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La pandemia y el orden mundial: China se expande por el tablero de EEUU, el arquitecto en retirada

La gestión de la pandemia ha acrecentado el enfrentamiento entre Estados Unidos y China.

Javier Biosca Azcoiti

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El mismo día que Donald Trump enviaba una carta al director general de la Organización Mundial de la Sauld (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, criticando duramente su gestión y amenazando con retirar su financiación y salirse del organismo de la ONU, el presidente chino fue uno de los pocos jefes de Estado que participó en la apertura de la asamblea anual de la organización. En su intervención, Xi Jinping agradeció y alabó la gestión de la OMS y subrayó la importancia del multilateralismo.

El modelo de liderazgo elegido por las dos superpotencias durante la pandemia es un reflejo de lo que viene ocurriendo en el sistema internacional en los últimos años. Mientras EEUU se retira paulatinamente del tablero –especialmente desde la llegada de Trump a la Casa Blanca–, China gana poder jugando principalmente dentro del marco de normas diseñado en gran parte por EEUU como gran arquitecto del orden mundial tras la Segunda Guerra Mundial.

“Bajo el liderazgo del doctor Tedros, la OMS ha contribuido de manera importante a dirigir y promover la respuesta mundial a la COVID-19”, señalaba Xi en su discurso. “Su buena labor es aplaudida por la comunidad internacional. Apoyar a la OMS es apoyar la cooperación internacional y la batalla por salvar vidas. China pide a la comunidad internacional que aumente el apoyo político y financiero”.

En el otro extremo, la carta de Trump: “Está claro que los tropiezos repetidos que han cometido usted y su organización han sido extremadamente caros para el mundo”. “No puedo permitir que el dinero del contribuyente estadounidense siga financiando una organización que claramente no sirve a los intereses de EEUU”, concluye la misiva tras el ultimátum. Poco después, ya relajado ante los medios, acusó a la OMS de ser una “marioneta” de China.

“La gran paradoja es que China ha tenido éxito porque ha jugado respetando las leyes de EEUU”, sostiene Kishore Mahbubani, autor del libro Has China won? The Chinese challenge to American primacy. “Un ejemplo concreto: el hombre que salvó a China fue Den Xiaoping en 1979. Se adaptó al sistema de libre mercado y este sistema es un regalo de EEUU al mundo. China fue un paso más allá y se unió a la OMC aceptando las estrictas condiciones impuestas por EEUU”, añade Mahbubani, que llegó a ejercer como presidente del Consejo de Seguridad de la ONU durante su larga carrera como diplomático de Singapur.

Fue el presidente estadounidense Richard Nixon el que metió a China en el sistema tras un gran esfuerzo entre 1967 y 1972. “Simplemente no nos podemos permitir dejar a China para siempre fuera de la familia de las naciones”, afirmó. Varios viajes secretos, comunicaciones indirectas a través de mediadores y una exhibición de ping pong después, la ONU reconoce la República Popular de China en octubre de 1971 y en febrero de 1972 Nixon visita el país dando comienzo a las relaciones bilaterales. Aunque China era miembro fundador de la ONU, hasta entonces el organismo reconocía al Gobierno de Chiang Kai-shek, replegado en la isla de Taiwán desde la victoria de Mao Zedong en 1949.

Papel de China en la ONU

La China de Mao pasó de ser un paria internacional a consolidar y reforzar el sistema hasta convertirse en superpotencia. Según recordaba Fareed Zakaria, autor de ‘The post-american World’, en la revista Foreign Affairs, Pekín no ha ido a la guerra desde 1979; no ha utilizado fuerza militar letal en el extranjero desde 1988; y no ha financiado o apoyado a insurgentes armados desde principios de los 80.

En el año 2000, la contribución de China al presupuesto general de la ONU era de 12 millones de dólares, equivalente al 1% del total. 20 años después, su aportación es de 367,9 millones (12%), lo que le convierte en el segundo mayor contribuyente. Estados Unidos sigue siendo el principal, aportando un 22%. El porcentaje de Alemania es del 6,1% y el de Reino Unido, 4,6%.

