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La caída del conseller de todos los presidentes del PP valenciano

Castellano ha sido relevado como Conseller de Gobernación

Toni Cuquerella

València —

Alberto Fabra puso fin este jueves a 15 años de trayectoria de Serafín Castellano vinculada al gobierno valenciano. Castellano pasa por ser el único conseller que ha estado en gobierno de todos y cada uno de los presidentes de la Generalitat del PP, entró en el Consell de la Mano de Eduardo Zaplana, continuó con la interinidad de José Luis Olivas, entró en el ejecutivo de Francisco Camps y ha sido un fiel conseller de Fabra.

Serafín Castellano, de 49 años y licenciado en Derecho por la Universitat de Valencia, ha estado ligado casi toda su vida a la política. Con sólo 27 años fue alcalde de su municipio, Benissanó, cargo que ocupó hasta desde 1991 y hasta 1999. Entonces Zaplana lo llamó para desempeñar la carterade Justicia y Administraciones Publicas (1999-2000), y posteriormente pasó a Sanidad (2000-03) donde se quedó en el gobierno Olivas. La era Camps la empezó de portavoz del PP en las Corts durante su primer mandato, para aterrizar en el segundo en Gobernación (2007-14), cargo en el que ha estado hasta ayer también con Alberto Fabra.

Pero la estrella de Serafín Castellano se ha ido iluminando con la del PP, y también apagando. Diputado autonómico por Valencia desde 1991, y hasta la actualidad, en su subida política ha tenido entre sus principales responsabilidades la de ponente en la reforma del Estatuto de Autonomía de la Comunitat Valenciana que vio la luz en el año 2006. El año siguiente Camps renovaba mayoría absoluta y entraba en su gobierno como conseller de Sanidad.

Fue en esta legislatura cuando empezaron sus quebraderos de cabeza judiciales. Pese a que no ha estado imputado sí estuvo salpicado por el caso 'Taroncher', por haber concedido como conseller obras menores a una empresa constructora con la que está vinculada su familia; el caso fue archivado por el TSJCV por falta de concreción en los delitos y en los autores. Ahora más recientemente se ha visto involucrado también en la acusación del sindicato CGT de que la Conselleria de Sanidad habría enchufado a su hermano poniéndolo como director de un hospital.

Castellano alcanzó su máxima responsabilidad interna en el PP llegando a secretario general con el encumbramiento de Alberto Fabra como presidente del PPCV, que heredaba el 'emporio' camps. Pero este nombramiento no fue muy bien visto por los barones territoriales, especialmente el presidente del PP de la provincia de Valencia, Alfonso Rus, que llegó a promover un voto de castigo en forma de abstención en el congreso 'popular'. El enfrentamiento de Castellano con Rus continuó en los congresos locales y comarcales rivalizando con candidatos apra dirigirlas, pero Rus se llevó el gato al agua en la mayor parte de los casos.

Entre sus últimos fracasos Serafín Castellano quedó en evidencia cuando Canal 9 estaba en entredicho y aseguró que “si no existiera habría que inventarla”, para pocos días después cerrarse el ente. También acosado por los numerosos incendios en los montes valencianos de los que le responsabilizan por los recortes en prevención, además de instigar el discurso anticatalanista -como responsable de política de símbolos que es-, y que no está sirviendo de flotador a los conservadores.

Con el desmoronamiento del PP en las elecciones europeas muchos fueron los ojos que se posaron sobre él, ya no había marcha atrás, y sacudir el aparato del partido se convocó a los barones territoriales (a los presidentes provinciales y a la alcaldessa de Valencia). Castellano estaba sentenciado y fue ejecutado, Isabel Bonig sería su relevo como secretaria general del PP valenciano, y este viernes se acabará de reestructurar el segundo escalafón.

La renuncia de Paula Sánchez de León a la Delegación del Gobierno fue la mejor puerta que se abrió para dar una salida honrosa al fiel escudero de Fabra, apartado del organigrama del PP valenciano y de la Generalitat; este viernes el consejo de Ministros tiene que confirmar este destino. Pero hay que recordar a sus críticos internos que el cargo permitirá a Serafín Castellano no desaparecer de la primera línea política, y que lo podría llegar a convertir en uno de los últimos baluartes del PP en la Comunitat Valenciana si se confirma el hundimiento en las próximas elecciones autonómicas, al menos hasta las generales.

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