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La caída de José Tomé, denunciado por acoso sexual, agranda el agujero en el poder del socialismo en Galicia

El hasta ahora presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, durante su comparecencia, en la sede del PSdeG-PSOE en Monforte de Lemos (Lugo, Galicia)

Daniel Salgado

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El socialista José Tomé, presidente de la Deputación de Lugo denunciado en un canal interno por acoso sexual a compañeras de partido, se fue pero no se fue. En su primera aparición pública, en la mañana de este miércoles, apenas 12 horas después de que un programa de Cuatro Televisión destapase el caso, dijo que no lo haría, habló de denuncias falsas y se declaró inocente. Transcurrieron otras cinco horas y su posición cambió, no su discurso. Volvió a hablar de denuncias falsas, pero dimitió como presidente del ente provincial y abandonó sus cargos en el PSdeG. Con una pequeña salvedad: contra lo que le solicitó su organización, no entregó ni su acta como diputado provincial ni renunció a la alcaldía de Monforte de Lemos, la segunda localidad de la provincia por número de habitantes que gobierna con mayoría absoluta. Era, de hecho, uno de los socialistas con más poder institucional en Galicia. La caída de Tomé abre así un nuevo agujero en la maltrecha salud local del socialismo gallego y en su salida a medias hay ecos del episodio Salazar, cuya deficiente gestión ha indignado a las responsables de igualdad en el PSOE.

Lo hace además en un feudo de alguna manera emblemático para el PSOE. El mismo Pazo Provincial de Lugo, sede de la Deputación, del que esta semana saldrá Tomé si cumple con su anunciada dimisión lo ocupó entre 2007 y 2015 José Ramón Gómez Besteiro. Lo dejó para liderar el partido a nivel gallego. Un año después abandonaba la política, imputado por varios delitos urbanísticos presuntamente cometidos como concejal en Lugo. Todas las causas fueron archivadas y los delitos sobreseídos.

En 2023 regresaba a los mandos autonómicos del PSdeG, con Lara Méndez, otra militante lucense de relieve, como número dos. La provincia quedaba bajo la dirección de José Tomé. Y aunque los socialistas ya no detentaban tantas alcaldías como otrora, seguían al frente en las de mayor población: la capital, Monforte de Lemos, Viveiro -hasta la moción de censura del pasado marzo, cuando dos concejales independientes pasaron a apoyar al PP- o Vilalba.

Esas elecciones municipales, las de 2023, les habían permitido mantener, aunque por escaso margen y en coalición con el BNG, la Diputación. Y habían otorgado a Tomé su segundo mandato al frente. Él había cumplido con su parte y revalidado mayoría absoluta en Monforte. Porque, pese a haber sido parlamentario autonómico entre 2005 y 2011, lo local fue la más constante de sus vocaciones políticas.

A ella se incorporó en 2003 procedente del mundo sindical -afiliado a UGT, trabajó como profesor de tecnología agraria. Fue teniente de alcalde en gobiernos de coalición con el BNG en ese año y después en 2011, y en 2015 se hizo con el bastón de mando. El mismo bastón que este miércoles aseguró que no cederá, pese a sí entregar -cautelarmente- el carné del PSOE. Él y los otros nueve concejales socialistas de la corporación. De entrada, aseguró, mantendrá la disciplina y colaborará, ese fue el verbo que usó, con el compañero o compañera socialista que lo sustituya.

Negociación en el Pazo Provincial

La dirección gallega no tardó en emitir un comunicado en el que le exigía la entrega de las actas. De no hacerlo -nada apunta a que lo vaya a hacer-, el Partido Socialista deberá negociar el recambio en un puesto que mandará sobre 135 millones de euros de presupuesto en 2026 con el propio dimitido, con el sector crítico de la organización provincial y con el BNG.

Hace apenas tres años, el PSOE gobernaba tres de las cuatro diputaciones gallegas -en pactos con los nacionalistas- y cinco de las siete ciudades -una de ellas en coalición con el Bloque. Mantiene Lugo, Vigo y A Coruña, esta última diputación y la de Lugo ahora envuelta en las vicisitudes derivadas de la acusación contra José Tomé por acoso sexual.

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