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Casper Electronics, el artista capaz de convertir juguetes viejos en instrumentos para Danny Elfman

Casper Electronics transforma las tripas de los aparatos electrónicos en instrumentos musicales

Lucía El Asri

Suena a máquina, a pitidos sin control e incluso a cacharro estropeado. A fax y a impresora. A radio sintonizándose y a secador de pelo. A módem viejo. A algo eléctrico y a juguetes antiguos para niños. Son luces de colores, cables y circuitos que se asemejan a la maquinaria y el ambiente de un centro de datos, aunque aquí el sonido es algo más llevadero y está moldeado por las expertas manos de Peter Edwards, uno de los representantes mejor considerados de la cultura ‘circuit bending’.

¿No sabes de qué hablamos? Seguramente no eres el único, porque “es algo nuevo para la mayor parte de la gente que estará leyendo este artículo”. Lo admite el propio Edwards, más conocido a escala internacional como Casper Electronics. El artista norteamericano estará en Barcelona entre el 25 y el 27 de septiembre, concretamente en el centro de producción e investigación artística Hangar, para mostrar parte de su trabajo en el Festival Internacional de 8 Bit & DIY Electrónica ‘Lowtoy’‘Lowtoy’. ¿Te animas a descubrirlo?

Lleva más de 15 años fabricando instrumentos musicales inusuales que luego utilizan artistas como Mike Patton (de Faith No More), Rahzel (de The Roots) o el mismísimo Danny Elfman, compositor de la banda sonora de las películas de Tim Burton. Su forma de trabajar es curiosa: inventa aparatos electrónicos o moldea otros ya existentes. Cambia cables, utiliza sus botones, lo manipula todo para dar a luz nuevos y diferentes utensilios que generan sonidos muy particulares.

Crear arte con circuitos erróneos

Edwards profana los aparatos generando lo que en un circuito normal se considerarían errores – ‘glitches’ en inglés y en el argot -, pero lo hace de forma controlada, sabiendo cómo pueden afectar los cambios y teniendo en cuenta desde el principio que lo que manipula funcionará de forma totalmente diferente a como lo hacía antes. Eso es lo que le motiva, lo que aporta originalidad a sus obras y lo que hace que esté tan demandado entre otros artistas.

Durante años ha trabajado casi exclusivamente 'tuneando' juguetes infantiles o construyendo artilugios nuevos desde cero. “Los 'hackeo' para fabricar sonidos sorprendentemente extraños”, explica, y dice no llevar la cuenta de todos los instrumentos que ha creado, muchos de ellos por encargo.

¿Eres de los que piensan que una máquina de los años 80 no tiene ya ningún valor? Pues, según Edwards, te equivocas. Modificando sus circuitos pueden fabricarse cosas útiles para estos tiempos. Gran parte de su valor está “en las sorpresas” que podemos encontrar al “'hackear' un viejo y aburrido dispositivo”. Es una forma artística de reciclaje electrónico.

Mucho trabajo para dar a conocer sus obras

“No utilizo eBay para vender mis productos y tampoco tengo una tienda”, afirma, pero lo que sí ha hecho es trabajar mucho mientras promocionaba su trabajo hasta que los propios músicos comenzaron a ponerse en contacto con él. Buscaban algo diferente “a lo que había ahí fuera”. En muchos casos, los instrumentos que tenían en mente no estaban disponibles y sabían que él era “el tipo que podía hacer algo distinto”.

Eso es precisamente lo que hace su trabajo complejo y sensitivo a un mismo tiempo. Crear de la nada esos instrumentos – casi imaginados por los artistas –, sin referencias ni instrucciones, requiere un importante esfuerzo: cuando un músico contacta con Edwards para hacerle un encargo, el “constructor” de instrumentos les anima a expresar el concepto, el sentimiento e incluso las imágenes abstractas que pueden ayudar a hacer realidad tal creación. “Y es esto lo que me gusta diseñar”, afirma. Obras que han utilizado desde DJs a guitarristas o compositores clásicos. “Lo que luego cada músico haga con la fabricación varía según la persona”.

Una afición de toda la vida

Edwards decidió dedicar su vida a esto porque le encanta crear objetos nuevos y extraños, y hacer música. “Este trabajo es una combinación perfecta de ambas cosas. Además, siempre quise explotar y descubrir todo lo que era capaz de hacer artísticamente”, confiesa. Algo que compagina con su trabajo como profesor y con su faceta de escultor.

Evidentemente, para llevar a cabo su labor necesita muchos conocimientos relacionados especialmente con la ingeniería electrónica, aunque él solo ha hecho algunos cursos y se define como autodidacta. “Cuanto más se sepa sobre cómo tratar los materiales electrónicos, mejor”, comenta. Pero defiende que cuando alguien se dedica a este ámbito no debe permitir que el conocimiento acabe devorando al propio arte porque “corremos el riesgo de vernos seducidos por el ‘cómo funciona’”, que puede hacer perder el contacto con la parte física y emocional del arte. Es una forma de decir que no solo importa la ciencia, sino también, y sobre todo, aquello para lo que se utiliza.

Si tuviera que quedarse con alguna de sus creaciones tiene claro cuál elegiría. Se trata de uno de sus trabajos más peculiares, el que realizó sobre una caja con sonido y luz que se acabó utilizando para alterar el crecimiento de peces cebra modificándolos genéticamente. Edwards dice que era algo extraño, “fuerte y divertido”, aunque reconoce que desde el punto de vista moral no tiene muy claro si estaba obrando de la forma correcta: “En realidad no estoy seguro de lo que les estábamos haciendo a esos peces”.

Apostar por la diferencia

Un buen profesional del ‘circuit bending’ debe tener, ante todo, “el deseo de explorar y hacer descubrimientos”. Según Casper Electronics, no siempre es posible que el artista entienda cómo surgen esos descubrimientos, pero eso no significa que no pueda apreciarlos. “Esta cultura crea un equilibrio interesante entre el saber y el sentir”

Detrás de esto hay mucha constancia y dedicación. Al final todo se resume en alterar circuitos, en “piratearlos” para lograr una tecnología que pueda ser útil para algún propósito personal. Y también “sirve para recordarnos” que no hay que permitir que las empresas decidan cuál debe de ser el valor y el uso que se le da a los dispositivos electrónicos.

El resultado es todo un elenco de instrumentos distinguidos y sin posibilidad de réplica. La música electrónica, en parte, se consigue gracias a artistas como Casper que no buscan vivir de ello, sino de un compendio de cualidades y destrezas cuya intersección “entretiene e inspira” a su público. Su fin último es disolver las barreras entre el productor y el consumidor: ahora el resultado final depende del propio usuario. Solo es necesario “saber hacer” y saber “piratear” con arte y estilo.

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Las imágenes que aparecen en este artículo son propiedad de Casper Electronics

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