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La muestra más confusa de Giorgio de Chirico se expone en Caixaforum

Sole sul cavalletto (1972)

J.M. Costa / J.M.Costa

¿No es culposamente confusa una exposición en la cual faltan los originales que un pintor realizó en los años  10 y 20 del s. XX y en vez de ellos se exponen auto-falsos de aquella época realizados por el mismo pintor en los años 60 y 70?

Si el pintor viviera, podría parecer una provocación tardo-dadaísta, pero como Giorgio de Chirico murió en 1978, no cabe esa disculpa. Sueño o realidad, el mundo de Giorgio de Chirico permanecerá en Caixaforum de Madrid hasta el próximo 18 de febrero tras haber pasado por Barcelona y tiene que ver con un legado que ha de movilizarse, con la falta de rigor en ciertos eventos culturales (o sus títulos) y, no en último lugar, con la personalidad del artista.

Giorgio de Chirico nació en 1888 en la ciudad griega de Volos, hijo de padres de origen italiano pertenecientes a la nobleza menor. Su hermano Andrea, nacido tres años más tarde fue también un escritor, músico y pintor que adoptó el nombre artístico de Alberto Savinio. Giorgio permaneció en Grecia hasta los diez y siete años y su lengua natal fue el griego, aunque luego aprendería italiano, francés y alemán.

En 1900 ingresó en el Politécnico de Atenas para estudiar pintura, pero en 1906 dejó Grecia para viajar con su madre y su hermano, primero a Milán y luego a Múnich, donde siguió estudiando. Ya de nuevo en Florencia realizó su primera pintura metafísica en 1910, l'Enigma di un pomeriggio d’autunno.  

Entre 1911 y 1915 vivió en París con su hermano coincidiendo con las celebridades artísticas de la época, desde Picasso hasta el poeta y crítico Apollinaire, quien aparentemente fue el primero en utilizar la expresión pintura metafísica. Más tarde de Chirico sería adoptado por los surrealistas pero salió tarifando con ellos cuando decidió dedicarse primero a un cierto neo-clasicismo y luego a un neo-barroco.

Pero es que saltamos de fechas. Debe ser el sino de de Chirico. Esas pinturas admiradas por Apollinaire y los surrealistas nacieron en los años diez del pasado siglo. Aunque aquí no puedan verse, dado que no hay ninguna. La leyenda dice que de Chirico tuvo una visión hacia 1910 cuando, estando sentado en la Plaza de la Santa Cruz en Florencia. De esa visión habrían surgido los paisajes urbanos vacíos que le dieron a conocer.

No hay por qué dudarlo, aunque también podría ser que durante su estancia en Florencia hubiera visto pinturas renacentistas de arquitectura (hay muchas) tipo La citta ideale de atribución discutida. Aquella fascinación con el espacio arquitectónico-urbano no podía ser más lógica en unos momentos donde la pintura occidental estaba desarrollando la perspectiva matemática.

De Chirico tomó prestado el tema, desnudó de adornos los edificios, acentuó lo lineal, utilizó una luz muy poco matizada, colores planos y poco naturalistas y además subvirtió aquí y allá las reglas de aquella perspectiva. Más tarde añadiría a los cuadros maniquíes sin rostro, lo cual contribuía al ambiente de irrealidad.

La etapa metafísica de de Chirico duró relativamente poco, pero en vista de que las posteriores (a partir de 1919) no tuvieron mayor éxito de crítica, aunque sí durante algún tiempo de público, regresó al estilo una y otra vez. De algo hay que vivir (bien) y quien ideó una historia tiene  todo el derecho a explotarla. Al fin y al cabo ya la habían utilizado surrealistas como Magritte o Dalí y Tanguy. Y más tarde en el Palazzo della civilta e del lavoro (Roma, 1943) fascista que, directamente inspirado en el Coliseo, no deja de parecer un de Chirico absoluto, sobre todo en algunos encuadres.

Y esa es la pintura metafísica que se ve aquí, cuadros de los años 60 y 70, hasta la muerte del pintor en 1978. No es que sean malas, incluso hay alguna estupenda, pero por alguna razón parecen haber perdido ese misterio que tenían los originales.

El resto de las pinturas y alguna escultura, hasta 143 en total,se dividen en varias épocas reconocibles, como las ya mencionadas neoclásica y neo-barroca que deben tener su mérito dada su influencia en generaciones futuras como la Nueva Figuración en España en los setenta, pero su Autorretrato con vestido negro (1948-54) no es que pueda compararse con referencias obvias como Rubens. Ni siquiera emularlas. También hay cuadros de caballos y algunos bodegones, temas favoritos a lo largo de los años.

Parece que hay una coincidencia desde los surrealistas hasta la crítica contemporánea en que lo realmente interesante de de Chirico es aquella primera época, incluso aunque su carácter metafísico nunca fuera explicado de manera muy convincente. Lo que viene después puede interesar a muchas o pocas personas, pero incluso a quienes les guste seguramente reconocerán que de Chirico no habría pasado a la historia de la pintura por ello.

Otro tema es la exposición en sí. Está explitamente claro que se ha realizado en base al legado del pintor, que dese 1998 administra la Fondazione Giorgio e Isa de Chirico. El legado es nutrido, unas 550 obras pero incluye sobre todo trabajos de sus últimas décadas y nada de las primeras, que reposan en diferentes museos de medio mundo. Según todos los indicios y sus quejas, de Chirico tampoco debía vender demasiado en los últimos tiempos, algo no tan raro en quien llegó a nonagenario, y ellos explicaría tan voluminoso legado.

Esto es lo que ha venido, los fondos de una fundación que tiene interés, también económico, en moverlos. La Fondazione de Chirico está en su pleno derecho, pero la Fundación La Caixa tal vez debería haber caído cuenta de que esta exposición carece del más mínimo rigor técnico para ser presentada como El mundo de Giorgio de Chirico. Simplemente con haber añadido algo así como Los últimos años de… se habría solucionado en parte el desaguisado. Pero no es así  y tampoco es cuestión de entrar en muchos más detalles cuando el planteamiento falla tan de entrada.

El visitante potencial con interés en informarse podría sacar la impresión de que Giorgio de Chirico pintó únicamente durante los últimos veinte-treinta años de su larga vida. Ese espectador debería ser advertido de que los cuadros que esto no fue así y su obra principal data de la década de 1910-1920. Para enterarse ha de leerse el catálogo. Desgraciadamente en la exposición apenas se explica.

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