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La subida de impuestos a las rentas altas resquebraja al Gobierno alemán

El canciller alemán, Olaf Scholz, y el ministro de Hacienda, Christian Lindner.

Aldo Mas

Berlín —

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A nadie ha de sorprender que Alemania, un país altamente dependiente del gas natural ruso, sea la economía europea más golpeada por la desconexión occidental del país de Vladímir Putin como consecuencia de la invasión contra Ucrania. No en vano, en 2021, el 55% del gas natural que importaba Alemania venía de Rusia. 

Consecuencia de esa desconexión económica de Rusia es que en Alemania haya temor a que este invierno haya carestía energética y a que se trabaje sin descanso en el Gobierno del canciller Olaf Scholz para encontrar alternativas a los hidrocarburos rusos y para desarrollar costosos –y cuestionados– programas de ayuda para salvar la economía del país. Alemania es la mayor economía de Europa y la cuarta del mundo.

Desde la invasión rusa contra Ucrania, muchas cosas han cambiado de la mano del canciller Olaf Scholz. Aquí se habla, de hecho, de que el país vive un “tiempo de cambio”, algo que pasa por la citada desconexión económica de Rusia, pero también por una considerable inversión en defensa y por cambios en la política exterior. A estas alturas se considera desaparecidos los puentes que se habían levantado durante décadas entre Berlín y Moscú.

Ese “tiempo de cambio” ha llegado en un momento en el que no solo ha cambiado la identidad de quienes dirigen la Cancillería Federal, pues no hace ni un año que Angela Merkel dejó de dirigir al Ejecutivo germano. También se han registrado cambios en los últimos meses en otro importante organismo para entender las políticas –concretamente económicas– que se desarrollan en Berlín. Así, en los dos últimos años, el Consejo Asesor de Economistas del Gobierno, que integran cinco reputadísimos economistas germanos, se ha renovado. 

Apenas llevan dos años en él Monika Schnitzer, su presidenta, y Veronika Grimm. Caras nuevas con apenas doce meses de trabajo en ese grupo de economistas son Ulrike Malmendier y Martin Werding. El citado consejo lo completa Achim Truger, quien pasó a integrar esa instancia asesora del Ejecutivo alemán en 2019.

A juzgar por el último de los trabajos que firman estos expertos, el informe anual de 2022 y 2023, se podría decir que los economistas que asesoran al Gobierno alemán se mueven lejos de la doctrina ordoliberal que tanto hizo hablar de ellos en tiempos de la crisis del euro. Por ordoliberalismo se entiende esa variante alemana del liberalismo económico que reivindica al Ejecutivo como actor entregado al establecimiento de las condiciones para que exista el libre mercado. Al ordoliberalismo no se le caracteriza por poner especial atención al desarrollo del Estado del bienestar. En los años de Merkel en el poder, esa fue la doctrina económica más en boga.

Los últimos cambios de personal que ha vivido el Consejo Asesor de Economistas, sin embargo, parecen haber impuesto un cambio de dirección. De hecho, en vista de los descomunales esfuerzos que tiene que hacer el país para apoyar a empresas y hogares que han visto desde que comenzó la guerra subir los precios, hasta un 8% para este 2022, los asesores del Ejecutivo germano defienden ahora la necesitad de crear nuevos impuestos para los más pudientes.

Más impuestos para financiar ayudas

En concreto, en el marco del informe anual de 2022 y 2023, el Consejo Asesor de Economistas del Gobierno alemán plantea una subida temporal del llamado “tipo impositivo máximo”, que actualmente es del 42% a partir de los 58.597 euros anuales. Ese porcentaje es el que pagan de impuesto a la renta unos 4 millones de alemanes. Con todo, ese nivel no es el porcentaje de impuesto que pagan los que Alemania considera ricos de verdad. Estos son los que ganan más de 277.836 euros al año. A ellos les corresponde un nivel impositivo del 45%.

Junto a la subida del “tipo impositivo máximo”, los expertos alemanes han propuesto al Ejecutivo la creación de un cargo en concepto de “solidaridad energética”. Los economistas que asesoran al Gobierno quieren así contar con medios para financiar las caras medidas con las que Scholz y compañía están haciendo frente a la crisis energética y económica desatada por la ilegal invasión de Rusia contra Ucrania. 

