el último año, Echávarri ha pasado de estar doblemente procesado -a las puertas de sentarse en sendos juicios, por el caso Comercio y el despido por venganza-, a estar doblemente reprobado por un pleno en el que sus socios han optado por salir del gobierno y, finalmente, verse forzado a dimitir ante la presión de contrarios y propios.

“En realidad no ha hecho nada. Han sido errores administrativos y todo se ha sobredimensionado”, afirman desde el equipo de gobierno. Desde el PSPV-PSOE se ha venido insistiendo en que Echávarri no está siendo investigado por casos de corrupción, término que Alicante asocia a los exalcaldes Alperi y Castedo, que se enfrentan a diez años de cárcel por amañar el PGOU para favorecer al empresario Enrique Ortiz.

No guarda la misma opinión la oposición. Si bien reconoce que Echávarri no va a pisar la cárcel, da por hecha una inhabilitación de cargo público. “Es ilegal trocear contratos y tiene que cumplir las líneas rojas de su partido”, aseveran. Por el caso Comercio también están procesados por un presunto delito de prevaricación y suplantación de funciones el asesor socialista Pedro de Gea y el jefe de gabinete del alaclde, Lalo Díez, mano derecha del todavía edil proveniente del mundo del ocio nocturno y cuya presencia en el Ayuntamiento ha debilitado más que ayudado a su amigo de juventud.

Nueva alcaldesa

En definitiva, Gabriel Echávarri no ha sabido rodearse de un equipo de confianza y ha ido tomando decisiones que le han llevado a un callejón con una única salida posible, la dimisión. El PSPV-PSOE espera restablecer en las próximas semanas la confianza perdida e investir a Eva Montesinos como nueva lideresa. Con ella son ya cinco las varas de mando que se han ido sucediendo en solo cuatro años y con ella está por comprobar si el sillón de alcaldía de Alicante tiene mal fario o simplemente gestores incompetentes.

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