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The Guardian en español

El libro sobre Trump plantea nuevas pistas sobre la investigación judicial que persigue al presidente

Donald Trump junto a su yerno y asesor Jared Kushner

Ed Pilkington

Nueva York —

Una de las muchas escenas reveladoras de Fire and Fury. Inside the Trump White House, el libro de Michael Wolff, es la de Steve Bannon, entonces estratega jefe de la Casa Blanca, caminando de un lado a otro en el Ala Oeste de la Casa Blanca mientras habla abiertamente sobre las probabilidades de Donald Trump de permanecer en el cargo.

Para Bannon, la probabilidad de que Trump llegue hasta la línea de meta es de un tercio y a causa de la incompetencia demócrata. Le da otro tercio a la posibilidad de que sea expulsado de la presidencia por la 25ª Enmienda (incapacidad mental); y otro tercio a la probabilidad de que se inicie un proceso de destitución en su contra.

El hecho de que el hombre que durante muchos meses fue el brazo derecho de Trump haga descaradamente esas catastróficas predicciones es ya bastante notable. Pero dejar que el mundo lo sepa a través de Wolff podría convertirlas además en una profecía autocumplida.

Un libro lleno de escandalos

Lo más explosivo de las palabras de Bannon reveladas en Fire and Fury es la gestión que hizo Donald Trump –o más bien la mala gestión– de la investigación rusa en torno a él. Asumiendo que el relato de Wolff sea auténtico (y hasta ahora Bannon no ha dicho nada que sugiera lo contrario) el exconsejero consideraba a Trump totalmente incapaz en lo relativo a la investigación del consejero especial Robert Mueller sobre posibles vínculos entre Rusia y el equipo del actual presidente.

A nivel práctico, Trump no tenía la “disciplina para manejar una investigación difícil”, escribe Wolff, ni la inteligencia para contratar abogados poderosos. Según Bannon, lo más grave era que Trump era incapaz de comprender “lo mucho que Mueller sabía sobre él y su familia”.

“Es posible que él no vea lo que se avecina”, dice Bannon en el libro de Wolff.

Desde que the Guardian ofreció extractos del libro, sabemos que Bannon considera como “traición” la reunión celebrada en junio de 2016 entre el hijo de Trump y los rusos, en la que le prometían aportar información escandalosa sobre Hillary Clinton. También sabemos que para Bannon la probabilidad de que Donald Jr. no haya informado a su padre sobre ese encuentro es “cero”.

Aunque no se trata de una prueba capaz de satisfacer a un fiscal tan meticuloso como Mueller, sí cambia el marco de la investigación rusa. Tal vez Trump intente menospreciar la participación de Bannon en la campaña y su posterior papel en la Casa Blanca, burlándose y diciendo que tuvo “poco que ver con nuestra victoria histórica”, pero pocos le creerán.

Como dijo Richard Painter, jefe de la oficina de ética de la Casa Blanca con George W. Bush, “Bannon formaba parte de la campaña al más alto nivel, y en la Casa Blanca hasta agosto pasado”. “Hablaba constantemente con el presidente; no puedo imaginarme a Trump sin confiar en él, incluso sobre la investigación de Rusia”, dijo Painter.

Eso a su vez plantea la posibilidad de que Bannon pueda cooperar con esa investigación. Lo cierto es que nada lo une a los miembros de la familia Trump, especialmente al yerno del presidente, Jared Kushner.

Según Painter, “tal vez Bannon ya esté cooperando con Mueller, por lo que sabemos”. “No tiene ningún incentivo para encubrir a Trump o a su familia.”

Jared Kushner y el Deutsche Bank

Todo lo cual aumentará la importancia de la perspectiva de Bannon sobre la investigación rusa a medida que llegue a etapas posiblemente críticas. En el libro está claro cuál es la clave para Bannon: los movimientos financieros de Trump y de su familia.

Durante una entrevista en el periódico The New York Times en julio, Trump advirtió a Mueller de que no investigara las finanzas de su familia. La respuesta de Bannon fue mordaz. Así lo describió Wolff: “¡Ehhhh... ehhh... ehhh!” gritó Bannon imitando el sonido de una alarma. “¡No miren aquí!”. “¡Digámosle al fiscal qué es lo que no tiene que mirar!”.

Bannon es concreto en lo que considera el aspecto más peligroso de la investigación de Mueller: “Es lo del Deutsche Bank y toda la mierda de Kushner. Esa cagada de Kushner es muy pegajosa. Van a ir directamente a por eso”.

En diciembre se supo que los fiscales federales estaban investigando los lazos de Kushner con el Deutsche Bank. Estos vínculos incluyen 285 millones de dólares prestados por un banco implicado en escándalos de blanqueo de dinero ruso para refinanciar su parte en la compra del antiguo edificio del New York Times en Manhattan. En julio, the Guardian reveló que Kushner había comprado la propiedad a un oligarca nacido en la Unión Soviética cuya empresa aparece en un conocido caso de blanqueo de dinero en Nueva York.

“Cuidado con Kushner ”y“ cuidado con el Deutsche Bank ”parecen ser los dos temas centrales de este capítulo extraordinario en una presidencia excepcional. El libro también da cuenta de los acontecimientos a bordo del Air Force One, en el que se preparó una declaración pública engañosa para explicar la reunión de Donald Trump Jr. con los rusos en la Trump Tower.

Como ya se sabía, Trump se hizo cargo de la declaración, insistiendo en que durante la reunión se trató exclusivamente del tema de la adopción de niños rusos. Lo cierto es que el contingente ruso ofreció información incriminatoria sobre Hilllary Clinton, un detalle crucial que no se mencionó entonces pero que se hizo público en cuanto se dio a conocer la cadena de correos electrónicos de Donald Jr.

Si volvemos a asumir la exactitud de su relato, la interpretación de Wolff es más completa. Escribe que todo el equipo de comunicaciones de la Casa Blanca fue relegado a la parte de atrás del avión mientras Trump se quedaba al frente redactando una declaración pública que podría ser interpretada como un intento de encubrimiento, lo que expone al presidente a riesgos legales.

“Solía herir mis sentimientos cuando los veía corriendo por ahí haciendo cosas que formaban parte de mi trabajo”, dice Sean Spicer, entonces secretario de Prensa de la Casa Blanca. “Ahora me alegro de no estar al tanto”.

La persona que sí estaba al corriente era Hope Hicks, actualmente directora de comunicaciones de la Casa Blanca.

Wolff cita a Bannon diciendo de Hicks que no era “nada más que una pobre facilitadora presidencial” y una lacaya de “Jarvanka” (contracción de los nombres de Jared  Kushner e Ivanka Trump, yerno e hija del presidente).

Entre los efectos colaterales de la reunión de la Torre Trump y la falsa declaración, Wolff habla de una pelea entre Bannon y Hicks en la sala de gabinete. “No sabes lo que estás haciendo”, se dice que Bannon le gritó. “No sabes en cuántos problemas estás metida. ¡Eres tan tonta como una piedra!”

Los dos, escribe Wolff, nunca se volvieron a hablar.

Traducción de Francisco de Zarate

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