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Lámparas de infrarrojos para la piel, ¿hay que protegerse los ojos?

Luz roja para los ojos

Darío Pescador

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Durante años se ha empleado el láser de baja potencia de forma terapéutica para el rejuvenecimiento de la piel, cicatrización de heridas, caída del cabello, y también reducción del dolor y problemas con las articulaciones. Esto hizo que muchas clínicas de belleza compraran equipos muy caros de terapia láser y cobraran de forma acorde por las sesiones. Entonces llegaron los LED, y se descubrió que estas fuentes de luz de bajo coste tenían los mismos efectos beneficiosos que el láser

Las longitudes de onda que se han revelado como las más útiles desde el punto de vista terapéutico son 660 nm (luz roja) y 850 nm (luz infrarroja cercana, que es invisible al ojo). En los últimos años se ha hecho popular exponerse a estas radiaciones luminosas en casa, y hay opciones para todos los bolsillos, desde lámparas de poco más de 20 euros, hasta saunas infrarrojas de varios miles, pasando por paneles infrarrojos de distintos tamaños, desde un palmo de lado hasta los de cuerpo entero que se cuelgan de la pared, con potencias entre 50 W y 1.000 W. También hay máscaras para el tratamiento de la piel de la cara y cuello, e incluso gorros con LED en su interior para tratar la caída del cabello.

Aunque la luz del infrarrojo cercano es invisible, la luz roja de estos dispositivos es muy intensa, ya que deben tener potencia suficiente para ser efectivas. Esto ha hecho que mucha gente se pregunte si la exposición a esta luz puede dañar los ojos, o por el contrario, ser beneficiosa. 

Los ojos y los infrarrojos

Desde hace años se sabe que los sopladores de vidrio, que están expuestos a vidrio fundido incandescente, que emite una gran cantidad de luz infrarroja, sufren más cataratas que la media cuando envejecen. Esto llevó a los científicos a pensar que la radiación infrarroja era la causa, pero hoy no está tan claro. Nuevas investigaciones han desvelado que el problema con los sopladores de vidrio no era la luz, sino el calor. Al tratar de causar cataratas a ratones de laboratorio exponiéndolos a luz infrarroja, pero manteniendo la temperatura constante, la vista no se veía afectada

Al contrario, parece que la exposición a luz infrarroja, siempre dentro de los márgenes de seguridad, puede incluso mejorar la visión. Para comprenderlo hay que fijarse en los efectos que tiene la luz infrarroja sobre las mitocondrias, los orgánulos que proveen de energía a nuestras células. 

Estudiando las células musculares se pudo comprobar que la luz infrarroja cercana estimulaba a las mitocondrias. Teniendo en cuenta que el envejecimiento está asociado a una disfunción de las mitocondrias, esto puede explicar sus los efectos beneficiosos sobre la piel, donde se ha observado que la luz infrarroja estimula la producción de colágeno. También explica la mejora en la cicatrización de las heridas, el aumento de la oxigenación de las células y la circulación, la reducción de las arrugas, los efectos antiinflamatorios, e incluso la mejora de la función cognitiva cuando se estimula el cerebro con luz infrarroja a través de la nariz. 

Si algunos estudios indican que la luz azul de las pantallas puede dañar los ojos (además de alterar el sueño) la luz roja e infrarroja parece tener un efecto protector para la vista, y mejorar el sueño. Esto no quiere decir que haya que mirar fijamente a la luz infrarroja a corta distancia. Cualquier luz suficientemente intensa, visible o no, tiene la capacidad de dañar la retina y la córnea, como ocurre al mirar directamente al sol.

Los beneficios de la luz roja para la vista

Este documento del fabricante de bombillas OSRAM da una indicación de la seguridad de los LED infrarrojos muy conservadora. Para que se produzcan daños sería necesario un comportamiento extremo, como mirar fijamente durante más de 16 minutos a una lámpara de 100 W a una distancia menor de 20 centímetros. De hecho, si esto se hiciera con una bombilla normal también podría haber riesgos. Sin embargo, basta con cerrar los ojos para que el 70% de la radiación se refleje en nuestros párpados, y el resto se difunda suavemente a través de ellos. 

Más bien al contrario, la luz infrarroja en intensidades adecuadas puede ayudar a regenerar la retina y prevenir la degeneración macular, la principal causa de ceguera en personas mayores. También protege a las personas que sufren retinopatía a causa de la diabetes. Aunque las longitudes de onda que tienen las lámparas comerciales (650-670 nm para la luz roja y 830-850 nm para la infrarroja) tienen efectos positivos en distintas afecciones de los ojos, la más eficaz para la vista parece ser la luz roja. 

La otra ventaja es que la terapia con luz roja en infrarroja necesita muy poco tiempo para ser efectiva, entre uno y cinco minutos de exposición, lo que minimiza aún más el riesgo de posibles daños a los ojos. 

Por último, la terapia con luz roja puede ayudar a mejorar la calidad del sueño. Si la luz azul suprime la melatonina en el cerebro y altera el sueño, se ha comprobado que la exposición a luz infrarroja durante unos minutos por la mañana reduce la inercia del sueño, es decir, evita la sensación de que “se pegan las sábanas” y nos cuesta despertarnos. 

En otro experimento con jugadoras de baloncesto en China, la exposición a luz roja en infrarroja durante dos semanas bastó para que mejorara la calidad del sueño, el nivel de melatonina en sangre y el rendimiento en las pruebas de resistencia.

En resumen, encender una lámpara combinada de luz roja e infrarroja durante cinco minutos por las mañanas, y mirarla a cierta distancia, o a una distancia más corta con los ojos cerrados, lejos de ser peligroso para nuestros ojos, puede ser suficiente para protegerlos, hacer que durmamos mejor y, de paso, es posible que mejoren nuestras arrugas. 

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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