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Tres días para ver 300 películas de artes marciales

Dos participantes de la Euskal Encounter en su mesa de ordenador

Beatriz Olaizola

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Guantes de plástico, colas, tiritas, agujas y silencio en el pabellón número seis del Bilbao Exhibition Center (BEC). Ordenadores, peluches, cascos, bebidas energéticas, donuts (muchos donuts) y dedos tecleando sin parar en el pabellón número cinco del Bilbao Exhibition Center. Un pabellón enfrente del otro y mascarillas en ambos. En el primero, el vacunódromo de Barakaldo. En el segundo, la vigésima novena edición de la Euskal Encounter, la reunión de aficionados y profesionales de la informática y los videojuegos más veterana de España. El BEC acoge esta 'lanparty', un evento en el que los participantes, cargados desde casa con sus equipos y pantallas, se instalan unos junto a otros anchas mesas grises para jugar, conocerse y compartir su pasión por las nuevas tecnologías, desde 1994. Este año, en cada mesa se sienta un participante, hasta llenar el total del aforo, 540 personas, y todas están separadas las unas de las otras por una distancia de dos metros. En 2019, la última edición que se celebró de manera presencial -en 2020 tuvo que replantearse como encuentro online debido a la pandemia de la COVID-19-, había dos personas por mesa y asistieron al evento un total de 5.100 personas. 

A pesar de las limitaciones, el espíritu 'geek' se ha mantenido en esta nueva edición, que se celebra desde este jueves hasta este domingo, y a las diez de la mañana del jueves, dos horas antes del pistoletazo de salida oficial, los participantes más madrugadores ya estaban desayunados frente al ordenador. José Luis es uno de ellos. Tiene 66 años y lleva doce viniendo a la Euskal Encounter con su hijo, que juega concentrado en la mesa de al lado. “Todo empezó por su profesor de matemáticas. Le comentó que existían este tipo de encuentros y, como él era pequeño en aquella época, le dije que lo acompañaría. Nos lo pasamos tan bien que repetimos”, recuerda José Luis. Ha puesto en pausa la película de artes marciales que estaba viendo (“tengo más de 300”, muestra orgulloso) y explica que antes de venir en 2009 él “no tenía ni idea de que esto existía”, aunque ahora “ya se siente parte de ello”. Esto y ello hacen referencia al mundillo que lo rodea: suelos azul eléctrico, torres de ordenador con luces led en su interior, figuras de Dragon Ball, peluches de Pokémon, mini neveras llenas de leche, refrescos o salmorejo (desayuno, merienda, cena), paquetes de patatas, anime, el Señor de los Anillos y una conexión wifi que no descansa. Los que tampoco descansan son los participantes. Muchos se acuestan a las ocho o nueve de la mañana, después de pasarse la noche jugando, y se levantan sobre las doce. José Luis es la excepción: “Mis horarios son bastante regulares, me voy a la cama a medianoche y me levanto pronto. Cuando salgo todavía están todos durmiendo”. Su 'cama', y la del resto de aficionados, es una tienda de campaña individual y naranja instalada a la derecha del pabellón, en la zona llamada 'dormitorio', aunque recuerda más al camping de un festival que a una habitación. 

Allí también ha dormido, muy poco, Asier Tomé, de 35 años. Ha venido desde Burgos con un amigo y esta es su sexta Euskal Encounter. “Nos gusta porque es una reunión para compartir aficiones y gustos. Hay charlas, conoces gente y te reencuentras con personas que has conocido en otras lanparties”, indica. Él trabaja en el sector del mantenimiento eólico, pero reconoce que “desde pequeño jugaba al ordenador y la consola” y también le gusta “estar al tanto de las últimas tecnologías”. Eso es lo que “la Euskal” le ofrece: “Acabas compartiendo conocimiento con otra gente y también puedes jugar e ir a torneos”. Asier ha dormido cuatro horas, se ha apuntado a varias competiciones, aunque todavía no ha ganado ninguna, lleva una mascarilla con una sonrisa de payaso y está orgulloso de su torre de ordenador inspirada en la película de Resident Evil. 

Un par de mesas a la izquierda están Itxaso e Irati. La camiseta de Itxaso es rosa, sus pantalones son rosas, el cojín donde se sienta es rosa, su mascarilla es rosa y su mando de la Playstation es rosa. Tiene 31 años, ha venido cuatro veces a la Euskal Encounter y lo que más disfruta es “el ambiente” y “conocer a otras personas”. Durante el evento, pasará la mayor parte del tiempo delante del ordenador, aunque esto también tiene que ver con el “precepto de no deambular” que impera en el pabellón para evitar contagios, juega a videojuegos de acción y puede estar más de diez horas seguidas delante la pantalla. “No en casa”, matiza, pero sí en este tipo de eventos en los que “nadie te va a decir nada y no hay cargo de conciencia”. Ha dormido cinco horas y el interés por el mundo de la informática y los videojuegos le despertó hace cinco años. A Irati no. Ella “ha tenido el gusanillo toda la vida”. En su lado de la mesa no hay nada rosa, a excepción de sus chanclas, y la mascarilla que lleva es verde chillón. Lo que más le gusta de la Euskal Encounter es “todo”: las personas, los juegos, el ambiente, la conexión a internet y el cambio que experimenta entre su casa y el evento. “Quitando las necesidades básicas, aquí estamos todo el rato en el ordenador. En casa no se puede, hay otras obligaciones”. Las dos han dormido en las tiendas de campaña naranjas y tienen pensado pasar el resto de la mañana jugando al Final Fantasy.

No es el plan de Marina, de 30 años y que viene de Valladolid. Lleva diez años asistiendo a la 'lanparty' y este 2021 lo ha hecho con un grupo de otras doce personas. Encima de su torre de ordenador hay una figurita Pokémon rosa (es Jigglypuff) con la mascarilla puesta, globos de todos los colores y una nevera tamaño mini de color rojo. Ella estudió informática, es programadora y viene “por las personas”: “Aunque parece que venimos solo a estar en el ordenador, la carga social y el contacto con la gente es bastante importante”. En su casa nunca hubo ordenador, porque “no le dejaban”, y no fue hasta su primer año de universidad cuando descubrió lo que eran estos eventos. “Hemos venido para encontrarnos”, explica sobre la reunión de este año. Para Nora, las personas y “compartir lo que te gusta con gente como tú” también es lo “más importante” de la Euskal Encounter. Tiene 16 años y viene desde los 12. Ahora está en bachillerato, pero le gustaría estudiar “algo relacionado con la animación de videojuegos”. Sobre su mesa descansan un ordenador portátil, un monitor curvo y una tableta gráfica que le ha costado “más de 200 euros”. “Lo que más me gusta son los concursos y yo participo en los de dibujo. Es lo más divertido”. En 2019 ganó el primer premio en la competición de speed paint (dibujo rápido) en 2D. Como la mayoría de participantes, también se queda a dormir en el recinto y confiesa que pasa “mínimo ocho horas” en el ordenador en estos encuentros. Aunque este año el aforo está limitado al 10% y “no es lo de siempre”, se siente “feliz porque se ha hecho”.

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