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Mad Men: auge y caída de un narcisista

Don Draper, el perfecto narcisista

Marta Peirano

Tener un trastorno narcisista de la personalidad no es sólo tenérselo muy creído, es similar a una sociopatía. Los narcisistas y los psicópatas comparten más rasgos que diferencias pero rechazamos a unos y admiramos a los otros. Esto es porque, mientras que al psicópata no le importa lo más mínimo lo que piensan de él los demás, el narcisista necesita ser amado, admirado o, al menos, temido para sentirse bien consigo mismo. Por eso suelen ser encantadores, atractivos y carismáticos. Si no sabes de qué estamos hablando fíjate en Don Draper, el ejemplo más perfecto que nos ha ofrecido la televisión.

1. Es un encantador de serpientes. El narcisista es adicto a la atención ajena -lo que los psicólogos llaman “suministro narcisista”- y, al igual que los drogadictos y los alcohólicos, invierte mucho esfuerzo en camelar a los demás. Son maestros de la apertura y brillan en la distancia media, donde pueden deslumbrar sin arriesgarse a perder comba. Como le dice una de sus novias en la segunda temporada, a Don sólo le gustan los principios de las cosas porque, como todos los narcisistas, está condenado a herir y decepcionar a todo aquel que se acerque demasiado a su pequeño corazón de piedra.

Antes o después, las personas cercanas descubren al hombrecillo operando detrás de la cortina. La última en soltarse la venda de los ojos fue su hija Sally, que le pilla en paños menores consolando a la vecina y entra en una espiral de disgusto y decepción.

2. Es un controlador. Típicamente, el narcisista es capaz de decir cualquier cosa para conseguir lo que quiere y suele cultivar su perfil más heroico o esotérico para ejercer control sobre los demás. Hay profesiones que atraen poderosamente al narcisista porque ofrecen un contexto donde pueden ser el centro de atención y ejercer poder sobre otros: cura, artista, líder espiritual, político, psiquiatra... o publicista. La mirada embelesada de sus novias, clientes y jefes le hace a Don sentirse como un triunfador, pero su verdadera naturaleza se revela con especial desnudez cuando encierra a su vecina en la habitación del hotel.

3. Es un mitómano. Su principal característica es la grandiosidad, aunque algunos lo llaman arrogancia. El narcisista no hace cola, no reserva, no pide favores y no da explicaciones. Cuando tiene talento, como Don, su grandiosidad se suele confundir con arrojo o idiosincrasia, pero es simple desprecio por los demás. ¿Recuerdan cuando se queda encerrado con un grupo de hipsters durante una redada y le acusan de ser un agente del mal? El narcisista desprecia abiertamente a todos los que no reconocen su superioridad y secretamente a todo el mundo, porque prefiere rechazar antes de que le rechacen. Su sentido de superioridad es en realidad un complejo de inferioridad sublimado a la millonésima potencia.

4. No tiene personalidad. El narcisista es una cáscara vacía, no tiene sustancia, pero construye cuidadosamente su personalidad para proyectar la imagen que le hace sentirse seguro, poderoso y en control. Tienen fantasías de éxito ilimitado, poder, ingenio, belleza o amor imaginarios. Por eso se parecen tanto a un personaje de novela, de película y hasta de un anuncio publicitario, porque han adoptado los signos de esos lugares comunes y no tienen los rasgos típicamente contradictorios de una verdadera personalidad. Se pone y se quita valores como quien se pone un traje y muda de piel varias veces en su vida. En el caso de Don Draper ni siquiera es metafórico: no es Don Draper sino Dick Whitman, pero vio la oportunidad de escapar de su propia vida y adoptar la de otro y no dudó.

5. Es incapaz de empatizar. Aunque esta condición se revela en todas y cada una de sus relaciones, desde su mujer a sus hijos pasando por sus subalternos, Don hizo especial gala de su incapacidad para conectar con sus congéneres cuando su hermano vino a pedirle ayuda y él le echó de su vida sin contemplaciones. Sus momentos de ternura son siempre momentos de identificación, que es exactamente lo contrario. La empatía es tener la capacidad de sentir lo que siente otro y entender su punto de vista o, como se dice vulgarmente, ponerte en sus zapatos. La identificación es ponerle al otro los tuyos.

6. Es un escapista. El narcisista contruye una vida artificial y se queda atrapado en ella, un castillo de naipes que depende de su habilidad para seguir contando mentiras. Antes o después, la frágil estructura se tambalea y el narcisista intenta espapar. Don se busca una rubia gélida que le proporcione una familia perfecta en una casa perfecta a juego con su trabajo perfecto pero, cuando por fin tiene el pack, empieza a buscarse novias y a querer escaparse con ellas y dejarlo todo atrás. Su anuncio de la playa, donde un hombre se quita el traje y desaparece en el mar, fue interpretado por todos como una metáfora del sucidio, porque no son narcisistas. Para Don, es una vía de escape porque está atrapado en la vida de Don Draper y quiere abandonar ese cuerpo, igual que dejó atrás el de Dick.

7. Es un explotador. No le duele ni le avergüenza manipular a los demás, por eso es el publicitario perfecto. A pesar de su falta de empatía, es capaz de simular y manipular emociones verdaderas para conseguir sus metas. Es el protagonista de su propio melodrama y las personas que hay a su alrededor son siempre extras a su servicio, instrumentos en su entorno que no tienen categoría propia. En ese sentido, su relación con Peggy es ejemplar: cuando ella se cansa de ser explotada, manipulada y maltratada, y amenaza con irse, Don la camela sugiriendo que siente por ella las cosas que ella quiere oír.

8. Es autodestructivo. El narcisista se odia a sí mismo, lo suyo no es un exceso de autoestima sino una falta de ella. Es un trastorno habitual entre los niños maltratados, el narcisista suele ser hijo de narcisistas -que son padres espantosos incluso cuando no son violentos físicamente-, y acaba imitándolos para sobrevivir a ellos. Don tuvo una infancia especialmente difícil, que la serie nos ha mostrado con flashbacks para documentar la desintegración de su personalidad y el germen de todos sus males.

9. No tiene cura. El niño que construye un “superyo” para sobrevivir a una infancia difícil acaba encerrado en esa construcción y nunca crece ni cambia. Los narcisistas piensan genuinamente que sin su coraza de mentiras nadie los querrá, o que serán aplastados o que desaparecerán en la nada o que morirán, incapaces de respirar el mismo aire que los demás sin la protección de su supercoraza. Dependen del narcisismo, pero prefieren llamarlo voluntad, ambición o egoísmo, que son valores heroicos.

10. Es irresistible. Porque, como dijo Gore Vidal, narcisista emérito por la Universidad de Washington, un narcisista es siempre alguien más guapo que tú.

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