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La encrucijada energética de Europa
Tanto para atajar el problema del cambio climático como para lograr una economía estable, libre de la alta dependencia energética del exterior, la Unión Europea necesita llegar a 2050 con un sistema energético totalmente descarbonizado, prácticamente 100% renovable.
Para valorar la viabilidad y las ventajas de ese nuevo sistema energético, Greenpeace y el Consejo Europeo de la Energía Renovable han encargado al instituto de investigación alemán DLR el desarrollo de un escenario energético, llamado “[R]evolución Energética”, basado en 5 principios: implantar soluciones renovables, especialmente mediante sistemas descentralizados y redes interconectadas; respetar los límites naturales del medio ambiente; eliminar las fuentes de energía sucias e insostenibles; mayor equidad en el uso de los recursos; y desacoplar el crecimiento económico del consumo de combustibles fósiles.
El resultado muestra cómo la UE es capaz de mejorar su eficiencia energética para llegar a 2050 con un consumo de energía 35% inferior al actual, una participación de las energías renovables del 85% en la cobertura de la demanda de energía primaria y del 96% en la producción de electricidad y una reducción de las emisiones de CO2 del 95% respecto a 1990. El coste de poner en marcha esta [R]evolución Energética sería la mitad de lo que se ahorraría en combustibles, y con el beneficio añadido de crear en 2020 del orden de medio millón de empleos más que con en el sistema energético convencional.
Pero esto solo se hará realidad si existe voluntad política. Para ello el estudio recomienda establecer un compromiso firme de generación mediante fuentes renovables del 45% para 2030, así como abandonar las subvenciones a los combustibles fósiles y a la energía nuclear. Es decir, corresponde a los gobiernos establecer las reglas del juego y dar señales políticas y económicas claras para que las inversiones se dirijan a la [R]evolución Energética. Y duele comprobar que España, que podría perfectamente liderar esta proceso, está dirigiendo su política energética justo en dirección contraria.