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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Zalla como Zaldibar: no hemos aprendido nada

Vertedero de Zalla

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El pasado día 6 de febrero se cumplió un año desde que el vertedero de Zaldibar se vino abajo y se llevó por delante la vida de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán. Esta tragedia, que probablemente es la mayor catástrofe medioambiental en Euskadi hasta la fecha, se vive con una especial crudeza en Zalla, donde todas las semanas seguimos recordando a nuestro vecino Joaquín y reclamando que no clausuren el vertedero sin devolvérselo a su familia.

El dolor y la rabia de haber perdido a un valioso miembro de nuestra comunidad se mezcla con la impotencia de ver cómo el macrovertedero que tenemos en nuestro municipio, casi tres veces mayor que el de Zaldibar y también de “residuos no peligrosos”, se gestiona con la misma desidia que condujo al desastre hace un año. Pasamos a exponer la secuencia de acontecimientos que nos han llevado a esta conclusión.

En el último año y medio hemos asistido a tres incendios cuyas causas a día de hoy siguen sin resolverse. Las explicaciones que ha dado Cespa, la empresa que lo gestiona, son tan peregrinas como la caída de un rayo, las altas temperaturas e incluso llega a hablar de “sabotaje” para justificar el último de octubre de 2019. Cespa se permite el lujo de hacer oídos sordos a las recomendaciones del informe encargado por ella misma a la empresa especializada SGS, en el que se concluye que, con la información disponible, no se puede descartar que haya combustión en la masa de residuos y que considera necesario realizar hasta 6 estudios adicionales para evaluar esta posibilidad. Entre estos estudios, la consultora propone la realización de un estudio de estabilidad que evalúe el efecto que los incendios han tenido en el vertedero. Con el precedente de Zaldibar y teniendo en cuenta además cómo ha crecido en los últimos tiempos el ritmo de llenado del vertedero, desde Zalla Bai solicitamos que se atendieran las conclusiones de este informe y que se exigiera a Cespa la realización de los 6 estudios adicionales planteados, especialmente el estudio de estabilidad. La respuesta de Gobierno Vasco es decepcionante: consideran que es suficiente el estudio de estabilidad del proyecto original porque el llenado del vertedero se ha realizado conforme a lo proyectado. Es decir, descartan, sin ningún dato ni estudio que lo avale, que los incendios hayan provocado algún tipo de inestabilidad en la masa de residuos.

Por si esto no fuera poco, a mediados del año 2020 Gobierno Vasco realizó una inspección al vertedero de Zalla en la que detectó un total de 16 desviaciones de su autorización y estableció un plazo de 30 días para que Cespa corrigiera estos problemas, advirtiéndola de que un incumplimiento de este requerimiento podría considerarse una “infracción sujeta a la disciplina ambiental vigente”. De hecho, en un escrito posterior del Gobierno Vasco al Ayuntamiento relacionado con esta inspección se admite que “el grado de cumplimiento de la autorización ambiental integrada es bajo”. Pues bien, a fecha de hoy, varios meses después de la inspección, ni la empresa ha subsanado todas las desviaciones detectadas ni se le ha aplicado ningún tipo de sanción.

Y, ante esta situación, ¿qué están haciendo nuestros responsables del ayuntamiento? Básicamente dos cosas: 1) limitarse a solicitar información cuando reciben la presión de Zalla Bai para luego no hacer nada más, independientemente de si les responden o no y de cuál sea la respuesta y 2) seguir concediendo licencias a Cespa para la apertura de nuevas celdas en el vertedero, sin imponer ningún tipo de medida correctora y pese las continuas irregularidades de esta empresa, además de frotarse las manos por el aumento de la recaudación fruto del fuerte incremento del tráfico de residuos hacia el vertedero (entre el año 2020 y el año 2021 hay un aumento en el presupuesto municipal de 342.500 euros por este concepto).

¿Nueva política?

Este rosario de despropósitos no es sino otra prueba más de la política fallida en materia de gestión de residuos que se ha venido aplicando desde el Gobierno Vasco en las últimas décadas y que genera cabreo y frustración a quienes lo sufrimos en primera línea. En este sentido, el reciente anuncio de la consejera Arantxa Tapia de que el Gobierno Vasco se ha propuesto el objetivo de reducir en un 85% los residuos que van a vertedero para 2030 mediante el Plan de Prevención y Gestión de Residuos (PPGR 2030) podría parecer un síntoma de que, por fin, se van a poner manos a la obra para arreglar este desaguisado. Sin embargo, si nos paramos a evaluar las acciones que se incluyen en este plan, nos encontramos con la de “activar un canon de vertido e incineración de residuos en línea con la legislación estatal, bajo la premisa de que no puede resultar más barato verter un residuo que reciclarlo”. Aunque suene bien, la pregunta que surge inmediatamente es ¿y por qué no se ha hecho esto antes cuando la legislación que lo permite lleva mucho tiempo en vigor y cuando, además, varias comunidades autónomas llevan años cobrando estos cánones? Nuestras vecinas Cantabria, La Rioja, Castilla y León o Navarra los aplican y en Cataluña, cuya industria tiene poco que envidiar a la vasca, el canon de vertido que se creó en 2004 ha demostrado su efectividad para reducir el uso de vertederos e incineradoras aumentando de forma muy significativa los niveles de recogida selectiva y reciclaje.

El hecho de que esta medida llegue con 17 años de retraso y de que el avance de la información en prensa se haga estratégicamente unos pocos días antes del aniversario de Zaldibar nos hace sospechar que se trata de otra más de la larga serie de promesas vacías a las que nos tiene acostumbrados este gobierno. En el año 2030 la consejera Tapia podría haber cambiado otras 3 veces de cartera y nadie le exigirá responsabilidades por los objetivos incumplidos y, mientras tanto, en Zalla seguiremos recibiendo residuos en el vertedero que cuelga sobre nuestras cabezas y viviendo con la preocupación de saber que el desastre de Zaldibar no ha servido ni siquiera para que nuestros responsables políticos aprendan de sus errores e implementen medidas eficaces para que no se vuelvan a repetir.

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