Esas medidas económicas paliativas ya han obligado, entre otras cosas, a la creación de un presupuesto especial dotado de 200.000 millones de euros. Con ese dinero, el Ejecutivo teutón quiere, por ejemplo, pagar la factura del gas a hogares y empresas el próximo mes de diciembre. Con ese dinero también se quiere ayudar a financiar el año próximo la factura energética, encarecida por el cierre del grifo del gas ruso.

En vista de las medidas planteadas por los asesores del Gobierno, el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung se hacía recientemente este interrogante en sus páginas económicas: “¿Es víctima del Zeitgeist uno de los últimos bastiones del pensamiento de la política?”, en alusión al Consejo Asesor de Economistas.

Los integrantes del consejo apuntan que notables medidas tomadas en Alemania hasta ahora frente a la crisis –como la financiación del precio de la gasolina para que ronde los 2 euros el litro o las rebajas fiscales – han afectado a todos por igual en la sociedad alemana, a los hogares más favorecidos y a los menos pudientes. Frente a esto, los 'sabios' del consejo ven oportuno “equilibrar socialmente los paquetes de ayuda”, según Veronika Grimm, integrante del Consejo Asesor de Economistas y profesora de Teoría Económica en la Universidad Erlangen-Núremberg. “Nos hemos empobrecido como economía, así que los que pueden permitírselo deberían compartir algunos de los costes”, decía Grimm en una entrevista con el Frankfurter Allgemeine Zeitung publicada la semana pasada.

El ministro de Hacienda, contra el “experimento” de los 'sabios'

Quiere Grimm que esas ideas de los máximos expertos en economía del país, por lo menos, se debatan en Alemania. Sin embargo, las medidas no son del gusto del responsable de los impuestos del país, el líder del partido liberal (FDP), Christian Lindner.

Para él, las propuestas del Consejo Asesor de Economistas no resultan convenientes. “No es tiempo en el que necesitemos más inseguridad”, ha dicho Lindner a cuenta de las propuestas de los expertos. Es más, al escuchar las ideas de los economistas, a Lindner se le ha citado calificando lo propuesto por Grimm y compañía como un “experimento”. “Un experimento así es algo que no quiere llevar a cabo el Gobierno”, señalaba Lindner, que junto al ecologista Robert Habeck, ministro de Economía, también lleva el título de vicecanciller en el Gobierno alemán. 

Para el FDP resulta crucial no subir los impuestos en esta legislatura. De hecho, en diciembre del año pasado, al acuerdo de la coalición a tres bandas entre el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la formación de Scholz, Los Verdes y el FDP, los liberales de Lindner llegaron con la idea de que ellos serían el dique que frenase las intenciones de subir los impuestos que pudieron expresar en su momento los otros dos socios en el Ejecutivo. 

Hasta ahora, Lindner y su FDP se había salido con la suya. Ahora bien, lo apuntado por el Consejo Asesor de Economistas se percibe en la coalición de Scholz como “material inflamable”, según los términos del diario generalista de la capital alemana Der Tagesspiegel. El FDP de Lindner está en caída libre desde que empezó su aventura en el Ejecutivo con socialdemócratas y ecologistas. Incluso parece que le va la vida política en evitar las subidas de impuestos.

Sea como fuere, participar en el Ejecutivo no sienta bien al FDP. Así puede verse que la formación de Lindner no llegara al 5% necesario para lograr representación parlamentaria en las últimas elecciones de Baja Sajonia (oeste), celebradas el mes pasado. Antes, también este año, en los comicios del populoso Land de Renania del Norte-Wesfalia (oeste) y en los de Schleswig-Holstein (norte), el FDP encajó importantes pérdidas electorales, superando solo por poco el 5%. Esa barrera tampoco pudo superarla en marzo, en las elecciones de Sarre (suroeste). 

A nivel federal, ya hay encuestas que atribuyen al FDP un 5% de los votos, quedando muy lejos del 11,5% logrado el año pasado en las primeras elecciones generales de la era post-Merkel. Por debajo de ese 5%, el FDP no entraría en el Bundestag en las próximas elecciones generales, previstas para 2025. Está por ver si rebatir las ideas de los 'sabios' del Consejo Asesor de Economistas, otrora defensores de la ortodoxia alemana con la que tanto se ha identificado el FDP, sienta bien políticamente a Lindner y al resto de liberales germanos.

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