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Los colegios vascos abren sus puertas a 372.000 estudiantes seis meses después para la vuelta a las aulas de la incertidumbre

Una alumna echándose gel antibacterial en un colegio de Vitoria el pasado mayo, cuando comenzaron algunas clases tras el confinamiento

Maialen Ferreira / Iker Rioja Andueza / Rubén Pereda

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El nuevo curso escolar, condicionado por las restricciones de la pandemia y en plena segunda ola, arrancará desde este lunes en Euskadi. El escenario está repleto de incertidumbre. Los más pequeños, los alumnos de Infantil, Primaria y primer ciclo de Secundaria serán los encargados de ‘inaugurar’ el curso 2020/2021, mientras que los alumnos a partir de 14 años comenzarán la semana siguiente, la del 15 de septiembre. En total, alrededor de 372.000 jóvenes tendrán que ir preparando la mochila, la mayoría por vez primera desde marzo.

La bajada de la natalidad se sigue notando en las matriculaciones, con clara tendencia a la baja. La excepción es la Formación Profesional (+4,35% y previsión de que crezca aún más ya que hay plazo de ingreso hasta octubre). Como en la anterior crisis económica, las enseñanzas más pegadas al mercado laboral se reactivan. Euskadi sigue teniendo como “característica”, según el Departamento de Educación, que casi la mitad del alumnado estudie en centros privados (49,1%), integrados por ikastolas y colegios religiosos en su mayoría, todos ellos concertados con fondos públicos. En cuanto a los idiomas, predomina el modelo D -en euskara-, que llega al 81,2% entre los nuevos escolares de 3 a 5 años. Sin embargo, el castellano se impone en FP.

Pero estos datos, que son el centro del debate año tras año, este curso quedan eclipsados por las incertidumbres propias de la pandemia. Además, a ello se suma un relevo al frente de Educación este mismo fin de semana, ya que Cristina Uriarte deja el cargo tras ocho años y deja paso al exsenador del PNV Jokin Bildarratz, que procede del mundo de las ikastolas de Gipuzkoa. En los centros cualquier parecido a lo que ocurría hasta febrero es una casualidad. Entradas escalonadas, controles de temperatura, separación entre estudiantes, mascarillas y geles, ... Hasta la flauta ha pasado a mejor vida para evitar la expulsión de aerosoles. Las incógnitas se han apoderado de estudiantes y familias y el personal ha manifestado también su descontento. Los principales sindicatos han convocado una huelga para el próximo 15 de septiembre para reclamar una vuelta a las aulas “segura y consensuada” y acusan al Gobierno vasco de “delegar en los centros la responsabilidad de garantizar la salud de la comunidad escolar”. elDiario.es/Euskadi ha hablado con familias, con docentes y con directivos para conocer de primera mano sus percepciones ante el nuevo curso escolar.

De vuelta a Odón de Apraiz, el primer colegió que cerró

La hija pequeña de Marta estudia en la ikastola pública Odón de Apraiz de Vitoria, que fue la primera de Euskadi -y de España- junto con los centros de Labastida en cerrar sus puertas por la llegada del coronavirus. No hay clases presenciales allí desde el 6 de marzo. “A las 9.00 horas del 9 nos llamaron y nos dijeron que se cerraba por el positivo de dos profesoras”, recuerda. Se dice “tranquila” y sin “especial miedo” a posibles brotes, pero sí inquieta por la falta de información y el retraso en la adopción de medidas por parte de Educación. “Tengo muchas ganas de que vuelvan pero también sensación de que se ha improvisado. Con tanto tiempo que se ha tenido, todo se ha hecho una semana antes. Te queda confiar en que los profesores lo hagan bien”, opina.

Esta madre no tiene excesiva información de cómo será el curso después de que el lunes haya una primera sesión de dos horas con los estudiantes en la que se explicarán las instrucciones especiales para este año. “No hay reuniones. No sabemos las asignaturas, ni si habrá o no gimnasia. Lo único que conocemos es que no van a tener que llevar la flauta... Dar la materia parece que es casi secundario. Están pendientes del protocolo. Está claro que lo único que propicia el Gobierno vasco es que los niños no se contagien”, indica. Alerta también de los “problemas de conciliación” que pueden producirse al no haber extraescolares, servicios de custodia o incluso reducción de comensales en el comedor.

