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València prevé derribos y realojos en 'casitas rosas' para revitalizar la zona más degradada de la Malva-rosa

Bloques de 'casitas rosas' en el centro de la imagen, junto al campo de fútbol.

Carlos Navarro Castelló

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“Hemos encargado un estudio técnico para determinar el estado real de los edificios de 'casitas rosas' a partir del cual decidiremos los que rehabilitamos y los que derribamos, puesto que sabemos que algunos están en condiciones muy malas y que no hay posibilidad de rehabilitar”.

La vicealcaldesa y concejala de Desarrollo Urbano Sostenible, Sandra Gómez, explicó este miércoles la situación en la presentación de la “hoja de ruta” para llevar a cabo la regeneración urbanística y social del bloque de viviendas conocido como las 'casitas rosas', del barrio de la Malva-rosa. Del estudio encargado por Urbanismo se han extraído una serie de conclusiones con las que se ha confeccionado una hoja de ruta de las acciones que se tienen que llevar a cabo a corto, y medio plazo “para conseguir el objetivo de regenerar y sanear una zona que hoy en día genera importantes problemas de convivencia vecinal”, indicó Gómez.

El plan “se ha inspirado en otro proyectos similares que se han llevado a cabo en otras ciudades de España” explicó la responsable de Urbanismo “y en el estudio propio de esta zona, que nos ha llevado a establecer nuestra propio hoja de ruta para las 'casitas rosas'”. Según Gómez “el estudio explica cómo se debe abordar esta problemática desde un punto de vista urbanístico, arquitectónico y social, posteriormente la empresa municipal AUMSA determinará las acciones concretas que se deben llevar a cabo”.

Esta hoja de ruta nace de un estudio pormenorizado desde varios puntos de vista. En primer lugar se analizó “a pie de calle” la zona, su dotación, el urbanismo y su problemática social; en segundo lugar se han estudiado otros casos similares como el barrio de El Puche en Almería, el barrio del 29 de Octubre, en Valladolid, el de Santa Adela de Granada y el barrio de la Mina, en Barcelona; en tercer lugar se ha consultado con expertos que ya han actuado en situaciones similares; y en cuarto y último lugar se ha realizado una jornada de reflexión y diálogo con los vecinos de la Malva-rosa, para conocer de primera mano sus intereses.

El resultado de este análisis es una hoja de ruta que propone una serie de acciones a corto plazo como la coordinación entre las diferentes administraciones públicas, en especial la Generalitat Valenciana. También propone un estudio arquitectónico y técnico “que determinará cuales son las zonas se deben demolerse y cuales se pueden rehabilitar, así como aportar alternativas para el futuro”. Se deberá determinar “qué va a sustituir a las 'casitas rosas', si queremos vivienda pública, dotaciones municipales, zonas verdes, una plaza, estacionamientos o cualquier otra cosa”, dijo la concejala.

Por último, Gómez afirmó que el estudio determina que todas estas actuaciones “tienen que estar integradas con planes complementarios de drogodependencia, de acción social, de absentismo social, formación o empleo, pero sobre todo de un plan de realojo de todas aquellas personas que se vean afectadas por los derribos, especialmente las familias más vulnerables”.

La vicealcaldesa incidió en la idea de que “ya estamos trabajando en esta hoja de ruta y estamos trabajando con AUMSA para ver lo que vamos a hacer con cada una de las viviendas y esperamos que el plan de ejecute lo más rápido posible”. Una hoja de ruta que en palabras de la responsable de Urbanismo “va a servir para sanear la zona y mejorar la calidad de vida de los vecinos y vecinas, acabando con los problemas de drogodependencia que existen en esta zona”.

Estas viviendas originariamente estaban destinadas a gente con pocos recursos. A producirse la riada de 1957 fueron ocupadas por personas cuyas casas habían quedado afectadas. Posteriormente, la zona sufrió un proceso de transformación y degradación urbanística y social durante la segunda mitad del siglo XX, con el problema añadido de tráfico y venta de drogas. Tal y como recordó Gómez, este fue el motivo por el cual en 1991 con la socialista Clementina Ródenas en la alcaldía se realizaron las primeras intervenciones de demolición para intentar erradicar este problema, unos derribos paralizados con la llegada del PP al Gobierno municipal.

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