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Un 75 % de los españoles desconfía de la nueva normativa sobre tarjetas
Un 75 % de los españoles cree que la futura regulación europea sobre pagos con tarjeta repercutirá negativamente en los consumidores, no sólo por un posible incremento de costes sino por las mayores complicaciones que conllevará hacer una transacción.
Así se desprende de una encuesta realizada por la empresa de investigación de mercados Eurus por encargo de VISA, cuya directora general para España, Carmen Alonso, ha señalado en declaraciones a EFE que todo lo que complique los pagos con tarjeta supondrá “un paso atrás” en la normalización de un sistema de pagos seguro y de eficacia contrastada como es el de las tarjetas.
La paulatina reducción de los pagos en efectivo, indica Carmen Alonso, ayudaría a reducir la economía sumergida, que en España representa un 19 % del PIB.
Entre las novedades legislativas destaca la reducción de las tasas de intercambio -comisiones que las entidades financieras se cobran entre sí por los pagos con tarjeta de débito o crédito en comercios-, una idea “buena y legítima” que sin embargo se ha ejecutado mal, puesto que el ahorro no se ha trasladado al consumidor.
En este sentido, España se ha adelantado a Bruselas y desde el pasado 1 de septiembre las comisiones por pagos con tarjetas están limitadas al 0,3 % en las de crédito y al 0,2 % en las de débito (en este caso con una comisión máxima de 7 céntimos), y al 0,2 % y 0,1 %, respectivamente, para pagos de menos de 20 euros.
Actualmente la tasa media de intercambio en una misma red es del 0,75 % para tarjetas de crédito y de 0,30 euros por transacción para las de débito.
En Europa, la reforma entrará en vigor previsiblemente en 2016, aunque aún se encuentra en fase de “triálogo”, en palabras de Carmen Alonso, entre la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y las empresas de medios de pago.
Es este un negocio muy complejo, añade Alonso, que no se entiende bien y al consumidor no se le ha explicado adecuadamente los cambios; entre otras cosas, permitirá que los comercios puedan rechazar determinadas tarjetas -las de débito, las de crédito, las corporativas- a su antojo, incluso si en la puerta del establecimiento se indica que se acepta la marca.
Esto rompe un principio fundamental para el usuario, que hasta ahora tenía la seguridad de que si el logotipo de su tarjeta figuraba en un establecimiento, podría efectuar el pago independiente de si su tarjeta es de uno u otro tipo.
Otro de los posibles cambios que introduce la nueva norma es la obligación de que sea el cliente el que elija en el momento del pago si quiere que éste lo realice la marca nacional de su tarjeta o la internacional, algo que hasta ahora y desde hace décadas se producía de manera automática.
Esto disuadirá a muchos consumidores de efectuar pagos con tarjeta, cree Carmen Alonso, con lo que el retroceso en la generalización de pagos por medios electrónicos frente al efectivo está servido.
Pese a todo, la directora de VISA España ve buenas perspectivas para el sector, donde “queda mucho recorrido” para aumentar el número de transacciones, que están lejos aún de otros países europeos.
Aunque aún no esta consolidada, ya se puede hablar de recuperación económica en España, donde VISA tiene previsto desarrollar proyectos como la cartera digital V.me -que elimina la necesidad de introducir contraseñas en cada transacción- o los pagos por móvil.
Estas tecnologías, señala Carmen Alonso, no dejarán obsoletas a las tarjetas de crédito, que de momento “no se quedan sin batería” y están operativas en todo momento.
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