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Cinco piscinas de ensueño para darte el último baño de la temporada

Parador de Mojácar (Almería)

E. García

Septiembre es un mes bisagra que nos despide del verano y nos aboca al otoño, y siempre lo hace con ventajas como mejores precios y menos afluencia en los destinos más concurridos que en los meses estivales por excelencia. 

Por eso es interesante tomarse las vacaciones en este mes o bien regalarse alguna escapada de fin de semana para sobrellevar mejor el síndrome postvacacional, que, según un estudio de Adecco, afectó a un 37% de los trabajadores el pasado año. “En todo el país, se calcula que uno de cada tres trabajadores está sufriendo o sufrirá el síndrome postvacacional al reincorporarse al trabajo tras el verano”. 

La pregunta es: ¿no es mejor prevenir y acabar el verano a remojo y desconectar de la rutina al fresco? Pues nada mejor que alojarse en un bello lugar con piscina. Y resulta que, desde Andalucía hasta el Pirineo, tienes la oportunidad de pegarte un chapuzón en el marco de verdaderos monumentos arquitectónicos.

Cádiz, con vistas al océano Atlántico

Este Parador es una de las joyas del diseño más modernas de la red de Paradores de España, con una arquitectura contemporánea que contrasta con la piedra ostionera característica de la mayor parte de los edificios del centro de La Tacita de Plata. Se encuentra muy cerca de la playa de La Caleta y comparte esas vistas privilegiadas al océano Atlántico desde su piscina exterior y su moderno spa. Imagínate allí, dejándote mimar para alejar el estrés con cualquiera de sus tratamientos y rituales para equilibrar tus energías antes de contemplar los bellísimos atardeceres de esa esquina del mapa. Vas a volver como nuevo, sin lugar a dudas.

El Valle de Arán, entorno histórico y rural

El Parador de Arties es otra joya, pero en este caso, de la arquitectura del Valle de Arán de los siglos XIV y XV, en pleno Pirineo catalán. Se trata de una antigua casona de montaña conocida como Casa de Don Gaspar de Portolá —explorador en la época colonialista— inmersa en la naturaleza, a unos siete kilómetros de la estación de esquí de Baqueira Beret. Pero no necesitas esperar a la temporada de nieve para alojarte en sus habitaciones rústicas con techos abuhardillados y vigas de madera. Porque en su jardín te espera su piscina exterior para tirarte en sus hamacas a contemplar el nítido cielo de los Pirineos mientras disfrutas del inconfundible aroma de sus bosques. 

Benicarló, para amantes de la gastronomía local

El Parador de Benicarló es el típico alojamiento donde la mayoría sueña con veranear en la costa valenciana, a tan solo 30 metros de la playa, para disfrutar del azul del Mediterráneo sin tanta gente alrededor como suele haber en la playa. Es decir, tienes las vistas, pero dispones de un entorno más reservado con una piscina y amplias zonas ajardinadas para tumbarte a recibir vitamina D. En sus restaurantes, además, hacen gala de la gastronomía de la zona, con especial protagonismo para su alcachofa —con denominación de origen propia—, además de los pescados y mariscos de la lonja, los productos de la huerta y los arroces más auténticos, como no podía ser de otra manera en este pueblo de origen marinero. 

Mojácar, desconexión asegurada

Situado en Mojácar, sito en la costa de Almería, es uno de los mejores ejemplos de Parador en el que puedes disfrutar de un clima primaveral durante todo el año, porque el precioso pueblo blanco de Mojácar suele mantener una temperatura media de 20 grados y más de 3.000 horas de sol al año. Desde su piscina, no solo puedes contemplar el Mediterráneo y sus mágicos atardeceres, sino que también puedes ir a comer en su terraza o a relajarte en su jacuzzi exterior, que siempre es un plus para el relax. 

Plasencia, inmersión medieval con todas las comodidades

El Parador de Plasencia es el monumento histórico idóneo para darte un baño circundando por toneladas de historia. Porque el Convento de Santo Domingo fue construido en el siglo XV y reformado casi por completo en el siglo XVI al más puro estilo gótico. De modo que ahora puedes alojarte en las que fueron las celdas de los frailes dominicos, pero dándote el placer de degustar la mejor gastronomía de la zona y darte un baño en esa piscina rodeada de impresionantes muros de piedra, a orillas del Río Jerte, en la provincia extremeña de Cáceres.

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