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El servicio de atención a víctimas de maltrato en Euskadi asistió 830 llamadas con conversaciones en clave durante el confinamiento para que el agresor no se diera cuenta

Imagen de archivo de una manifestación contra la violencia machista. EFE/Jorge Torres/Archivo

Maialen Ferreira

1 de marzo de 2021 21:53 h

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Un protocolo adaptado con conversaciones en clave para que la víctima de violencia machista tan solo tuviera que responder con monosílabos al llamar al teléfono de emergencia durante el confinamintento, por si su agresor, al no poder salir de casa, estaba presente durante la llamada de auxilio. Esa fue la estrategia que siguió el servicio de atención telefónica a mujeres víctimas de violencia-Satevi en Euskadi durante los meses del confinamiento por coronavirus.

Hubo un ligero aumento en el número de llamadas en comparación con el año anterior, sin embargo, el gran cambio se ha registrado en el contenido de las mismas, puesto que en las realizadas en 2020 y en concreto en los meses de encierro, abundaba el miedo, la incertidumbre y el no saber qué hacer de las víctimas, según el balance de 2020 del servicio, presentado este lunes en Bilbao por la consejera de Igualdad del Gobierno vasco, Beatriz Artolazabal, y la coordinadora del servicio, Oiane Zarate, acompañadas por la directora de Emakunde, Izaskun Landaida, y la viceconsejera de Políticas Sociales, Lide Amilibia.

“Con el confinamiento todos los días eran iguales. Ya no había lunes ni domingos. Centenares de mujeres llamaron al servicio mientras convivían con su agresor. Otras, aunque no residían con él seguían sufriendo violencia y amenazas. Muchas mujeres aprovechaban para llamar cuando su agresor salía a hacer la compra o a sacar la basura, pero no tenían un espacio para hacerlo como ocurre habitualmente”, ha explicado la consejera de Igualdad, Beatriz Artolazabal, durante la presentación. 

Las ocho mujeres psicólogas, educadoras y trabajadoras sociales que atendían al teléfono 900 840 111 recibieron un total de 2.674 llamadas frente a las 2.645 de 2019. 830 de ellas durante los meses del confinamiento. A pesar de que la mayoría de las llamadas estaban relacionadas con la violencia dentro de la pareja o provocada por la expareja, desde el servicio recuerdan que atienden a “todo tipo de violencias” y que las llamadas las pueden realizar tanto “las propias víctimas como sus allegados” que son testigos de la situación. 

Según ha explicado Oiane Zarate, la coordinadora del servicio, el 56% de las mujeres que llamaron tenían entre 31 y 51 años, el 73% eran de Euskadi y el 52% tenían un empleo lo que, según ha apuntado, “no quiere decir que fuera un empleo digno”. Durante el confinamiento, 422 de las mujeres que llamaron convivían con su agresor y otras 408 no lo hacían, pero sí que sufrían violencia por parte de ellos.

1.322 de las personas atendidas, un 73,6% del total, eran las propias mujeres víctimas de violencia. 468 eran personas allegadas a las víctimas, un 19,4% de llamadas, y 171, profesionales que alertaban de la situación un 6,8% del total, en función de los datos aportados por Zarate. Del total de las mujeres atendidas, 13 se encontraban embarazadas en el momento de la atención, y todas ellas eran víctimas de violencia ejercida por la pareja o expareja. Además, un 56,2% de las víctimas atendidas tenía menores a su cargo.

En todos los casos de violencia de género atendidos se detectaron señales de maltrato psicológico al que se le sumaba también maltrato físico en 596 casos (48,10%); económico, en 374 (30,19%), y sexual en 95 (7,67%). Respecto a este último, según han aclarado, “debe tenerse en cuenta la gran dificultad de visibilizar este maltrato por parte de las víctimas, por lo que se trata de un dato relativo”. 

La duración media de las llamadas recibidas en 2020 fue de 27 minutos, lo que refleja “el carácter de intervención psicosocial” que tiene este servicio. “No solo se facilita una información o derivación concreta. Se ofrece una intervención en la que se analizan las necesidades de la persona que llama, buscando un itinerario de salida, de cara a promover un acompañamiento continuado al proceso en el que se encuentre”, ha explicado Zarate.

Por ello, las propias mujeres que componen el servicio también han tenido que poner en práctica mecanismos de autocuidado puesto que ellas también se encontraban viviendo el confinamiento y no dejaban de atender las llamadas y videollamadas de un servicio que opera las 24 horas del día los 365 días del año. 

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