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The Guardian en español

Una librería de Estambul conecta a los jóvenes sirios refugiados con sus raíces

“Nosotros no podemos cambiar, pero podemos ayudar a la próxima generación a cambiar para bien”, señala el fundador de la librería.

Kareem Shaheen

Estambul —

Frente al museo Kariye de Estambul, escondido en un rincón, hay un refugio para los jóvenes sirios que quieren hacer algo muy simple: leer. La librería y cafetería Pages representa la ambiciosa misión de un solo hombre que busca cambiar la vida de la juventud siria.

“Me siento extremadamente feliz”, dice el sirio fundador de la primera librería árabe de la ciudad, Samer al-Kadri, de 42 años. “Estoy pudiendo conocer a esta generación, de entre 18 y 25 años, que me sorprende por su carácter comprensivo, su amplitud de miras y su diálogo”.

Más de tres millones de refugiados, en su vasta mayoría de Siria, viven en Turquía. Con la librería Pages, Kadri tiene la esperanza de crear un espacio para los jóvenes sirios que se interesan por el mundo. Quieren escapar del aislamiento que produce la vida de un refugiado y, por un breve instante, se imaginan que están de nuevo en su tierra.

Las canciones de la cantante libanesa Fairuz flotan en la atmósfera del acogedor establecimiento. Los libros están ordenados sobre los estantes que Kadri construyó con sus propias manos, una labor a la que se entregó con amor y por la que lleva casi un año sin irse de vacaciones.

Los niños pueden venir y leer gratis todos los libros que hay disponibles, o tomar prestados todos los que quieran por tan solo 20 liras (5,60 euros) al mes. Los hombres y las mujeres sirias beben café mientras escriben, estudian y leen bajo la luz del sol que entra por las ventanas. Por las noches hay conciertos, proyecciones de películas, talleres y exposiciones.

“Es un lugar en el que podemos conversar unos con otros como sirios nuevamente, en el que podemos dialogar, aceptarnos unos a otros y cambiar nuestra mentalidad, que estaba centrada solamente en Siria y no tenía en cuenta al resto del mundo”, dice Kadri.

Kadri es capaz de ver el lado positivo a pesar de todas las tragedias de la guerra en Siria, que en cinco años de conflicto ha matado a más de 400.000 personas y ha provocado el desplazamiento de la mitad de la población.

“A pesar de toda la tragedia ocurrida en Siria, creo que se puede encontrar un aspecto positivo para el futuro del país”, señala Kadri. “Ha permitido que los sirios salieran del cascarón en el que estaban viviendo. Cambiaron muchas cosas. Muchos hombres y mujeres jóvenes han cambiado su forma de pensar. De esta nueva generación, algunos han sido destruidos y algunos han cambiado o están creciendo de otra manera más abierta. Los sirios han aprendido mucho sobre el mundo”, cuenta Kadri.

Una vida perseguido

Kadri tenía solo ocho años cuando las fuerzas de Hafez al Asad, el padre del actual presidente de Siria, atacaron su ciudad natal, Hama, en 1982, y en menos de un mes la destruyeron con una brutalidad extraordinaria como castigo colectivo por una corta rebelión.

Kadri recuerda un episodio en el que unos soldados del Gobierno alinearon a varios hombres de un vecindario contra un paredón: disparaban a uno y dejaban vivir a otro. Tampoco olvida cuando se fue de la ciudad con su familia y tuvo que pasar caminando por las calles llenas de cuerpos.

Tras mudarse a Damasco, Kadri se graduó y obtuvo su título en artes plásticas. Se convirtió en diseñador gráfico, montó una agencia de publicidad y una editorial dedicada a libros para niños, llamada Bright Fingers.

En 2011, cuando estalló la revolución en Siria, Kadri habló en el extranjero acerca de la lucha de la gente y de la opresión del régimen de al Asad, aunque no asistió a ninguna marcha.