Desde la Asociación de Padres y Madres del colegio público Cervantes de Bilbao muestran a este diario su preocupación por no haber recibido todavía un protocolo de contigencia. “La dirección del centro lleva desde julio trabajando en ello, adaptándose a las nuevas normativas que se van publicando y actualizando. Lo que sabemos es que no han recibido recursos materiales ni humanos específicos para hacer frente a la pandemia en este inicio de curso. No han dotado a la escuela de alcohol en gel, jabón, papeleras, señalética, mascarillas ni el resto de materiales que, según los documentos oficiales del Departamento de Educación, se iban a enviar”, denuncia este colectivo de padres y madres.

Jon, padre de dos alumnos del centro público Amara Berri de Donostia, explica que lo que más claro tienen es que hay tres turnos de entrada (8.50, 9.00 y 9.10 horas) en función de la edad. “Sinceramente, pienso que esto se podía haber planificado muchísimo antes para conseguir espacios o contrataciones. Se ha hecho hace una semana cuando tenían en marzo las matrículas”, opina. “Los paganos van a ser los profesores y profesoras que se comen el marrón y encima con unos padres que nos vamos a poner muy pesados”, bromea. ¿Cuáles son los problemas que detecta? Por un lado, que los propios contenidos se hayan quedado en segundo plano -“no quiero una guardería, quiero que se formen”- y, por otro, que “es angustioso que los pequeños estén siete horas con la mascarilla”.

¿Cómo lo ven los profesores?

Javier Durana es profesor de inglés en Secundaria, Bachillerato y un grado superior de FP en el centro concertado Presentación de María de Vitoria. En su centro también hay alumnos más jóvenes que arrancan este lunes. Durana cuenta que se han habilitado lineas en los pasillos que marcan la entrada y salida del centro para que los alumnos no se crucen y se mezclen lo menos posible. Sin embargo, este profesor asegura que el material y la contratación de profesores de la que habló el Departamento de Educación cuando se informó del retorno a las clases no ha sido recibido ni en su centro, ni en otros centros concertados ni públicos, algo que, señala, dificulta aún más un regreso a clases seguro.

"Los paganos van a ser los profesores y profesoras que se comen el marrón y encima con unos padres que nos vamos a poner muy pesados"

“La única directriz es que los críos lleven mascarilla. Las obras necesarias o las contrataciones necesarias para reducir el número de alumnos por aula sencillamente no existen, con lo cual la distancia social es físicamente imposible. Una cosa es lo que dicen desde la Consejería en las ruedas de prensa y otra lo que nos llega a los colegios”, protesta. ¿Y cree que se exponen a contagios? “La vuelta a las aulas totalmente segura no es. Yo tengo a mi disposición guantes, mascarilla y espero que los alumnos traigan su mascarilla puesta, que no se la quiten nunca y que traigan una de repuesto, que es lo que dice nuestro plan de contingencia”, señala Durana.

Con respecto a la huelga convocada, este profesor asegura que no se sabe aún qué repercusión puede llegar a tener, pero sí que cree que supone “un golpe en la mesa”. Durana es consciente de que por mucho que dentro de las aulas hagan lo indispensable para que se salvaguarden las medidas de seguridad, los alumnos -y sobre todo hace un pequeño énfasis en los adolescentes- al salir de clase puede que se quitan las mascarillas y contacto, algo que ya vivieron el pasado junio cuando se retomaron algunas clases en colegios vascos. Es conocido que tras los exámenes de Selectividad -en los que se aplicaron todas las medidas- se produjeron algunas celebraciones. En el caso de Eibar, ello originó un brote con más de 600 casos.

La vuelta a las aulas debe hacerse de una forma segura para ambas partes y no dar espacio a la improvisación

Naiara Gago es profesora de Filosofía y tutora de alumnos de 1º de Bachillerato en el instituto público IES Laudio de Álava. Entre las medidas de seguridad tomadas por el centro para garantizar la salud de los alumnos y trabajadores se encuentra, además de la mascarilla, la toma de temperatura a la entrada o el lavado de manos con geles hidroalcohólicos. A los profesores se les ha pedido que pasen más tiempo en su departamento en lugar de utilizar espacios comunes como la sala de profesores. En el colegio han habilitado más clases que durante los años anteriores, de forma que se ha tratado de reducir el volumen de los grupos. No se podrán realizar reuniones de más de 10 personas. Como ejemplo, este viernes se ha tenido que realizar la misma reunión tres veces para que en la sala no hubiera al mismo tiempo más personas de las autorizadas. En cuanto a los alumnos, tienen estipulado por dónde entrar y salir y no podrán abandonar el aula entre una clase y otra. Tendrán un sitio fijo marcado con una etiqueta. Si necesitan ir al baño lo tienen que hacer durante la hora lectiva, pidiendo permiso a la profesora. Están organizados los espacios del patio. También se ha reforzado las guardias con un aumento de profesores para vigilar que los alumnos cumplan las medidas.

