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La paradoja de Ceuta: así consigue ganar el discurso xenófobo de Abascal en una ciudad con la mitad de población musulmana

Vox logra el escaño de Ceuta imponiéndose al PSOE y al PP

Gonzalo Testa

Ceuta —

Los nombres más comunes entre los recién nacidos en Ceuta son Mohamed y Yasmin. Podría parecer que el discurso xenófobo de Vox no tenía fácil triunfar en una ciudad fronteriza habitada por cerca de la mitad de la población árabo-musulmana, con apellidos similares a los que el líder de extrema derecha leyó en un mitin para impulsar la falsa idea del abuso de ayudas entre la población extranjera. Sin embargo, en un tiempo récord, la formación de Abascal ha conseguido el mayor porcentaje autonómico (35,2%) de respaldo en las urnas.

En apenas tres años, el partido de extrema derecha ha pasado de obtener 139 votos en Ceuta, menos de la mitad que el PACMA, a convertirse en el más apoyado en las últimas elecciones y a hacerse con un escaño y un senador por la ciudad autónoma. En contraposición, el PSOE logró colocarse como primera fuerza en la convocatoria de abril gracias al apoyo de la periferia: árabo-musulmana, pobre y parada.

En estos seis meses de expansión entre unas elecciones y otras, el partido de Abascal cambió su estrategia de campaña en la ciudad autónoma. En abril, Rafael Rodríguez, el entonces candidato de Vox por Ceuta insinuó que cerraría mezquitas y expulsaría a los imanes “que promuevan el integrismo o el menosprecio a la mujer”.

El rechazo hacia este tipo de declaraciones se desató en el ámbito político y social: desde el candidato ceutí del Partido Popular, que tachó su promesa de “deleznable”; a la comunidad musulmana, que publicó una carta abierta dirigida al partido de extrema derecha. La reacción también se palpó en las urnas el pasado 28 de abril: la participación superó el 60% por primera vez en diez años y todos los escaños de la ciudad pasaron del PP al PSOE. De cara al 10N, la formación de extrema derecha ha optado por moderar su mensaje sobre el Islam. Y ha ganado.

Durante la última campaña electoral en Ceuta, Vox aparcó los mensajes con connotaciones religiosas y se centró en su discurso contra la inmigración y frente al país vecino: “Le vamos a exigir a Marruecos un reconocimiento claro, expreso y determinante de la españolidad de Ceuta y Melilla. Si no lo hace, que está en su derecho, nosotros también en el nuestro de que no vea ni un euro más de los españoles”, afirmó Ortega Smith frente a las bases locales. Tras hacerse con el escaño en el Congreso, el presidente local de Vox prometió que la candidata Teresa López representaría “a todos los ceutíes con independencia de credo o raza”.

La disparidad y desigualdad de la sociedad ceutí

Según el discurso oficial, Ceuta es un “crisol de culturas”. Sus 80.000 habitantes se reparten casi a partes iguales entre la comunidad cristiana-occidental y la creciente árabo-musulmana. A ellas se suman la judía y la hindú, minoritarias pero con un peso socioeconómico muy significativo.

Pero esos azulejos no se reparten de forma armónica en el mosaico caballa, de apenas 19 kilómetros cuadrados. El centro, antaño separado del continente por un foso, concentra a la población con mayor poder adquisitivo, conservadora y tradicionalista, siempre ha sido el feudo del PP. En el primer cinturón de la periferia se agrupan los barrios de la primera expansión hacia el Campo Exterior. Con miles de viviendas militares, es el gran caladero de Vox. En el extrarradio se asienta la población árabo-musulmana, que concentra las mayores tasas de paro, infravivienda y fracaso escolar.

El partido de extrema derecha ha conquistado el centro de la ciudad (occidental, pudiente y funcionario) y el PP solo ha ganado cuatro de 56 secciones electorales, las de mayor poder adquisitivo. Los de Abascal han arrasado en los barrios de rentas medias-altas y han compartido con el PSOE las zonas casi mileuristas. Los socialistas han ganado en las 14 más pobres, que coinciden con las que han registrado una abstención superior al 50%. Aunque con un apoyo residual (370 votos al Congreso), Vox también concitó más apoyo en el Príncipe que el PP y fue la segunda fuerza más votada.

