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Los que tengan dinero “seguirán comiendo carne de verdad” y los que no “tendrán que acudir a esta”

Esta es la hamburguesa producida en laboratorio

Virginia Uzal

Las noticias sobre la investigación que ha logrado realizar, gracias a casi 300.000 euros, la primera hamburguesa sintética a partir de células madre de vaca, han llevado al Sindicato Labrego Galego (SLG) a manifestar este jueves su oposición a este “modelo de producción tiránico que supone el enriquecimiento sin escrúpulos de las corporaciones alimentarias que quieren que comamos lo que ellas quieren y como ellas quieren”. Defiende que hay que hacer lo posible “para que todos los pueblos del mundo estén bien alimentados sin renunciar a comer lo que quieran, lo que su cultura les aconseje, o lo que en su entorno puedan producir. La alimentación no debe ser un negocio”.

El sindicato relaciona esta última “aportación” al mundo de la alimentación artificial con los ya conocidos productos transgénicos: “las grandes corporaciones quieren convertir la alimentación humana en su negocio, aunque sea a costa de que personas que quieren consumir, y por lo tanto alimentarse con carne de vaca, queden condenadas a hacerlo con un sucedáneo sintético producido de una manera donde nadie investigó las posibles consecuencias que pueden tener para la salud humana”. Creen que este tipo de alimentación marcará “exclusiones sociales” donde los que tengan dinero suficiente “seguirán comiendo carne de vaca de verdad y los que no, tendrán que acudir a esta”.

Las posibles consecuencias de este nuevo tipo de producción serán “el cierre de las explotaciones de carne de vaca de Europa y marcharnos a las listas del paro para que la corporación alimentaria de turno patente el invento y se quede con su mercado, obligando los consumidores y consumidoras de carne animal a consumir carne sintética”, afirma el sindicato, que concluye: “nadie quiere esa carne, sólo ellos, que quieren satisfacer su ambición haciendo negocio de la alimentación”. Denuncian además que los argumentos que usan para defender este tipo de alimentos son los mismos que emplean para los transgénicos: “sólo faltaría que los que comercialicen y patenten esta carne sean los mismos que comercializaron y patentaron los transgénicos”.

“El problema es de un modelo productivo intensivo y a costa de agrotóxicos, fito y zoosanitarios introducidos por la revolución verde de los años sesenta”, afirman. “Representa cincuenta años de fracaso agroalimentario”, concluyen. Desde el sindicato reivindican otro modelo productivo respetuoso con el medio y que produzca partiendo de los principios de la agroecología.

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