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Australia se gasta 6 millones de dólares en un filme para desalentar la inmigración

El filme, pagado con dinero público, relata el trágico viaje de unos afganos que pretenden entrar en Australia.

The Guardian

Sune Engel Rasmussen/ Ben Doherty -Kabul/ Sydney —

El Departamento de Inmigración del Gobierno de Australia ha financiado una película cuyo objetivo final es desalentar a todos aquellos afganos que quieran llegar hasta Australia para solicitar asilo. El filme, emitido por dos cadenas de televisión de Afganistán, quiere reforzar la noción de que no vale la pena arriesgar la vida para hacer un viaje que no cuenta con el beneplácito de las autoridades australianas.

The Journey (El viaje), una producción que ha contado con un generoso presupuesto, muestra el trágico destino de unos solicitantes de asilo que cruzan el Océano Índico. 

Con un presupuesto de 6 millones de dólares, la película ha sido financiada por los contribuyentes australianos y se ha rodado en tres países diferentes. La semana pasada se estrenó en dos canales de televisión de Afganistán. El país fue el segundo exportador mundial de refugiados y migrantes en 2015, solo superado por Siria. 

“Las imágenes son duras, me disgusté”, reconoce Ali Reza, un sastre de 18 años: “Ya sé que es una película interpretada por actores pero lo cierto es que muchos afganos viven situaciones parecidas”.

La compañía Put It Out There Pictures, que produjo la película por 4,34 millones de dólares, indica en su página web que el objetivo final del filme es informar a los espectadores “sobre la futilidad de dar dinero a los contrabandistas para que los ayuden a pasar, los peligros del viaje y las duras políticas migratorias que deberán superar si finalmente consiguen llegar hasta aguas australianas”. 

A juzgar por las respuestas de los jóvenes que han hablado con the Guardian, los productores han logrado el objetivo que se habían marcado. 

“Es una buena película”, afirma Mostafa Ebadi, un joven de 23 años: “Muestra cómo los contrabandistas mienten a los viajeros antes de partir”. Mohammad Tawab, también de 23 años, reconoce que se quedó muy impactado con las imágenes de los refugiados languideciendo en cárceles de Indonesia. Para Yama Taheri, que jugaba a fútbol en un parque del centro de Kabul, la secuencia más desagradable es la que muestra el ahogamiento de tres hermanos. “Pensé que si algún día intento hacer esta travesía con mis amigos este podría ser mi destino final”.

Afganistán ha sido durante más de tres décadas el mayor exportador de refugiados del mundo. Ahora, ha sido superado por Siria; el conflicto ha empujado a millones de personas hacia otros países. La mayoría de refugiados afganos encuentran refugio en países vecinos, como Paquistán e Irán. Sin embargo, se trata del país que manda a más nacionales a Australia por mar. A la mayoría de afganos que han hecho esta travesía se les ha concedido el asilo. Cada año, desde 2009, entre el 96% y el 100% de solicitantes de asilo afganos han conseguido que se reconozca su condición de refugiado. 

Sin embargo, en los últimos años ha disminuido la cifra de afganos que quieren ir a Australia. El endurecimiento de las políticas de asilo y los mensajes de aviso de las campañas del gobierno australiano los han desalentado. En 2015, la mayoría de los solicitantes de asilo afganos se dirigió a Europa; solo en Alemania llegaron 150.000.

Daud Hossaini, de 42 años, estuvo planeando su viaje a Australia durante tres años, ya que su hermano vive en ese país. Cuando las políticas de asilo se endurecieron empezó a dudar pero pensó que la situación cambiaría cuando hubiera elecciones. Sin embargo, tras ver la película el viernes pasado decidió enterrar el sueño de llegar a Australia.“ ¿Qué sentido tiene este viaje si me voy a morir durante la travesía?”, pregunta. 

Lapis Communications, la compañía encargada de promover y adaptar la película en Afganistán, Paquistán, Irán e Irak indicó que el filme no es propaganda encubierta del gobierno australiano. 

“Los patrocinadores de la película no se esconden ni desmienten su participación”, indica Sarah-Jean Cunningham, la directora de operaciones y desarrollo empresarial: “El mensaje y los valores de la película giran en torno a una situación muy grave y trágica, y el objetivo del film es salvar vidas”.

Cunningham niega que la cifra que se embolsó Lapis por la promoción y adaptación del filme (1,63 millones de dólares) sea excesiva: “Esta cantidad refleja el gran volumen de trabajo que hemos hecho”.

La película no ha convencido a todos los espectadores. A medida que crezca la violencia y el desempleo, los afganos seguirán marchando de su país. Humayoon, un hombre de 29 años que solo pudo ver el principio de la película ya que tenía una boda, señala que solo se quedará en Afganistán si tiene trabajo. 

 “Si no puedo mantener a mi familia, ¿Qué se supone que debo hacer?”. 

Traducción de Emma Reverter

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