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“Está claramente obesa”: un patrón de barco achaca al sobrepeso un accidente de una menor para librarse de la cárcel

Turistas en la playa de Peguera, en el término municipal de Calvià (Mallorca), donde tuvieron lugar los hechos

Esther Ballesteros

Mallorca —

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Son las 16.30. Leticia, su primo y varios amigos, todos ellos menores de edad, se disponen a montarse sobre una banana acuática en Mallorca. Sin embargo, lo que se prevé como una jornada divertida para los niños acaba convirtiéndose en una tarde dramática. Pocos minutos después de iniciarse la actividad, los participantes caen al agua, algo normal en una atracción parte de cuya diversión radica en lograr mantener el equilibrio mientras la colchoneta neumática atraviesa las olas. La arrastra una embarcación con motor fueraborda de 150 cv.

La niña es la única que no logra subir de nuevo a bordo, pero, atendiendo a los gestos del capitán y el marinero, intenta trepar por la escalerilla de popa, que acaba partiéndose durante el ascenso. La hélice de la lancha continúa en marcha y, en el momento en que la usuaria se precipita de nuevo al mar, las aspas le alcanzan, provocándole graves lesiones.

El suceso se produjo el 22 de agosto de 2015 en la playa Palmira de Peguera, en el término municipal de Calvià. Más de siete años después, la joven, que entonces tenía once años, ha sido indemnizada con 35.000 euros como consecuencia de las graves heridas que sufrió. Desde entonces, la víctima padece estrés postraumático y tuvo que ser sometida a tratamiento psicológico como consecuencia del siniestro, además de arrastrar un perjuicio estético en las zonas corporales que se vieron afectadas.

Se trata de unos hechos por los que esta semana se han sentado en el banquillo de los Juzgados de lo Penal de Palma el patrón de la embarcación y el marinero de la misma, para quienes la Fiscalía reclama, por un delito de lesiones imprudentes, seis meses de prisión e inhabilitación para el ejercicio de sus respectivas profesiones durante dos años. La familia de la niña solicita, por su parte, cinco años de cárcel para cada uno por delitos de lesiones imprudentes y omisión del deber de socorro. Al margen del acuerdo alcanzado a nivel civil, el juicio ha sido aplazado a diciembre después de que el abogado de uno de los acusados renunciase a su defensa apenas unos días antes de la vista.

El patrón asegura que encendió el motor por riesgo de colisión

Frente a las acusaciones que pesan sobre él, el capitán de la lancha asevera que la rotura de la escalerilla fue fortuita, “provocada sin duda por la poca agilidad y elevado peso de la víctima”, a quien sus padres subieron en la atracción sin tener en cuenta su “clara condición de obesa” con el “peligro” que ello comportaba. El inculpado asegura que apagó el motor y que si lo volvió a encender fue únicamente a los efectos de evitar la colisión “que estaba apunto de acaecer” con otro barco que se aproximaba. Al ver que la menor caía por la rotura de la escalera, asevera, tiró inmediatamente del cable de 'hombre al agua' del motor, deteniéndose el mismo y “sólo raspando a la menor la inercia que presentaban las hélices ya que, de no haberlo hecho, se habrían producido daños mayores”.

Sin embargo, el juez instructor de la causa señala, en uno de sus últimos autos, que tanto el capitán como el marinero no tuvieron “la más mínima precaución” en este sentido y en evitar que la hélice del motor de la embarcación estuviese en marcha, lo que motivó que la menor fuese alcanzada por la misma en el glúteo y en la pierna y pie derechos, causándole profundas lesiones que requirieron de intervención quirúrgica y permaneciendo cuatro días en estado grave en el hospital.

En su escrito de acusación, la familia de la víctima asevera que, a partir del momento en que le alcanzó la hélice y en los que siguieron hasta que fue trasladada, la menor permaneció flotando, “sin que los acusados se lanzasen al agua para socorrerla pues se quedaron en todo momento en la embarcación e inactivos”. Ante esta situación, recuerdan, fue el primo de la niña quien, viendo que capitán y marinero no reaccionaban, se tiró al agua para socorrerla y, con la ayuda de una lancha auxiliar perteneciente a otra embarcación que se encontraba próxima, se dirigió hasta la orilla para pedir ayuda. En un segundo viaje, la misma embarcación llevó a la menor hasta la orilla, sin que “en ningún momento” ninguno de los acusados socorriesen a la menor. Ya fuera del agua, una ambulancia trasladó a la menor hasta Son Espases, donde fue intervenida quirúrgicamente.

Gestos con las manos y gritos de “ale, ale”

La propia víctima, en la declaración que prestó durante la instrucción de las pesquisas, aseguró que antes de subir a la banana no les dieron instrucciones de seguridad ni consejos sobre cómo subir de nuevo al hinchable si caían al agua. Tampoco tuvieron que rellenar ningún papel. La joven manifestó que, desde la colchoneta, tan solo le hacían gestos con las manos mientras uno de ellos le decía “ale, ale”. La madre de la niña, por su parte, manifestó que para regresar a su país -residen en Argelia- tuvieron que tomar un avión medicalizado, con su hija en camilla debido a las lesiones.

En su escrito de defensa, el patrón de la embarcación recrimina, sin embargo, que la menor fuese enviada sola a la atracción por sus progenitores “de manera totalmente irresponsable” a pesar de su corta edad y sin la compañía de ningún adulto. Asimismo, sostiene que el elemento desencadenante de la lesión de la menor no fue imprudencia alguna por su parte, sino la rotura fortuita de la escalerilla por su “clara condición de obesa”, por lo que su abogado considera que imputarle “una actuación culposa grave a los efectos de atribuirle la comisión de un delito de lesiones es total y absolutamente inaceptable, ya que actuó [su patrocinado], en todo momento, conforme a una adecuada praxis profesional a los efectos de evitar daños mayores”.

“La actuación de mi patrocinado fue en todo momento la adecuada, intentando socorrer a la víctima, avisando además al servicio de socorristas”, señala en su escrito, en el que asevera que, entre otras actuaciones, pidió ayuda por radio, se coordinó con la marinería del yate “con el que estuvo apunto de chocar” y, una vez varada la embarcación que patroneaba y evacuados sus pasajeros menores, acudió a la ambulancia para interesarse por el estado de la menor, que “había sido cubierta por la propia toalla” del acusado.

Al margen del acuerdo alcanzado para indemnizar a la menor, y a pesar de que la familia de la víctima se había desplazado desde Argelia para asistir al juicio, este ha sido finalmente aplazado a diciembre para que el nuevo abogado de uno de los acusados pueda tomar conocimiento del caso. Apenas unos días antes de la fecha señalada para la vista, el anterior letrado presentó sorpresivamente su renuncia, lo que será trasladado al Colegio de Abogados de Balears para sopesar qué medida adoptar al respecto.

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