En 2012, mientras estaba de viaje en Abu Dabi, se enteró de que las fuerzas de seguridad habían hecho una redada en su librería, ya que lo acusaban de financiar actividades terroristas, una acusación común contra los que se oponen al Gobierno. Entonces Kadri se mudó a Amán y se enamoró de Estambul durante una corta visita a la ciudad.

“Siento como si estuviera en Siria”

Durante la visita del periódico the Guardian a la librería, Kadri es interrumpido por un grupo de niños que recorre el establecimiento. “Hemos hecho este sitio para vosotros” les dice. “Es un lugar al que siempre podéis venir”.

“Siento como si estuviera en Siria y tuviera un montón de libros árabes. Todos se pueden leer gratis”, contesta uno de los niños. Un adolescente le pide a Kadri libros de astronomía porque le gusta el espacio. Otro le pide la biografía de Khalid ibn al-Walid, uno de los guerreros legendarios que en las primeras épocas del Islam lideró las conquistas en Asia.

“El objetivo de esta visita es que puedan leer y subrayarles lo importante que son las librerías”, explica Jihad Bakr, el profesor de turco para niños sirios en una escuela local que supervisa la visita de los jóvenes. “Tienen que conocer otra cara de la sociedad para ver a su propia comunidad siria desde otra perspectiva. Siria no es solo guerra y lo que conocen sus familias. Tenemos arte y cultura”.

Este es un tema común para Kadri, que no tiene muchas esperanzas de cambiar la mentalidad de su propia generación, pero cree que hay posibilidades de despertar el amor por aprender y la curiosidad en los jóvenes clientes que visitan Pages, donde trabaja once horas al día, los siete días de la semana.

Para Kadri, también es una forma de sacar del aislamiento de la vida de los refugiados a las personas que buscaron refugio en Estambul, de mostrarles a los turcos una perspectiva distinta de los sirios (muchos turcos y kurdos también van a la librería, que contiene libros turcos e ingleses), y de mostrar a los medios de comunicación internacionales que los sirios no deben ser definidos simplemente como víctimas o como promotores de violencia.

“Estoy cansado de que vean a los sirios como Daesh, como asesinos o como personas que pasan hambre”, se lamenta Kadri. “Hay muchas víctimas y gente que está pasando hambre, que ha perdido todo. Pero también hay otras cosas que la gente no quiere ver. Queremos que la gente escriba sobre otras cosas”.

Planes para abrir en Berlín

Entre los libros más populares de Pages hay una traducción de la novela de Elif Safak, The Forty Rules of Love (Las 40 reglas del amor), que cuenta la historia de Rumi, un legendario poeta persa. Otra es The Shell (El cascarón), la autobiografía del escritor sirio Mustafa Khalifa, en la que se narra la tortura y el arresto que sufrió en la infame prisión de Palmira.

Las obras traducidas de George Orwell también son populares, especialmente Rebelión en la granja y 1984, ficcionales mundos distópicos de un notable parecido con el Estado policial de al Asad.

“Al fin y al cabo, es una gran tragedia y no es posible escapar del todo”, dice Kadri. “No se puede escribir acerca del amor sin relacionarlo con la catástrofe en Siria. Es la vida diaria de todos y ocupa cada momento de ella”.

Kadri espera poder abrir una sucursal de su librería en Berlín para brindar sus servicios a la comunidad de refugiados de esa ciudad y está montando una nueva editorial que publicará las primeras novelas de jóvenes escritores sirios y árabes para venderlas en todo Oriente Medio. Además, trabaja con editoriales turcas para traducir las novelas al idioma local. Ninguno de los emprendimientos es rentable.

Aunque sea mucho trabajo, lo que más le importa a Kadri es intentar moldear a la nueva generación. “Nosotros no podemos cambiar, pero podemos ayudar a la próxima generación a cambiar para bien”, señala. “Mi mensaje para el mundo es que no juzgue a los sirios como si fueran un solo bloque. A vosotros no os gustaría que juzgáramos a toda una sociedad por una persona. Mirad y observad bien, y decidid la realidad vosotros mismos”.

Traducido por Francisco de Zárate

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