Su papel activo en el sistema internacional también se puede observar en el número de vetos registrados en resoluciones del Consejo de Seguridad. Entre 1971 y 2019 se han vetado 122 resoluciones. De los cinco países con capacidad de veto, China y Francia son los países que menos resoluciones han bloqueado: 14 (11,5% del total). Estados Unidos lidera la lista con 80 (65,5%), seguido de Rusia, con 38 (38,1%) –como hay resoluciones que han sido vetadas por más de un Estado, la suma de los porcentajes es superior al 100%–.

China también es el miembro del Consejo de Seguridad que más soldados aporta a las misiones de paz de la ONU. En 1990 tenía cinco soldados desplegados y en diciembre de 2019, 2.545 (Francia es el segundo país del Consejo de Seguridad con más soldados: 730). En 2017, el Ministerio de Defensa creó una fuerza de 8.000 soldados para servir en las misiones de paz de la ONU. En cuanto a financiación de estas operaciones, Pekín es el segundo donante por detrás de EEUU, que en 2018 se negó a aportar más del 25% del presupuesto de estas misiones, lo que representa una bajada del 28,5% que había aportado ese mismo año.

“China realmente cree en el multilateralismo. Tras 100 años de humillación entre 1814 y 1914, ahora su principal deseo es volver a recuperar su grandeza. Los chinos creen que fueron humillados porque se aislaron del resto del mundo. Ahora se han abierto y les va muy bien. Es normal que China diga ‘me encantan estas reglas’”, sostiene Mahbubani.

El Fondo Monetario Internacional es uno de los organismos económicos más importantes del sistema económico mundial. En esta organización, el poder de cada Estado miembro a la hora de votar va estrictamente ligado a sus contribuciones económicas. EEUU es el principal contribuyente y controla el 16,5% de los votos, lo que en la práctica le otorga capacidad de veto. China, a pesar de tener el segundo mayor PIB del mundo, ocupa la tercera posición y tiene un 6,08% de voto. Pekín lleva años intentando aumentar sus contribuciones y, en consecuencia, su poder de decisión, pero no se le ha permitido. El gigante asiático también ha fundado el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, que rivaliza directamente con el Banco Mundial y que ha sido criticado por EEUU.

America First: “Un tiro en el pie”

Mientras China intenta aumentar su papel en el mundo, EEUU se retira de todas aquellas instituciones que dice no sirven a sus intereses o que no cumplen con las órdenes de Trump. Entre ellas: la UNESCO, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, diversos tratados de no proliferación de armas y la retirada de la financiación a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos. La OMS está ahora en el punto de mira de Trump. EEUU también se retirará en 2020 del Acuerdo de París por el clima, convirtiéndose en el único país del mundo fuera del mismo.

“No diría que China se ha aprovechado del 'America First' [América Primero], sino que el Gobierno se ha pegado un tiro en el pie. La ventaja natural de poder blando que ha tenido EEUU durante tantos años, ahora la ha perdido bajo el Gobierno de Trump”, afirma Mahbubani.

En 2018, Henry Kissinger, exsecretario de Estado y exconsejero de Seguridad Nacional de Nixon, le dijo a Mahbubani durante una comida en su club de Nueva York que el gran error de EEUU había sido lanzar un conflicto geostratégico con China sin una estrategia completa a largo plazo.

“China no tiene ningún deseo de pisarle los zapatos a EEUU. No cree que su sistema sea mejor que el resto, simplemente que es bueno para ellos igual que el de EEUU es bueno para EEUU. Washington tiene la visión contraria: cree que su sistema es el mejor y quiere que todos le copien”, sostiene el escritor. “EEUU se ha enterrado a sí mismo. se ha centrado en frenar a China. Va a fallar, pero está decidido a intentarlo”. Esta explicación sobre el sistema hace referencia a su papel en el escenario internacional y no a la situación interna de ambos países, como puede ser la violación de derechos humanos en el país asiático.

“Yo esperaba que el coronavirus demostrarse que mi tesis era errónea. Si la COVID-19 es el enemigo común de ambos, EEUU y China deberían unirse para luchar contra ella, pero ha pasado lo contrario. Se puede ver lo profundo que es este conflicto. A pesar de que está en el interés racional y nacional de EEUU parar la confrontación, esta continúa”, concluye Mahbubani.

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