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Amazon accede a mucho más que las películas de James Bond con la compra de MGM

El fundador y consejero delegado de Amazon, Jeff Bezos.

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Hace poco más de dos años, la adquisición por parte de Disney de la mayor parte de 21st Century Fox convirtió a los dos monstruos del cine en un monstruo aún mayor y empujó a la industria hacia un monopolio de facto donde dos o tres corporaciones gigantescas se van fusionado gradualmente hasta crear una gran masa amorfa de contenidos interminables. Ahora el proceso de aglutinado ha ido aún más lejos, con la compra de MGM por 8.450 millones de dólares (6.900 millones de euros) por parte de Amazon.

Hay quien dice que es un precio alto si se tienen en cuenta la deuda que arrastra MGM y el hecho de que James Bond, su gallina de huevos de oro que sigue generando ingresos en todo el mundo, es en realidad una propiedad compartida con Eon Productions. Barbara Broccoli y Michael G. Wilson, responsables de la que tal vez sea la última franquicia boutique del mundo, defenderán ferozmente desde sus elegantes oficinas en Piccadilly Circus (al estilo del antiguo edificio del MI6) el derecho de Eon Productions a controlar todos los aspectos de 007. Los ejecutivos de Amazon tendrán que consultarles todo lo que tenga que ver con el conocido agente secreto.

En otra época el nombre de un estudio clásico de Hollywood como MGM (Metro Goldwyn Mayer Studios Inc.) podía asociarse a un tipo de película concreto. En el caso de MGM, por ejemplo, a los magníficos musicales de la época dorada del cine y a sus talentos. “Más estrellas que en el cielo”, presumía Louis B Mayer. Después de esa era, el capital de MGM residió en su catálogo y eso es precisamente lo que Amazon está comprando.

Por supuesto, se trata de conseguir algo más que unos cuantos dólares por cada reproducción de Thelma y Louise en el servicio de suscripciones Prime. Amazon está comprando propiedad intelectual. Ha estado en el negocio de la producción original de contenidos de alto perfil y categoría (un ejemplo notorio es la adaptación cinematográfica en 10 episodios por streaming, dirigidos por Barry Jenkins, de la novela de Colson Whitehead 'The Underground Railroad'), pero quiere llegar al óptimo comercial de tener cosas emocionantemente nuevas basadas en cosas tranquilizadoramente antiguas.

Amazon está comprando propiedad intelectual, el derecho de desarrollo de marca de películas y personajes muy queridos que podrán ser retomados para las nuevas generaciones. Nuevas películas de 'Creed', nuevas películas de 'Legally Blonde' y un remake (el segundo remake, de hecho) de 'The Thomas Crown Affair', con Michael B. Jordan siguiendo los pasos de Steve McQueen y de Pierce Brosnan en el papel. No está comprando películas ni estrellas de cine sino reservas de ADN: las células culturales primigenias que pueden ser gestadas de muchas maneras diferentes y hasta el infinito.

Es bastante deprimente, por supuesto. Amazon no ha llegado a ser el coloso del comercio minorista que es dando rienda suelta a la creatividad individual. Su razón de ser es dártelo todo, entregarte lo que quieras, cosas que otros han creado. Así que, por supuesto, el verdadero peligro es que las películas de los estudios se vuelvan aún más insípidas y uniformes y dejen de ser, de hecho, películas de estudio. Ya no películas individuales de cineastas sino repeticiones de contenidos.

Pero Hollywood siempre ha sido comercial, siempre ha estado enamorado del género y siempre ha sido susceptible de entrar en la lógica de Amazon del “Si te gusta esto, entonces te gustará esto...”. El peligro es que el arte personal retroceda aún más y que el factor humano pierda frente al algoritmo.

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