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La UE considera “un problema” los 400.000 millones de Biden contra la inflación: “Los subsidios son peligrosos”

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de EEUU, Joe Biden, el 25 de marzo de 2022 en Bruselas.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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Es “un problema al que dar una respuesta rápida y eficaz”. Así define la Unión Europea la Ley de Reducción de la Inflación, unos 400.000 millones de ayudas, un colosal paquete de inversiones que, además, impulsa la transición hacia las energías verdes, con lo que afecta al sector del automóvil europeo, muy importante en países como Alemania y Francia.

“Las subvenciones distorsionarían el mercado”, ha proseguido el vicepresidente checo, Josef Síkela, presidente de turno del Consejo de la Unión Europea, tras la reunión de ministros de Comercio de la UE en Bruselas: “La task force [grupo de trabajo] debe abordar los problemas que provoca”. Síkela ha explicado que se ha debatido el problema con EEUU y “se han abordado las preocupaciones de la UE”.

El checo ha afirmado que se volverá sobre el asunto en diciembre: “Seguimos trabajando en ello, no hemos establecido un plazo concreto para obtener resultados, pero cuanto antes, mejor. No podemos anunciar nada, tenemos esa task force conjunta. Muchos de los Estados miembros han mostrado sus preocupaciones al respecto, y hemos visto que teníamos que ir con pies de plomo con ayudas o subsidios, porque podría acarrear conflictos comerciales. Hay que dejar que avance el diálogo y ver cuáles son las posibles soluciones. Aún es pronto para decir cuál va a ser la solución, si se van a acordar determinadas excepciones, como Canadá u otros socios de EEUU, hay que seguir trabajando, seguir negociando... Es importante garantizar que se entienda cuáles son nuestras preocupaciones y que nuestras contrapartes estén dispuestas a trabajar en este sentido”.

“Tenemos que buscar soluciones, y muchos han destacado la alianza estratégica UE-EEUU a pesar de las dificultades”, ha dicho el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis: “Intentamos evitar los subsidios, pero hay que intentar que Europa sea atractiva para la inversión, si bien los precios de la energía ahora son un problema para familias y empresas. Además, tenemos que analizar nuestros propios subsidios, porque también damos ayudas para la transición verde, pero tenemos que conseguir que sean más eficaces”.

“El juego de los subsidios es peligroso”, ha continuado Síkela, “porque incide en otros continentes”.

La secretaria de Estado española de Comercio, Xiana Méndez, por su parte, ha pedido diálogo entre la UE y EEUU para “ir de la mano” en la transición ecológica y evitar entrar en “una espiral” de subsidios. A su llegada a un Consejo de Comercio de la UE en Bruselas, Méndez ha dicho que a España y a la UE les preocupa “la escalada de los programas de incentivos para acelerar el cambio climático.

La Comisión Europea cree que los planes de Biden para impulsar el vehículo eléctrico, con créditos de impuestos a los compradores de ese tipo de automóviles, discriminan a los productores extranjeros. En concreto, a Bruselas le alarman nueve disposiciones de crédito fiscal, entre ellas para el combustible de aviación sostenible, la producción de hidrógeno limpio, la producción manufacturera avanzada o los vehículos impulsados por energía limpia. También le preocupan los incentivos a la producción e inversiones en electricidad limpia o en combustibles limpios y a las extensiones y modificaciones de electricidad procedente de ciertas fuentes renovables.

La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca supuso el fin automático de las grandes tensiones entre EEUU y la UE, que se acentuaron con la Administración estadounidense de Donald Trump. Además de la vuelta al multilateralismo, al marco de Naciones Unidas y a la consideración de Europa como un aliado, Washington y Bruselas fueron sellando la paz en varios frentes comerciales abiertos.

Así, en el verano de 2021, se terminó el conflicto abierto por Boeing y Airbus en 2004 y que llevó a una guerra de aranceles que superaban los 10.000 millones de euros. Al mismo tiempo, se recondujeron las disputas en torno al acero y el aluminio.

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