Francia acaba el año sin nuevos presupuestos tras el fracaso del Gobierno de Macron en las negociaciones
Como ya ocurrió hace un año, el Gobierno francés ha sido incapaz de alcanzar un acuerdo parlamentario y aprobar el proyecto de ley de Finanzas (PLF), principal texto legislativo de los presupuestos del Estado de cara a 2026. El pasado viernes, una vez confirmada la imposibilidad de lograr un voto favorable en el plazo constitucional marcado, Emmanuel Macron convocó un Consejo de Ministros extraordinario que permitiese introducir una ley especial para prorrogar los presupuestos, que expiran el 31 de diciembre.
El Consejo se celebró el lunes por la noche —cuando el presidente regresó de Abu Dabi, donde había hecho su tradicional visita navideña a las tropas francesas destinadas en el extranjero— y, este martes, la Asamblea Nacional y el Senado han examinado y aprobado la ley especial. Un texto breve, que asegura la financiación y el funcionamiento del Estado, mientras el Gobierno y el Parlamento prosiguen las discusiones.
El primer ministro, Sébastien Lecornu, no ha conseguido reeditar el acuerdo logrado hace unas semanas en la ley de financiación de la Seguridad Social, el otro gran texto legislativo que compone los presupuestos del Estado en Francia. El Ejecutivo había sacado adelante ese proyecto de ley, de manera agónica, gracias al voto favorable de la mayor parte de los partidos de centro, de los socialistas y a la abstención de los ecologistas y de Los Republicanos (derecha).
Los dos partidos progresistas contribuyeron a la aprobación al considerar suficientes las concesiones hechas por el Gobierno y, sobre todo, porque el texto incluía la suspensión de la controvertida reforma de las pensiones de 2023. Pero, en este proyecto de ley de Finanzas, no se han encontrado suficientes puntos de acuerdo.
El texto presentado por el Gobierno tenía dos grandes objetivos para el presupuesto de 2026: la reducción de la deuda y el déficit públicos y un importante aumento del gasto en Defensa. Remodelado en gran medida a su paso por la Asamblea y el Senado, el resultado final del proyecto de ley no ha satisfecho a nadie.
La derecha y el centro consideran que no van lo suficientemente lejos en la reducción de gasto y en la limitación de impuestos; los partidos progresistas denuncian la ausencia de justicia fiscal y la reducción del gasto en los servicios públicos.
Desbloquear la tramitación
Aunque el futuro de Lecornu no parece amenazado a corto plazo, no se vislumbra ninguna vía que permita la aprobación de los presupuestos mediante un acuerdo y una votación en el Parlamento. A la fragmentación de la Asamblea y al rechazo frontal al Gobierno de una gran parte de la cámara (en particular Francia Insumisa y la extrema derecha) se añaden las grietas aparecidas en el bloque de centroderecha en el que se apoya, en minoría, el Ejecutivo.
En octubre, para ganarse el favor de los socialistas y sobrevivir a una primera moción de censura, Lecornu había renunciado a recurrir al artículo 49.3 de la Constitución, que permite aprobar leyes bajo la responsabilidad única del Gobierno, es decir sin voto parlamentario. Con ese artículo, solo el voto favorable a una moción de censura puede bloquear la promulgación del texto (además de provocar la dimisión del Ejecutivo).
El 49.3 no es una varita mágica, si el Gobierno lo utiliza sin compromisos previos, se expone a una censura inmediata
Estos últimos días han sido muchas las voces que reclaman la utilización del 49.3 como herramienta para salir del bloqueo. Voces que vienen, principalmente, de la derecha y el centro, pero también de algunos socialistas como el expresidente Hollande.
Y en las últimas semanas el secretario general del PS, Olivier Faure, ha dado muestras de que está abierto a aceptar esta salida, a cambio de un pacto de no censura. “El 49.3 no es una varita mágica, si el Gobierno lo utiliza sin compromisos previos, se expone a una censura inmediata”, advirtió Faure este mes en una entrevista en Libération.
Los socialistas esperan así pesar en la construcción de los presupuestos y conseguir concesiones en materia de justicia fiscal, a cambio de no apoyar la previsible moción de censura que seguiría al 49.3.
Mismo escenario que en 2024
De esta forma, podría repetirse el guion de hace un año. Tras la caída del Gobierno de Michel Barnier, su sucesor, François Bayrou, recurrió a una ley especial y abrió una negociación con el PS. En febrero, los líderes socialistas aceptaron abstenerse en la moción de censura que siguió a la aprobación sin voto de los presupuestos. A cambio de esa abstención, Bayrou se comprometió a organizar una mesa de negociaciones sobre las pensiones que, finalmente, no produjo ningún resultado.
No obstante, Lecornu parece haber establecido una relación de confianza con los líderes socialistas que Bayrou nunca tuvo. Además, el primer ministro cree que el tiempo juega a su favor, ya que Los Republicanos, el PS y Los Ecologistas querrán pasar la página de los debates presupuestarios lo antes posible, para centrarse en la campaña de las elecciones municipales de marzo.
Si las negociaciones fracasan, otra hipótesis es el recurso por parte del Ejecutivo a la vía reglamentaria, a través de decretos y circulares gubernamentales. Pero, por el momento, esta opción parece descartada por las incertidumbres técnicas y las consecuencias políticas.
“Tan pronto como se pronuncie el 49.3, y más aún [si se recurre a] decretos, el grupo Francia Insumisa presentará inmediatamente una moción de censura. En ningún caso se va a aceptar un mal presupuesto”, advirtió el martes el diputado LFI, Éric Coquerel.
Aunque es el segundo año que se recurre a la prórroga de los presupuestos, se trata de una situación poco frecuente en la política francesa y que nunca ha durado más allá del mes de febrero. Antes de 2024, solo se había necesitado en otra ocasión, en 1980, por un defecto de forma en la aprobación y un desacuerdo entre la derecha de Chirac y el centro-derecha de Giscard d'Estaing. Y se resolvió en las semanas posteriores.
Gasto congelado
Los miembros del Ejecutivo de Sébastien Lecornu están adoptando una línea de comunicación que hace énfasis en las limitaciones que supone la ausencia de presupuesto para que Francia avance hacia sus objetivos de reducción de déficit por debajo del 5% del producto interior bruto (PIB), al impedir la entrada en vigor de las medidas de ahorro previstas.
Tampoco permite el aumento del gasto en Defensa, una de las prioridades de Emmanuel Macron, que anunció el lunes el inicio de la construcción del portaaviones que debe sustituir al Charles de Gaulle en 2038. Mediante una ley especial, se congelarán provisionalmente los gastos del Estado, así que el aumento anunciado de los gastos militares de 6.700 millones de euros no podrá materializarse por el momento.
Lecornu considera que la aprobación del presupuesto sigue siendo posible “si se dejan de lado los cálculos políticos”. “Un compromiso no es ni una renuncia ni una confusión”, ha asegurado el primer ministro, que ha señalado que es necesario que haya un presupuesto “en enero”.
0