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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

“El Gobierno español ha provocado la financiarización de la vivienda y la burbuja del alquiler”

Raque Rolnik, exministra de Vivienda de Brasil y autora de "La guerra de los lugares", antes de su conferencia en Valencia.

Sergi Pitarch

El barrio de Russafa de Valencia, como el de Poble Nou en Barcelona o el distrito Centro de Madrid, están sufriendo duros procesos de gentrificación y de turistificación, que expulsan a los vecinos de clases populares para dejar paso a los turistas y a los ciudadanos con rentas altas. Ante esta preocupación, la Plataforma per Russafa, ha invitado a la arquitecta y urbanista Raquel Rolnik a presentar su libro La Guerra de los Lugares: la colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas. Un ensayo sobre el proceso de “financiarización de la vivienda”. Desde su experiencia en el Gobierno de Lula da Silva en Brasil, Rolnik critica las políticas de Mariano Rajoy y llama a la “regulación” del mercado.

-Llega a Valencia -también pasa en Madrid y Barcelona desde hace un par de años- en un momento en el que la burbuja de los alquileres turísticos ya está empezando a expulsar a los vecinos y familias de los barrios populares. Plantea que esta especulación en la vivienda viene provocada por su financiarización. ¿Podría profundizar en ese concepto?

-Lo que hemos visto, y esto es una tendencia global, es que la vivienda se ha convertido en una mercancía, en un activo financiero. A nivel internacional, el sector de la vivienda ha sido tomado por las finanzas. Esto tiene que ver con la hegemonía de las finanzas sobre todas las demás formas de capitalismo. Pero particularmente el espacio construido ha sufrido este fenómeno porque para los financieros los inmuebles son una garantía para las inversiones. Y se vio en la crisis de las hipotecas. El espacio construido es una garantía para el capital invertido de que esto no va a desaparecer, que tiene una compensación. Lo que ha pasado recientemente es la titularización del espacio construido. Ahora no es necesario comprar y vender para poder obtener los usufructos de las rentas sino que se puede rentabilizar el bien sin ser el propietario total del mismo, teniendo solo una parte. Y esa nueva frontera que se ha superado es el alquiler, con el nacimiento de un sector propietario de viviendas, real o virtual, capaz de generar un gran movimiento de inversión que ofrece grandes rentabilidades. El ejemplo son las Socimis (Sociedades Cotizadas Anónimas de Inversión en el Mercado Inmobiliario) que han comprado edificios enteros devaluados durante la crisis y que los han puesto en el mercado de la renta echando a la gente. Pero también Airbnb ha provocado este fenómeno.

-¿La turistificación o masificación del turismo ha provocado ese efecto de expulsión de los vecinos de los barrios populares de las ciudades?

-Es un problema el hecho de que también hay un mercado global de destinos turísticos. Las ciudades españolas como Barcelona o Valencia son grandes destinos turísticos y tienen un problema, porque toda la política urbana y de vivienda está armada para que se saque renta de los inmuebles y no para que la gente viva. El problema es que, a pesar de que Airbnb puede favorecer al propietario de un piso que alquila una habitación, hay grandes inversores financiarizando la vivienda. También Aibnb tiene inversores que son los propios bancos que provocaron la crisis financiera e hipotecaria. Y ganan mucho dinero, esta es una nueva frontera. Esta lógica ha ocupado los barrios.

-Creo que en España nos ha pillado de sorpresa. Todavía no nos habíamos recuperado del hundimiento de la economía y del precio de la vivienda y en tres años ya vivimos una nueva burbuja, esta vez del alquiler.

