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La cómica Henar Álvarez aborda sin pudor el deseo femenino en “La mala leche”

La cómica Henar Álvarez aborda sin pudor el deseo femenino en "La mala leche"
Madrid —

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Madrid, 18 nov (EFE).- Contar una historia en la que se viese que “las mujeres también deseamos, que no solo nos gusta ser deseadas”, eso es lo que ha hecho la guionista y cómica Henar Álvarez en “La mala leche”, un cómic en el que la irreverencia y el descaro se vuelven necesarios, porque el mensaje lo necesita.

“En realidad para mi no ha supuesto un atrevimiento, el personaje soy yo, y yo soy así, en realidad casi todas las cosas que cuento me han ido pasando en mi vida, solo que las he reunido para explicar el deseo”, cuenta a Efe Álvarez sobre el contenido de este cómic publicado por la editorial Planeta.

Una obra, convertida en viñetas de la mano de la ilustradora Ana Müshell, en la que el hilo conductor es la maternidad con el objetivo de desarrollar todas las sensaciones y experiencias que vivió en primera persona.

“Tenía muy claro que la maternidad es el contexto, pero va sobre el deseo, lo que quería era contar una historia en la que se viese que las mujeres también deseamos, que no solo nos gusta ser deseadas, y mostrar que ese deseo nos puede traer problemas, y nos los trae constantemente”, destaca.

Porque, según añade, esta madrileña (1984) no conoce a ninguna mujer “a la que no la hayan llamado puta”, porque en esta sociedad “no se está acostumbrado a que se muestre la sexualidad de manera abierta”, sobre todo si lo hace una mujer para su “propio disfrute”.

Así que quería contar una historia “sobre qué pasa con esto”, sobre qué pasa si durante los meses de lactancia su mayor deseo es que su marido beba de la leche que sale de sus pechos.

“Le di muchas vueltas al arranque del libro porque he escuchado mucho esto de que los hombres si no tienen lo que les guste en casa, se van a buscarlo fuera. ¿Y nosotras?, qué pasa cuando no tenemos en casa lo que queremos. Por eso quería mostrar un detonante de historia en el que yo pidiese algo, y que si no se me da lo quiero buscar fuera de casa”, explica acerca de este arranque de la historia.

Porque, explica: “Solo teníamos tres meses, porque la lactancia iba a desaparecer, y qué hago, ¿me quedo con esa fantasía para siempre?”.

Así que sin pudor, porque la cómica “no lo conoce”, presenta esta historia en la que sale “en pelotas” en la mitad del libro, pero no resulta algo gratuito, sino lógico y necesario.

“Si estoy mirándome en el espejo jodida porque mi cuerpo acaba de pasar por un parto y estoy hecha un cuadro, me miro desnuda, en ese momento nos escudriñamos cada centímetro”, expresa.

Pero en “La mala leche” su autora también muestra sus miedos, en concreto la “tanatofobia”, eso que durante tiempo confundió con hipocondría y que “tiene frito” a su pareja.

“Yo me lo paso muy bien, me gusta mucho vivir -añade entre risas- a veces tengo discusiones con mi pareja porque le planteo que por qué nos tenemos que morir”.

En cuanto a la parte gráfica, según explica, el color predominante es el rosa clarito no por una cuestión de “ideología” -se trata del color con el que se identifica a la feminidad- sino porque simplemente “pegaba” con la historia.

Pese a reconocer que 2020 está siendo un “año de mierda”, Álvarez está “contentísima”, no solo por ver publicado este trabajo sino porque, como anunció ayer la productora Secuoya, “La mala leche” se convertirá en una serie de ficción con capítulos de 30 minutos.

“Me están pasando las cosas más bonitas de mi vida, soy una amante del audiovisual y siempre ha sido el objetivo de mi vida, y me ha llegado gracias a este libro. Ahora mismo me paso todos los días pensando en cómo hacer crecer esta historia, eso es mi vida”, concluye.

Por Pilar Martín.

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