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The Guardian en español

La entrada en vigor de la ley que prohíbe el burka en Holanda se enfrenta a la resistencia de policías, políticos y empleados públicos

La prohibición del niqab y del burka entra en vigor en Holanda rodeada de polémica.

Daniel Boffey

Bruselas —

La prohibición de la burka en los Países Bajos ha demostrado ser casi inviable en su primer día como ley, después de que tanto la Policía como las compañías de transporte holandesas se mostraran reticentes a aplicarla.

La Ley para la Prohibición Parcial de Prendas que Cubren el Rostro, el uso de máscaras de esquí, pasamontañas, cascos completos, niqabs y burkas está vetado dentro de los espacios públicos, como son las escuelas, los hospitales y el transporte. Aquellos que porten las vestimentas prohibidas tendrán la opción de quitárselas o ser sancionados por la Policía, con multas entre 150 y 415 euros.

Sin embargo, la nueva normativa no ha sido bien recibida. La Policía holandesa no solo ha dicho que no prioriza el cumplimiento de esta ley entre sus actividades, sino que además ha señalado su disconformidad ante la posibilidad de que una mujer con el rostro tapado pueda sentirse incómoda al acudir a una comisaría para registrar una queja no relacionada con este asunto.

Las compañías de transporte han respaldado la posición de los agentes y han asegurado que sus empleados en los trenes, metros, tranvías y autobuses tampoco aplicarán la norma en ausencia de miembros de las fuerzas de seguridad.

Pedro Peters, un portavoz de la red de transporte de Tranvía Eléctrico de Rotterdam (RET), ha calificado la ley de impracticable. “La Policía nos ha informado de que la prohibición no es una prioridad y por ello no podrán responder dentro del marco habitual de 30 minutos, si acaso es que responden”, ha afirmado Peters.

“Esto significa que si alguien quiere impedir utilizar un servicio a una persona que lleva burka o niqab, nuestro equipo no tendrá el apoyo de la Policía para indicarle cómo proceder. El deber de los transportistas no es aplicar la ley y repartir multas”, ha agregado. Los empleados de la compañía de transporte tienen instrucciones de permitir el paso a mujeres y de advertirles de la ley.

Entre la confusión, un editorial publicado en el diario conservador Algemeen Dagblad ha ocasionado polémica al sugerir que aquellos a que les “moleste” pueden realizar un 'arresto ciudadano' (es decir, una detención sin mandamiento judicial llevada a cabo por un civil). La Polícia nacional ha confirmado esta información en Twitter.

Se desconoce la cifra exacta de mujeres que portan burka o niqab en Países Bajos. Un estudio publicado en 2009 por Annelies Moors, profesora de la Universidad de Ámsterdam, estima que solo un centenar de mujeres llevan velo de manera habitual y que no más de 400 lo llevan ocasionalmente.

El gobierno de coalición del primer ministro Mark Rutte aprobó la ley en 2016, como respuesta a la popularidad creciente del Partido por la Libertad, liderado por Geert Wilders, de tendencia antiislamista, nacionalista y de extrema derecha.

Países Bajos es el sexto estado de la Unión Europea que prohíbe el uso de prendas que cubren el rostro. Francia fue el primer país en tomar la iniciativa en 2011, cuando el presidente de entonces, Nicolás Sarkozy, declaró que los velos que cubren toda la cara “no son bienvenidos”.

El partido NIDA en Rotterdam, que se define como “inspirado en el Corán”, ha aseverado que pagará las multas que recaigan sobre las mujeres que lleven el niqab y ha abierto una cuenta bancaria donde sus simpatizantes pueden depositar dinero. Rachid Nekkaz, un empresario y activista argelino, también ha asegurado que cubrirá en el coste de multas de este tipo. La alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, ha expresado su consternación con la ley y su expectativa de que sea ignorada por las autoridades de la ciudad.

Amnistía Internacional ha calificado la prohibición como una violación del derecho de las mujeres a elegir cómo vestirse. Sin embargo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó en 2014 que tales prohibiciones no violaban la Convención Europea de Derechos Humanos.

Traducido por Victoria Villavicencio

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