Estoy convencido de que, si se respetan las normas, estarán más seguros dentro que fuera de los colegios

“La vuelta está envuelta en una sensación de incertidumbre y de preocupación por no saber cómo gestionar el aspecto emocional del alumnado ni el aspecto logístico, es decir, cómo moverse por el centro. A pesar de ello, el instituto está realizando un trabajo excepcional para garantizar la salud de alumnos, familias y profesores, pero sí que es cierto que lo vivimos con cierto grado de escepticismo por no saber cómo se desarrollará la pandemia”, señala a este periódico Gago.

Esta profesora de Filosofía asegura con firmeza que secundará la huelga convocada para el 15 de septiembre por los sindicatos de enseñanza. “Considero que tenemos que poner sobre la mesa que hay que cuidar a los docentes y hay que cuidar al profesorado. Estamos expuestos a un riesgo, tenemos clases con más de 20 alumnos y sí que es cierto que los protocolos se quedan muy genéricos. No somos profesionales de la medicina, no somos epidemiólogos. El protocolo ha tardado mucho en llegar y es una situación muy difícil. No sé qué opinión tendrán mis compañeros y compañeras, pero yo sí que creo que es un movimiento necesario para reivindicar nuestro trabajo y el peligro que corremos”, denuncia la profesora.

En cuanto a la sensación de descontento que puedan tener los padres y madres de sus alumnos, Gago es consciente de la preocupación que puedan llegar a tener y así se lo han ido trasladando familias de su entorno. “Tengo conocimiento de padres y madres que se encuentran con incertidumbre a que sus hijos se contagien y miedo a que si hay una cuarentena y ellos no teletrabajan no saber qué hacer. A míme preguntan '¿qué harías tú?' Estamos hablando de un dilema moral muy grande en el que se pone en la balanza, por un lado, la seguridad y la salud y, por el otro, el derecho a la educación y al trabajo. Lo que está claro es que vivimos en un sistema que no está capacitado para hacer frente a una crisis como esta. Hay que repensar bien cómo vivimos y cómo salvaguardar los derechos de los trabajadores y trabajadoras”, concluye.

Buscar espacio hasta en la capilla

Pedro Martínez es responsable del equipo de dirección del centro Niño Jesús de Vitoria. Lleva desde mediados de agosto trabajando a destajo para tener una vuelta al cole segura. “Hemos reconvertido la capilla en zona de recreo para los días de lluvia”, cuenta como anécdota de la revolución interna en este colegio concertado con 740 alumnos y en el que ahora cada clase tiene su parcela de patio y sus propios circuitos en los pasillos para evitar contactos innecesarios. “Estoy convencido de que, si se respetan las normas, estarán más seguros dentro que fuera de los colegios”, indica Martínez, que pide un poco de “comprensión” a las familias por las posibles disfunciones de los primeros días.

En su caso, se dan hasta el martes para arrancar el curso 2020/2021, para el que llevan ya gastados 6.000 euros adicionales en medidas de seguridad, “y se podría multiplicar por cuatro o por cinco”. “Un termómetro para cada clase a 50 euros ya son 2.000”, explica. “Este gasto lo asume el colegio. Nada repercute en las familias y, hasta la fecha, no hay ninguna ayuda del Gobierno vasco y nos vendría muy bien”, explica. El gasto extraordinario implica también “refuerzos” de personal, en concreto personal de limpieza “mañana y tarde” y apoyo en el comedor y en la vigilancia de entradas y salidas para evitar aglomeraciones. Los estudiantes de Secundaria estrenarán una nueva jornada continua de mañana pero Educación no autorizó una medida similar para los más pequeños que habría facilitado las cosas.

Por el momento, el primer sobresalto ya ha llegado incluso antes de arrancar. En el municipio guipuzcoano de Amezketa -de menos de 1.000 habitantes- se ha retrasado una semana por el positivo de un profesor. Según ha informado el propio alcalde, Iñaki Amundarain, en una carta remitida a los vecinos, un docente de la escuela Zumadi ha dado positivo y ello ha generado “preocupación en la comunidad educativa”. El primer edil ha anunciado que ya se ha ordenado la desinfección de la escuela, así como que se incremente la desinfección en las calles, informa Europa Press.

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