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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

La creciente lista de fiascos del mercado bursátil para pymes: “Le faltan controles”

Fernando Romero, primer ejecutivo y máximo accionista de EiDF, durante el toque de campana en la Bolsa de Madrid en 2021.

Antonio M. Vélez

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La historia no se repite, pero a veces rima: empresa con una trayectoria ascendente en el mercado español de pymes cotizadas, actualmente conocido como BME Growth, pasa de la noche a la mañana de estrella a estrellada. Pasó con Gowex, en menor medida con otras como Zinkia (dueña de Pocoyó), y ahora, con la empresa de autoconsumo EiDF, en un listado creciente de más de una decena de fiascos.

BME Growth, que hasta 2020 se denominaba Mercado Alternativo Bursátil (MAB), se lanzó en julio de 2009. Desde entonces han debutado en él más de 160 pequeñas y medianas empresas, como explica en su web la compañía que lo gestiona, Bolsas y Mercados Españoles (BME), que destaca las “historias de éxito” de valores como Alquiber (dedicada al renting), Greenalia (que dejó de cotizar en 2022) o Grenergy, que saltó al Mercado Continuo a finales de 2019.

Un camino que luego siguió la compañía de diagnósticos Atrys Health, otro ejemplo positivo junto a la biotecnológica Ab-Biotics, que tras saltar al MAB fue adquirida en una oferta pública de adquisición (opa) por la japonesa Kaneka en 2019. Quizá el mayor exponente es la operadora de telecomunicaciones Másmóvil: debutó en el MAB en marzo de 2012, saltó al Continuo en 2017 y acabó en el Ibex 35, del que fue excluida tras una opa de 3.000 millones de euros de los fondos de inversión KKR, Cinven y Providence.

Desde su creación hasta 2022, el MAB, o BME Growth, ha permitido realizar 532 operaciones de financiación de pymes. El pasado ejercicio, sus integrantes captaron en él 878 millones mediante salidas a bolsa o ampliaciones de capital. En diciembre cotizaban en él 135 empresas con una capitalización de 20.686 millones, que elevaron en 2022 un 34% su facturación, hasta unos 4.700 millones, incrementaron su plantilla un 24%, hasta 28.712 personas, y registraron un beneficio operativo (Ebitda) de 992 millones.

Concebido como una plataforma alternativa a la financiación bancaria para pymes, con menos gastos y trámites que la bolsa tradicional, la gestión de BME Growth corresponde a BME, propiedad de la suiza Six desde 2020. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) solo supervisa lo relativo a conductas de posibles abusos de mercado. No la supervisión de la información financiera periódica ni la revisión de las cuentas.

Para eso están BME y los denominados “asesores registrados”: una veintena de empresas privadas (bancos, consultoras…) que valoran la idoneidad de las empresas para salir a este mercado, les ayudan a cumplir los requisitos de incorporación y después les asesoran para ceñirse a las exigencias de información de presentación de cuentas y hechos relevantes.

Las suspicacias llegan cuando episodios como los de Gowex o, ahora, EiDF, ponen de relieve, según sus críticos, el descontrol de este mercado. Un dato inquietante es que de las 22 empresas que saltaron al MAB entre 2009 y 2013, más de la mitad, 13 compañías, acabaron liquidadas, en situación concursal o con graves problemas financieros.

“No creemos en el MAB. Si nos planteamos una salida será al Mercado Continuo”, decía hace unos días Pablo Abejas, consejero delegado del grupo Visalia, una de las energéticas españolas de más crecimiento, que se plantea salir a Bolsa a medio plazo.

Según este ejecutivo, a este mercado “le faltan controles, le faltan mecanismos de seguridad para los inversores. Está muy manejado por cuatro inversores que mueven la acción a base de comprar y vender y no creemos que eso sea positivo”. En su opinión, “la CNMV debería incrementar los controles y tratar al MAB de la misma manera que al Continuo en cuanto a su supervisión. Sobre todo, en cuanto a las compras y a las ventas”.

Actualmente cotizan en BME Growth 139 compañías cuyo valor es de unos 19.200 millones. En breve se incorporarán otras dos, Iflex y Revenga. En él han ganado un peso creciente las socimis, que copan más de la mitad de las empresas y de la capitalización. Otros sectores con cierto peso son la electrónica, la salud, las energías renovables, la ingeniería o las telecomunicaciones.

A las renovables pertenece la empresa gallega de autoconsumo industrial EiDF, a la que la web de BME Growth todavía dedica un espacio destacado en su portada al enlazar un artículo de diciembre de 2022 que recogía un premio a la “estrella emergente” de las pymes europeas. Eran otros tiempos.

EiDF ha pasado de preparar su asalto al Continuo, con su fundador, primer ejecutivo y máximo accionista, Fernando Romero, en las listas de grandes millonarios españoles, a pasarse cuatro meses suspendida de cotización tras tener que reformular sus cuentas a raíz de las discrepancias con su auditora, PwC. Volvió al parqué a finales de agosto, después de la publicación de un informe forense de Deloitte que llevó a la CNMV a advertir de que la compañía había omitido datos “muy relevantes” para sus accionistas, incluyendo un posible falseamiento de facturas.

Tras volver a cotizar, la empresa, que llegó a valer más que Sacyr o que lo que hoy capitaliza Solaria (única fotovoltaica del Ibex), pasó de una valoración de 1.721 millones a 200 millones. Ha perdido más de un 80% de su capitalización respecto a enero.

