¿Qué han hecho los romanos por nosotros? Las estructuras de regadío valencianas enfrentan a los historiadores
“A cambio ¿Qué nos han dado los romanos?” En la película de Terry Gilliam La vida de Brian, los integrantes del frente popular de judea plantean qué aportaciones han hecho los romanos a la sociedad. “El acueducto” es la primera respuesta.
Los romanos expandieron sus conocimientos sobre ingeniería hidráulica a lo largo de los territorios en los que tuvieron presencia. En la provincia de Valencia, uno de los más significativos es el de la Peña Cortada, en la comarca de La Serranía. Para el arqueólogo y doctor en arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia Miquel R. Martí Maties, esta se trata de una de las infraestructuras de mayor calibre de la época romana, que los árabes adaptaron siglos después y abastecía de agua para consumo a la Valencia romana. Martí exhibió su tesis, que indica que el acueducto no acababa en la comarca de La Serranía y se extendía por 98 kilómetros hasta Valencia, en el VI Congreso Internacional de Ingeniería Romana celebrado en La Rioja.
Según el arquitecto, la ciudad de Valencia tenía “el poder y recursos suficiente para enfrentarse a una obra de esa magnitud, solo falta conectar los pueblos cuyos tramos se dice que no se acabaron, todos, suman uno entero, olvidados y maltratados durante siglos, hasta ahora mismo”, defiende en la ponencia, basada en las inquietudes del historiador del siglo XVI, Pere Antoni Beuter.
Martí recorre a través de los restos encontrados el camino del acueducto en sentido inverso, aguas arriba desde la ciudad de Valencia hasta el manantial de Tuéjar, que une en sus diversos tramos, incluso los cortados por el río. Resto a resto, el investigador construye 98 kilómetros de obra civil.
El trabajo de Martí, promocionado como un descubrimiento, implica que el sistema de regadío árabe adaptó la infraestructura romana por tramos, constituyendo las acequias y azudes característicos de la Huerta de Valencia, de los que el profesor afirma encontrar restos sepultados en las inmediaciones del acueducto en sus distintos tramos. “El acueducto vertebra el territorio y permite la construcción de parcelas [de regadío]”, expresa el investigador, que añade que los romanos utilizaban el sobrante del agua de consumo para el regadío, frente a la creencia habitual de que su consumo alimentario era de secano. “La hidráulica musulmana es una continuación de la romana”, realizada con otro estilo y los azudes se habrían construido reaprovechando restos del acueducto, al menos dos siglos después.
La rotundidad de las afirmaciones de Martí en el congreso, de las que se hizo eco el diario El País, ha levantado numerosas ampollas en la comunidad científica. Varios historiadores se muestran escandalizados con la contundencia del arquitecto, que leyó su tesis de arqueología en la Universitat Politécnica de Valencia en 2016. La tesis puede consultarse en el enlace sobre estas líneas. “Que un historiador o un arqueólogo digan algo no quiere decir que esto sea aceptado por la comunidad científica, más en el caso de un autor que no publica en revistas académicas”, apunta el historiador Vicent Baydal.
Los historiadores acusan a Martí de falta de rigor y de saltarse los filtros de calidad que exige la universidad a la comunidad científica, como publicar los artículos en revistas especializadas para que puedan ser contrastados. Los investigadores consultados por este diario creen que sobrestima el poder de los romanos y consideran que es poco probable una infraestructura de tal calibre en la época.
José Luis Jiménez Salvador, catedrático de Arqueología de la Universitat de València y especialista en historia de Roma, considera que las afirmaciones de Martí “no tienen base suficiente para decir que la misma obra une Tuéjar y Valencia”. De ser así, expresa, estaríamos ante una de las infraestructuras de mayor magnitud del Imperio Romano, construida previa a su crisis. El catedrático cree que se debería ser más cauto a la hora de airear determinadas tesis y recuerda que “no hay ningún trabajo publicado que se haya podido contrastar”. “Nosotros trabajamos con evidencias materiales”, recuerda, sin desmerecer la tesis. Las conclusiones, reitera, “no están justificados desde el punto de vista material”, al no quedar suficientes restos en todos los tramos. En la teoría de Martí, “hay elementos no conservados y ante la ausencia de restos habría que actuar con más cautela”.
Sobre el sistema de regadío, el experto en historia romana apunta que existen evidencias de anotaciones oficiales sobre conflictos por canales de regadío en el Valle del Ebro en época romana y que en las pinturas de Pompeya ya aparecen jardines con cultivos que no son de secano. “En la cultura romana existía el regadío, no lo trajeron los árabes (...) Existía un sistema de villas y lotes de tierra [por el que se compensaba a los legionarios] que necesitaba agua para cultivar”, lo cual no quiere decir que la sociedad posterior no ideara otro sistema. El entorno de ciudades grandes como Valencia está repleto de asentamientos rurales con restos de explotación agropecuaria, reseña el catedrático.
Más tajante es en sus críticas Ferran Esquilache, doctor en Historia Medieval por la Universitat de València e investigador en la Universitat Jaume I (UJI) de Castelló. Esquilache realizó su tesis doctoral sobre la construcción de la Huerta de Valencia, que data de los siglos VIII a XIII.
El investigador de la UJI emplea los métodos de la arqueología hidráulica y el análisis morfológico de las estructuras agrarias para analizar la formación y la evolución de la huerta en relación con la sociedad andalusí. Sobre estos métodos, deduce, “es evidente que la huerta no tiene nada que ver” con la estructura romana previa.
“El paisaje romano de las ciudades está basado en la centuriación -división de las tierras por cuadrículas- y el cultivo de secano”, apunta, al tiempo que señala que en la península ibérica existía huerta, pero “la hibridación es musulmana”. “Claro que los romanos regaban, no comían solo pan, pero la estructura actual no es suya”, señala el investigador.
Esquilache duda de que entre la crisis del imperio romano y la llegada de las sociedades árabes, separada por más de 200 años, se mantuvieran las infraestructuras para que, como apunta Martí, los árabes pudieran reaprovecharlas en su totalidad. “Valencia estaba prácticamente abandonada”, insiste, al tiempo que reprocha que la tesis de Martí “va en contra de los consensos de la comunidad científica”.
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