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“Para frenar el cambio climático es urgente que pasemos de la lucha individual a la colectiva”

Cientos de jóvenes se reúnen cada viernes en Valencia para exigir medidas contra el cambio climático

Laura Martínez

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Desde hace un mes, cada viernes se concentran en las principales ciudades españolas cientos de jóvenes reclamando a los dirigentes políticos soluciones. Los ecologistas, en su mayoría estudiantes y jóvenes, protestan en sintonía con otros jóvenes europeos para exigir que se tomen medidas políticas para frenar el cambio climático. Lo hacen bajo el lema 'Fridays for future' (viernes para el futuro) porque creen que el presente no puede exprimir los recursos de mañana.

Aunque los 'ecomilenials' aún están organizándose como movimiento y elaborando manifiestos y propuestas concretas, tienen claro que su objetivo son políticas públicas que obliguen a individuos, empresas y entidades a actuar. “Existe consenso entre la comunidad científica de que la contaminación de la atmósfera generada las personas que habitamos el planeta es la razón principal del calentamiento global”, afirman.

Desde el ámbito académico y el de la investigación, varias expertas explican a eldiario.es hacia dónde creen que deberían ir encaminadas estas medidas. Las académicas coinciden en varios puntos: debe haber una legislación más severa, impuestos que regulen el sobreconsumo, mayor investigación en energías renovables y la acción individual debe pasar a ser colectiva.

“Es muy urgente que pasemos de la lucha individual a la colectiva” considera Maria José Estrela, profesora de Geografía en la Universitat de Valencia. Estrela coordina el grupo Climamet, sobre riesgos meteorológicos y riesgos hídricos y afirma: “Debemos minimizar nuestro impacto porque tenemos muchos estudios y datos que nos indican que no podemos seguir con un modelo energético basado en el carbono, en la energía fósil”.

“Para poder aumentar menos de 2 grados la temperatura media del planeta, necesitamos reducir las emisiones globales un 40% en 2030 y un 95% el 2050. Ni con los acuerdos de París podemos conseguir una reducción tan ambiciosa, pues deberíamos estar reduciendo entre un 6% y  un 8 % anual para llegar a nuestro objetivo”, advierte Celsa Monrós, responsable de Educación de EIT Climate-KIC Spain. Esta iniciativa europea del EIT (Instituto Europeo de Innovación y Tecnología), se dedica a abordar la mitigación y adaptación del cambio climático desde la Innovación y el Emprendimiento. 

La investigadora cree que se debe enfocar la política hacia una economía circular y que la industria “debe hacer un esfuerzo reduciendo sus emisiones drásticamente, cambiando el origen de sus materias primas, entendiendo que sus recursos pueden venir de lo que hasta ahora entendíamos por residuos e incluso plantearnos la reconversión de economías regionales, como cuencas mineras extractivas de carbón que deberán reinventarse totalmente”.

Movilidad sostenible: hacia una ciudad sin coches

En las ciudades, donde se concentra el 80% de la población, replantear la movilidad se dibuja como un objetivo fundamental. “Hay que rediseñar las ciudades: crear ciudades más verdes y resilientes, con energía limpia y descentralizada”, considera Monrós.

En el mismo sentido, Estrela propone una batería de medidas que van desde la restricción al vehículo a motor privado y los aparcamientos disuasorios para vaciar las ciudades de tráfico a “ayudas reales y sostenidas al coche eléctrico, reduciendo mediante subvención pública el diferencial de precios; cofinanciando diferentes administraciones públicas y empresas privadas la multiplicación de puntos de recarga en puntos estratégicos”. Y añade, se debería obliga a empresas con parking reservar un porcentaje de aparcamientos y puntos de recarga; obligando por normativa a que gasolineras en grandes vías interurbanas dispongan de puntos de recarga rápida, que permitan desplazamientos interurbanos de distancias medias. Para ambas, resulta fundamental vaciar las ciudades de tráfico. Según la Dirección General de Tráfico, en España el 30% de toda la energía que se consume se dedica al transporte. 

Gestión del agua y de los recursos naturales

Los recursos naturales son otra de las patas que preocupan a las investigadoras. Monrós considera que la alimentación debe reducir su huella de carbono, minimizando el consumo de alimentos de origen animal, promoviendo la ganadería extensiva y el consumo de alimentos de proximidad o reduciendo el desperdicio alimentario. Según sus datos, puede suponer hasta un tercio de la producción de alimentos.

“Se puede avanzar hacia pautas de consumo más responsable. Además de intensificar la educación y concienciación de la ciudadanía, se deberían explorar medidas disuasorias a través de impuestos al sobreconsumo” como sucede en otros países europeos, explica Estrela sobre el consumo de agua. “Las empresas u organismos responsables pueden y deben extremar la vigilancia para evitar las pérdidas en los sistemas de distribución del agua, que llegan a ser muy elevados, incluso a veces superiores al 20%”, añade, en referencia a las actividades industriales.

Para la responsable de Climamet la investigación enfocada a la búsqueda de nuevos recursos se revela como fundamental. Se debe invertir en estudios que permitan valorar el uso que se le pueda realizar a otras entradas al sistema hídrico, como es el caso del agua de niebla. “En nuestro territorio supone, dependiendo de las áreas, una entrada al sistema que puede tener gran valor para usos determinados como la restauración forestal, extinción de incendios, abrevaderos de fauna salvaje”, aclara la docente.

¿Hacia dónde deben ir las soluciones?

“La legislación reciente está encaminada a tomar medidas para evitar los efectos de determinadas acciones que puedan ser nocivas, por ejemplo, en el ámbito forestal”, explica Francisca Ramón, profesora de Derecho Civil en la Universitat Politécnica de Valencia, que cree que el camino debe ir hacia una normativa más clara respecto a las actividades perjudiciales, así como un régimen de sanciones efectivas, junto con una concienciación de la población, “para que se supere la máxima de quien contamina, paga”.

Para Monrós, se deben sumar esfuerzos en lo que el KIC llama “pirámide de la innovación”. La universidad, explica, debe actuar como generadora del conocimiento y formadora de los nuevos perfiles profesionales que van a requerirse, los centros de investigación como proveedores de soluciones innovadoras que poner en marcha, las empresas y los emprendedores como motores de ese cambio económico que ponga los nuevos productos y servicios en el mercado trabajando de una forma totalmente diferente, y las administraciones facilitadoras del marco normativos a través de incentivos y reglamentaciones que faciliten la adopción de los nuevos modelos.  

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