Su situación trajo a colación el fantasma de Gowex, el mayor fiasco de la historia del MAB. Dedicada a instalar wifi gratis en grandes ciudades y medios de transporte, su fundador, Jenaro García, está a la espera de juicio tras admitir el fraude contable que destapó la firma estadounidense Gotham City Research en un informe que denunció que más del 90% de los beneficios que publicaba eran “sospechosos” y que sus acciones valían “0 euros”, en lugar de los casi 20 a los que cotizaba la sesión anterior.

Gowex debutó en el MAB en marzo de 2010 y fue suspendida de cotización en julio de 2014. El pasado abril, el Tribunal Supremo estimó la demanda de cuatro inversores contra EY, su asesor registrado, por falta de control en la información que la compañía remitía al mercado. La resolución abre la puerta a la indemnización a cientos de afectados por el fraude.

Retahíla de quiebras

Entre la retahíla de miembros del mercado bursátil para pymes que acabaron en concurso de acreedores destaca también la juguetera Imaginarium, que ha entrado en liquidación este año con 37 millones de deuda. La empresa llegó a tener más de 400 tiendas en todo el mundo y fue de las primeras en salir a cotizar al MAB. Abandonó BME Growth poco antes de declararse en concurso en 2022.

La primera en debutar fue la productora audiovisual Zinkia, creadora de Pocoyó, que se acogió al concurso en febrero de 2014, logró levantarlo en 2015 y, tras una reestructuración accionarial, fue excluida de cotización en 2019, poniendo fin a casi una década de andadura en este mercado.

Peor le fue a Bodaclick. Salió al MAB en 2010, poco después de Gowex, y acabó liquidada tras presentar concurso de acreedores el día de San Valentín de 2014. También en 2010 debutó en el MAB el grupo de marketing y publicidad Nostrum, que pasó de anunciar en septiembre de 2012 beneficios de más de 3 millones y unas ambiciosas perspectivas de crecimiento a presentar concurso dos meses más tarde. El MAB suspendió su cotización en febrero de 2013 por “incumplimiento de su deber de contestar los requerimientos de información realizados por parte del Mercado” y acabó acordando su exclusión en marzo de 2014.

La expulsión de Nostrum fue simultánea a la del Grupo Negocio & Estilo de Vida, que se declaró en concurso en febrero de 2013 y había salido al MAB en 2010. Unos meses después lo hizo la coruñesa Lumar Natural Seafood, que se despidió de ese mercado en 2015, tras meses suspendida por no presentar a tiempo sus cuentas.

También acabaron expulsadas del MAB en 2019 la biotecnológica Neuron y su filial bioindustrial Neol Bio, tras presentar concurso en 2017. Ese año suspendió pagos el grupo valenciano de clínicas de estética Vousse, antigua Suávitas, que se había estrenado en el MAB en 2012 y fue disuelta en 2018. Otro caso es la empresa de telecomunicaciones Eurona: debutó en el MAB a finales de 2010, se declaró en concurso en enero de 2020 y anunció su disolución y liquidación en mayo de 2021.

En preconcurso están la biomédica gallega Euroespes, desde abril de este año (y que debutó en el MAB en febrero de 2011); y, desde marzo de 2019, la tecnológica 1nKemia, que salió al MAB a finales de 2012.

En abril esta última comunicó que “antes del 31 de octubre” espera publicar sus cuentas de 2020, 2021 y 2022, que no ha presentado “debido a la situación de reorganización societaria en la que se halla inmersa”.

En junio, Akiles, empresa búlgara dedicada al tratamiento de residuos en zonas urbanas que salió a cotizar al MAB en 2013, y que lleva en concurso desde 2020, anunciaba un “contrato vinculante” para integrarse de forma “inminente” con la checa Tesla, fabricante de baterías industriales (no confundir con el grupo de Elon Musk).

Akiles, antes denominada Ebioss Energy, tiene como único activo una planta de biomasa en Bulgaria y está pilotada por el español Óscar Leiva, que fue representante de Marina D´Or en ese país. Cuando fue suspendida de cotización en noviembre de 2020, capitalizaba poco más de 3 millones, siete veces menos que cuando debutó en el MAB en 2013.

Entre las firmas de este mercado que han logrado superar el concurso, además de Zinkia, está la ingeniería Euroconsult, que lo presentó en 2018 y lo abandonó tras la entrada de un nuevo accionista, Tertius Capital. En julio, tras presentar de golpe sus cuentas de 2018 a 2022, y al explicar las reiteradas salvedades de sus auditores, aseguró que “está en proceso de normalizar su actividad y espera presentar al Mercado en los próximos meses un plan de viabilidad”.

La que sí esquivó el concurso en su momento es Airtificial, hoy en el continuo, tras su fusión con la ingeniería Inypsa, y que saltó al MAB en su día (marzo de 2012) como Carbures. En este caso, con ayuda del Estado: en 2021 Airtificial fue rescatada por el fondo de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) con 34 millones. Los máximos accionistas de esta empresa son el ex periodista y lobbista Ladislao Azcona y el empresario inmobiliario Leonardo Sánchez-Heredero, ex propietario de Bosques Naturales, a la que se ha comparado con Fórum o Afinsa.

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