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La sorpresa antes del debate: las revelaciones sobre los impuestos de Trump destruyen la imagen de “millonario triunfador” que le catapultó

El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump. EFE/EPA/Chris Kleponis

Carlos Hernández-Echevarría

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Durante cuatro años nos hemos preguntado qué oscuro secreto escondían las declaraciones de la renta de Donald Trump. Primero se negó a publicarlas cuando era candidato, el primero en hacerlo en 40 años, y luego emprendió una larga batalla judicial para evitar que llegaran a manos del Congreso y de los fiscales que investigan sus negocios. Había quien creía que era porque en ellas había pruebas de los favores de Vladimir Putin o tal vez algún soborno a una amante despechada, pero al final la explicación era más sencilla: a Trump no le interesa que se sepa que no es tan rico.

El hoy presidente ha construido su imagen pública y su carrera política sobre una reputación de “exitoso hombre de negocios” que ya antes era cuestionable, pero que ahora hace aguas por todas partes. La exclusiva del New York Times, que revela las enormes pérdidas de sus empresas o su alto nivel de endeudamiento, es un golpe en el centro de su identidad: no hay que olvidar que para millones de estadounidenses, Donald Trump sigue siendo el genio de los negocios que durante 14 temporadas vieron en el reality The Apprentice

Trump se enfrentará a preguntas sobre sus impuestos y lo que revelan esta noche (entre 03.00 y 04.30 de la mañana del miércoles, hora peninsular), durante el primer debate presidencial de la campaña contra Joe Biden. En los debates en Estados Unidos, los periodistas son libres de preguntar y repreguntar lo que quieran y no hay ningún acuerdo previo con las campañas sobre cuáles son los límites, a diferencia de lo que suele suceder en España.

La gran mentira de ‘The Apprentice’

En la cabecera de la primera temporada del reality de Trump se ve claramente hacia dónde va a ir el show: Trump en limusina, el jet privado de Trump, la Torre Trump, el helicóptero de Trump... Trump como arquetipo de la riqueza, como el gran sabio que va a educar a un grupo de jóvenes ejecutivos en los secretos del mundo corporativo. Poco importa que cuando se estrenó en 2004 Trump ya hubiera llevado a la ruina varios negocios o que su riquísimo padre hubiera tenido que rescatarle del desastre en varias ocasiones. The Apprentice era buena televisión y las audiencias eran espectaculares.

Cuando empezó su carrera televisiva Trump ya era un personaje bien conocido en Nueva York, aunque su reputación estaba muy lejos de esa aura de infalibilidad que tenía en The Apprentice. Los tabloides se habían deleitado con sus noviazgos y sus divorcios, pero la prensa “seria” le tomaba con más prevención, tal vez por su tendencia a hacerse pasar por otras personas para llamar a periodistas y dar su opinión sobre... Donald Trump. Es cierto que ya había escrito su best seller ‘El arte del Trato’ en la que cultivaba esa imagen de gran hombre de negocios, pero después estuvo muy cerca de arruinarse del todo. 

The Apprentice vino a rescatarle y, para millones de votantes, su reputación de hábil empresario quedó tan firmemente fijaba por la televisión que sigue siendo la clave de su éxito. Poco importa que en muchas de las que llama “sus propiedades” solo haya prestado el nombre, esos detalles legales no pueden competir con años y años de verle en su apartamento con grifos de oro y en su gran despacho de la Torre Trump. En palabras de la escritora Fran Lebowitz, el presidente es “la idea que una persona pobre tiene de lo que es un rico”. Y Trump ha luchado con fiereza para que siga siendo así. 

El presidente ha amenazado con demandas a varios periodistas que han puesto en duda su verdadera riqueza y llegó a llevar a los tribunales a un escritor que publicó que su fortuna era de “sólo” 130 millones de euros. También ha presionado repetidamente a la revista Forbes, famosa por sus rankings de millonarios, para que le de más valoración. Sin embargo, el aura creada por The Apprentice no seduce a todo el mundo. Uno de los grandes críticos de Trump es el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, un multimillonario de verdad “hecho a sí mismo” que le llama “estafador” y pone en duda su riqueza. Según Forbes, Bloomberg es 17 veces más rico que Trump.

Un hombre... ¿hecho a sí mismo?

Trump ha dicho que su imperio “lo construí yo mismo y lo hice trabajando muchas horas, muy duro y de forma inteligente”. Alguna vez ha ofrecido algún detalle más y ha dicho que es cierto que recibió “un pequeño préstamo de un millón de dólares” por parte de su padre. La historia real es muy diferente. Una investigación del New York Times ha calculado que cuando el pequeño Donald cumplió los ocho, su padre ya había puesto a su nombre un millón de dólares y que en total Fred Trump, uno de los grandes promotores de Nueva York, contribuyó a la fortuna de su hijo con más de 350 millones de euros

Durante los inicios empresariales de Donald, su familia siempre estuvo allí para ayudarle. En 1976 ya paseaba por Nueva York con periodistas presumiendo de una fortuna de 170 millones de euros y su declaración de la renta de ese año decía que había ganado poco más de 20.000 euros. Además de los préstamos y los contactos, Fred Trump intervenía directamente si su hijo lo necesitaba. En 1990 Donald estaba arruinándose con un casino en Atlantic City cuando el abogado de su padre entró y compró tres millones de euros en fichas. Se fue sin apostar ni una sola.

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