-En la historia del capitalismo hemos visto varios ciclos de este tipo. Son ciclos de valorización, devaluación, revaluación. Y este es justamente eso, hubo un ataque del capital financiero global a la vivienda, luego una salida radical de esta inversión y por tanto una devaluación y el stock devaluado se convierte en una nueva oportunidad de inversión. Pero esto solo beneficia a quien tiene una gran capacidad de movilizar capitales. No es para ti, para mi, mi abuela, mi tío, mi vecino, sino para los grandes fondos. Y este juego es el que pierden los vecinos. Es una doble desposesión, la crisis hipotecaria que dejó a millones de ciudadanos endeudados, desahuciados, estafados y ahora, esto se convierte en una demanda de vivienda de alquiler porque no hay opción de acceso a crédito después de la crisis. ¿Y cuál es la respuesta del Estado? El Estado al ver una crisis de vivienda con todo este stock devaluado, en lugar de ver una opción para regular el acceso a la vivienda, hace lo contrario. Atrae capitales para tomar ese stock devaluado. Con ello podemos concluir que esa financiarización de la vivienda, también con la burbuja del alquiler, es cien por cien conducida por el Estado español. Conducida, regulada y atraída. Un Gobierno que debería defender a sus ciudadanos y sus derechos a la vivienda lo que hace es impulsar la política de la golden visa -visados en España para millonarios que invierten más de 500.000 euros en inmuebles-.

-No se aceptan refugiados sirios pero se facilita la llegada “legal” de millonarios rusos o chinos que compran inmuebles millonarios.

-Es una afirmación clara de la posición del Estado español con respecto al concepto de ciudadano. El ciudadano no es la gente que necesita vivienda, el ciudadano es el magnate que tiene capital compitiendo con la gente. Y claro, la gente no puede competir con un magnate ruso o árabe.

-Hecho el diagnóstico sobre la situación actual, ¿Cómo se puede frenar esta financiarización de la vivienda?

-Es absolutamente necesario replantear el tema de la famosa crisis fiscal. La idea de que el Estado está quebrado, que no hay fondos públicos, que la única manera de salir de la crisis es abrir la puerta y que vengan los capitales financieros internacionales. Pero lo que hemos visto en la medidas postcrisis es la enorme cantidad de fondos públicos que han sido movilizados para salvar a los bancos. Entonces, si hay fondos públicos para salvar a los bancos hay fondos públicos para ocuparse de los ciudadanos y de su necesidad de vivienda. No hay fórmula mágica, sino la vieja fórmula de políticas públicas de protección, de apoyo a la vivienda, de regulación del mercado, de regulación de las Socimis, de derogación de la golden visa... Utilizar las herramientas que el Estado tiene para regular no para hacer daño a los ciudadanos sino para ayudarles. Y un cambio en la ley de arrendamientos urbanos es una de las soluciones, así como la regulación de Airbnb, preocupación por la planificación urbana local con respecto a la turistificación.

-Bueno, el Gobierno de Mariano Rajoy hizo modificaciones en el arrendamiento, y es bajar de 5 a 3 años el máximo de tiempo de vigencia de los contratos de alquiler. Ya está provocando la salida de los arrendatarios con menores rentas de los barrios populares.

-Es el claro ejemplo, a parte de la golden visa, ha sido claramente una medida del Estado para destruir el poder de los ciudadanos y aumentar el poder de los propietarios. Una medida activa del Estado de imponer a la gente la financiarización de la vivienda. Hay que cambiar la ley para revertir estos efectos. El alquiler es la nueva frontera de la financiarización de la vivienda y en España han tenido la mala suerte de estar a la vanguardia global de este fenómeno. Barcelona, Madrid, Valencia...

-¿Es este fenómeno el fin de las ciudades de los ciudadanos?

-Creo que no, porque lo que estoy viendo en varias ciudades son procesos potentes de resistencia de los ciudadanos. Una recuperación de los movimientos sociales urbanos, con la recuperación de la ciudad y con la entrada de nuevas generaciones. Este movimiento ya ha introducido algunos cambios en las políticas de las ciudades, como en Barcelona y Valencia, aunque también con límites. En los próximos años nos asistiremos al fin de los ciudadanos, sino el inicio de nuevas luchas urbanas. Tenemos ejemplos como la creación de la PAH o el Sindicat de Llogaters.

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