Un 35,5% del electorado de Ceuta ha 'comprado' a Vox el discurso duro frente a Marruecos y el mensaje antiinmigratorio. “Las cosas no son como son, son como elijamos: venimos a defender a Ceuta de los traidores del PP que han pactado con el PSOE destructivo que pretende darles las llaves de nuestra casa a África quitando las concertinas”, proclamó Teresa López en el último gran mitin de campaña, atestado de gente.

¿Cómo el mensaje xenófobo ha tenido resultados en una ciudad tan multicultural? “Esta es una ciudad muy polarizada en la que la derecha del discurso radical del muro, los inmigrantes y los menores extranjeros no acompañados (MENA) siempre ha sumado unos 20.000 votos que ahora Vox ha capitalizado alrededor de la islamofobia y la demonización del inmigrante gracias, también, a que el resto de la sociedad es mucho más abstencionista”, diagnostica Mohamed Ali, líder histórico del localismo más intercultural.

El fuerte carácter militar de Ceuta

Una de las claves citadas por los expertos consultados es el marcado carácter militar de la ciudad autónoma. Según los últimos datos oficiales, en Ceuta residen 1.041 miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, 3.218 militares y 300 policías locales. La asistencia de los agentes a los actos de Vox es masiva y los guiños a estos por parte de los líderes del partido son constantes. Los dirigentes de la formación de extrema derecha se refieren a los miembros de la Guardia Civil como esos “valientes”, los “ángeles de la guardia” que trabajan en una valla que prometen convertir en “un muro muy alto”, adonde también aspiran a llevar al Ejército.

En sus discursos de campaña, Vox ha fantaseado con transformar la actual doble alambrada, de seis metros de altura y rodeada de alambre de concertinas, en un muro “de 15 o 20 metros”. “Muy resistente y muy lisito para que nadie se hiera”, han afirmado los líderes de la formación en la ciudad. “Lo pintaríamos de verde, por los ecologistas”, ironizó la semana pasada el portavoz local del partido.

La idea del muro enardece a parte de una ciudad que, contra el tópico, tiene menos población extranjera censada (6,8%) que la media nacional y es la cuarta región con menos alumnado foráneo (4,8%). También encienden las cargas contra los migrantes en situación irregular y las ONG que los atienden; y repiten una y otra vez el bulo de la supuesta discriminación sufrida por los españoles a la hora de recibir ayudas al alquiler.

Los ataques a los menores no acompañados han conformado otro de los filones de la campaña de Vox en la ciudad autónoma. Según los últimos datos de Interior, Ceuta acoge a alrededor de 400 niños migrantes que llegan sin la compañía de un adulto. Los dirigentes de la formación de extrema derecha en la ciudad los responsabilizan un supuesto aumento de la criminalidad que en realidad no existe: las medidas judiciales de internamiento de menores en 2018 cayeron al mínimo. Sin embargo, el partido de Abascal propone rehabilitar una antigua cárcel para los llamados “mena”.

El politólogo Julio Basurco ve paralelismos entre el 'milagro' político de Vox y el que protagonizó en 1999 el GIL, el mismo partido que llamaba “mofetas” a los menores migrantes que llegaban solos a la ciudad. “El contexto local y nacional no es el mismo, pero si hoy nos preguntamos a qué partido votaría un fascista como Gil creo que lo haría a Vox, con cuyos líderes comparte una proyección de 'tío' para 'poner orden', para 'limpiar' al margen de las reglas establecidas”, apunta.

A favor de ambos han jugado, a su juicio, “una españolidad muy agresiva por cierta sensación de abandono del Estado y por nuestra posición geopolítica”. Según el politólogo, ambos aspectos “alimentan una sociedad muy conservadora que deriva en reaccionaria: durante años el PP ha sostenido un racismo estructural cómodo que la ha absorbido, pero ahora ha apostado por una línea más dura”.

“Durante muchos años el PP fue un 'atrapalotodo' en la derecha en Ceuta, pero una percepción de tibieza y Cataluña, el auge nacional de Podemos, el desplome de Ciudadanos [el 10-N perdió más de 3.000 de sus 4.500 votos de abril en la ciudad] y la consolidación de Vox lo han cambiado todo”, considera un analista local conservador que prefiere el anonimato.

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