Yo no vivo en Sevilla, no participo en el movimiento de las corralas ni conozco de forma directa la experiencia de la Corrala Utopía. Oriento este texto a partir de conversaciones con amigas de la asamblea de Vivienda Centro, gentes de PAH Vallekas, textos escritos por amigos de Málaga y algunas de las intuiciones que empezamos a compartir en el Movimiento por la Democracia, así como por la experiencia concreta del E.P.A Patio Maravillas de Madrid.
Vale.
1. La lucha de la Corrala Utopía ha sido larga. Han sufrido el acoso constante de la policía, los servicios sociales, la difamación de los medios de comunicación, etc. Les han cortado la luz varias veces, les han cortado el agua. Han seguido, sin embargo, adelante. Incansables, indestructibles.
2. Tras el desalojo de “la Utopía” se inicia una acampada en el centro de Sevilla a la que pronto se unen grupos de estudiantes. Es en ese contexto en el que la consejería de vivienda (cuya responsabilidad es de Izquierda Unida) decide llegar a un acuerdo y realojar a los vecinos y vecinas de la corrala. Es una estrategia de movimiento la que impulsa la acción institucional. La institución en este caso funciona como un mecanismo de retaguardia, de escucha. Se acomoda a la realidad que el movimiento hace presente.
3. Dicho realojo desata una tormenta institucional en el gobierno andaluz. Las declaraciones de Susana Díaz criticando con dureza la actuación de sus socios de gobierno abre una puerta que ni siquiera el Partido Popular se había atrevido a abrir de forma directa: la guerra entre pobres. Si entramos hoy en la web del PSOE de Andalucía podremos ver las siguientes declaraciones: “Aquí hay una presidenta que defiende a quien más lo necesita, no a quien más levante la voz”. El argumento de Díaz es que hay muchas familias esperando sus viviendas de protección oficial y se ha primado a aquellas que se han movilizado frente a las otras.
4. Esos argumentos oponen dos ideas de sociedad distintas. La que diría defender el PSOE, en la que los derechos se tienen que asignar de manera generalista y por tanto no caben “privilegios” a las luchas particulares y en segundo lugar la visión de Izquierda Unida, que plantearía que los derechos se construyen a partir de su reivindicación y por tanto son fruto exclusivo de las luchas.
Pasan dos cosas. La primera es que cuando el PSOE dice eso hace una lectura del garantismo a la baja. Para que no haya privilegios se trata de que nadie, luche por ello o no, acceda a una vivienda. La segunda es que esa visión que está detrás de las acciones de Izquierda Unida no se sostiene con sus argumentos, sino que lo que se esgrime es en todo momento la legalidad de lo sucedido y, por tanto, la reducción de una acción política institucional al marco de lo posible y no a su extensión.
5. La extensión de lo posible queda, por tanto, fuera del marco institucional. Son las propias gentes de La Corrala Utopía (o la Obra Social de la PAH en otros territorios) quienes abren esa posibilidad. Sin esa escucha a los movimientos no hay extensión de los derechos para nadie. La cuestión es entonces que cuando desde el PSOE andaluz se recurre al enfrentamiento entre pobres, a la producción interesada de una guerra por la escasez de recursos (habiendo viviendas vacías de sobra), tiene que ser desde fuera de la institución desde donde se aborde la ruptura de ese marco y abordar una nueva narración de lo sucedido.
¿Cómo? Aquí caben tres ideas básicas. La primera es consiguiendo que el movimiento de vivienda se alíe con quienes esperan sus viviendas de protección oficial. En segundo lugar, se trataría de que la práctica de la Corrala Utopía se generalice y se normalice entre quienes esperan una vivienda. Pero hay una tercera cuestión que es aún más importante, que es el ataque sobre las propias legislaciones que sustentan el acceso a la vivienda.
El problema se inicia con la concepción de que la vivienda no es un derecho (aunque esté formalmente reconocido como tal en la Constitución) sino una herramienta de segregación entre quien puede acceder a una y quién no. Quien puede endeudarse y quien no, quién es propietario y quién no, quién es sujeto de ayudas y quién no, etc. Se trata de romper ese marco porque lo que genera es miles de viviendas vacías, miles de personas esperando viviendas, unas pocas personas ocupando viviendas sometidas a niveles de violencia inéditos, acoso judicial, policial y mediático y una clase política jugando a la retórica en un contexto de emergencia habitacional
6. El discurso de la guerra entre pobres abre un marco terrible de acción política. Un discurso al que tenemos que hacer frente no desde la llamada exclusiva a la autoorganización, a la ocupación, a la composición en movimiento, sino también para que esos elementos autoorganicen, ocupen y compongan las nuevas legislaciones y las nuevas instituciones. Si no, no hay salida colectiva. Por eso el lema de la PAH, no lo olvidemos, sigue siendo, “de la burbuja inmobiliaria al derecho a la vivienda”. Los derechos son eso universal, irrenunciable y generalizado y han de estar reconocidos institucionalmente de manera material, no solo retórica.
La paradoja es que cuando hace meses se preparó el decreto andaluz por la vivienda, tanto el PSOE como IU, en su afán por apuntarse un tanto, desoyeron a quienes de forma más viva y directa conocían la realidad legislativa: El propio movimiento andaluz por la vivienda.
El decreto quedó suspendido por el tribunal constitucional y ninguna de las dos fuerzas en el gobierno fue capaz de avanzar en la necesaria dinámica de conflicto institucional para garantizar el derecho a la vivienda. Es decir, ninguna de las dos fuerzas reconoció la posibilidad de ampliar el marco de lo posible a partir del conflicto y la desobediencia, la negociación y el acuerdo. No hicieron, por tanto, lo que la Corrala Utopía ha demostrado que es lo que hay que hacer.
Mas información:
El blog de la Corrala Utopía
Declaración del Movimiento Andaluz por la Vivienda sobre su exclusión del Decreto Andaluz de Vivienda