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Trump, poder y CNN: la intrahistoria política de la batalla entre Netflix y Paramount por Warner

Donald Trump el pasado miércoles 10 de diciembre

Jeremy Barr

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Durante los primeros diez meses de su segundo mandato, Donald Trump no ha ocultado su deseo de controlar la industria mediática estadounidense, desde animar a las cadenas de televisión a despedir a periodistas, cómicos y críticos que no le gustan hasta presionar a los reguladores para que revoquen licencias de emisión. Ahora parece decidido a fijar las condiciones de uno de los mayores acuerdos mediáticos de la historia.

Se trata de un acuerdo que podría tener repercusiones no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, ya que no solo está en juego el futuro de Hollywood, sino también el panorama informativo.

Probablemente, otro presidente estadounidense habría declinado educadamente hacer comentarios cuando un periodista le preguntara sobre una fusión mediática masiva que requeriría una supervisión basada en hechos y la aprobación regulatoria de una rama de su administración supuestamente independiente.

Pero cuando el domingo se le preguntó a Trump sobre el acuerdo de 82.700 millones de dólares de Netflix para adquirir el estudio y los negocios de streaming de Warner Bros Discovery —la empresa cuyos activos abarcan desde Batman y Casablanca hasta Los Soprano, Succession y CNN—, no dudó en decir que “participaría” en el proceso de revisión del acuerdo.

Días más tarde, un conglomerado mediático muy vinculado a su administración, Paramount Skydance, la empresa propietaria de los estudios cinematográficos Paramount Pictures, la cadena de televisión estadounidense CBS y Channel 5 en el Reino Unido, contraatacó con una oferta hostil de 108 000 millones de dólares por la empresa.

Trump ofreció entonces un comentario contradictorio sobre su papel: “No estoy involucrado en eso”, dijo a los periodistas el miércoles, antes de añadir: “Probablemente estaré involucrado, tal vez en la decisión. Depende. Hay algunas buenas empresas pujando”. 

Contradiciéndose a sí mismo, Trump estableció entonces una condición para apoyar el acuerdo: la empresa que compre el estudio de WBD, HBO y sus activos de streaming también debe adquirir sus canales de televisión y realizar grandes cambios en la cadena de noticias por cable que él desprecia desde hace tiempo, la CNN.

“Creo que la CNN debería venderse, porque creo que las personas que la dirigen en este momento son o corruptas o incompetentes”, afirmó.

Solo Paramount, dirigida y respaldada por partidarios de Trump, había presentado una oferta por toda la empresa.

Fotografía cedida por Netflix donde se muestra la entrada de su sede en Los Ángeles, California (Estados Unidos). EFE/ Netflix

Esto no es normal, como se apresuraron a señalar los comentaristas y antiguos funcionarios antimonopolio. “No está diseñado para ser un sistema en el que el presidente se despierta una mañana y lo decide. En realidad, se supone que debe ser todo lo contrario”, afirma Tim Wu, profesor de Derecho de la Universidad de Columbia, que trabajó en la Casa Blanca de Joe Biden entre 2021 y 2023 como asistente especial del presidente para la política de competencia y tecnología. 

Durante la administración Biden, “seguimos las antiguas normas, y estas sugerían que la Casa Blanca debía mantenerse muy alejada de las fusiones”, añade Wu, aunque “las partes siempre querían que nos involucráramos”.

“Todo está pensado para mantener alejada a la Casa Blanca”, dice. “¿Esta Casa Blanca? Es un lugar totalmente diferente”.

Phillip Berenbroick, que fue asesor jurídico jefe del subcomité judicial del Senado de EEUU en materia de antimonopolio, afirmó que, aunque “no es sorprendente que [Trump] esté interesado y lo diga públicamente, eso difiere de cómo la mayoría de los presidentes y la mayoría de las administraciones han tratado el proceso de revisión antimonopolio. Creo que le encanta desempeñar el papel de negociador”.

El papel protagonista de Paramount aumenta la probabilidad de que Trump se involucre, teniendo en cuenta que la empresa cuenta con el respaldo de su viejo amigo y cofundador de Oracle, Larry Ellison, y está dirigida por su hijo David, amigo de Trump, quien ha alabado la “buena” relación de la empresa con la administración.

“Donald Trump parece estar diciendo que cualquier postor de Warner Bros tiene que llegar a un acuerdo con él, y eso podría implicar una donación a su salón de baile incrustado de oro, o podría implicar deshacerse de un medio de comunicación que no le gusta o hacer películas que solo le halaguen”

Otro factor que podría favorecer a Paramount, en lo que respecta a Trump, es el papel de su yerno Jared Kushner, cuya empresa de inversión Affinity Partners es un financiador externo de la oferta, aunque Trump dijo a principios de esta semana que no ha hablado con él al respecto. 

La senadora Elizabeth Warren, de Massachusetts, junto con varios de sus compañeros demócratas del Senado, ha denunciado la situación.

“Donald Trump parece estar diciendo que cualquier postor de Warner Bros tiene que llegar a un acuerdo con él, y eso podría implicar una donación a su salón de baile incrustado de oro, o podría implicar deshacerse de un medio de comunicación que no le gusta o hacer películas que solo le halaguen”, declaró al diario The Guardian.

“Pero Donald Trump no debería ser quien tome la decisión final en este caso. Es necesario que se lleve a cabo una revisión justa e independiente de este acuerdo y que se apliquen de forma directa las estrictas leyes antimonopolio que ya tenemos en vigor”.

El yerno de Trump, Jared Kushner, en una foto de archivo

Pero, a pesar de la aparente preferencia de Trump, este acuerdo está lejos de cerrarse. Sea cual sea la empresa que finalmente se haga con WBD —y WBD ha dicho que evaluará la propuesta de Paramount y dará una recomendación a sus accionistas en un plazo de 10 días—, el acuerdo deberá ser aprobado por la división antimonopolio del Departamento de Justicia, dirigida por Gail Slater, una abogada con una sólida reputación en Washington. 

Wu destacó que, si bien el Departamento de Justicia tiene el papel más importante, la decisión de aprobar la fusión podría ser fácilmente impugnada por un fiscal general estatal o por varios fiscales generales, siendo California —el epicentro de la industria del entretenimiento— el más propenso a tomar medidas adversas y, potencialmente, a retrasar el acuerdo.

“Por lo general, la gente dice: ”Bueno, todo depende de lo que piense Trump“. Pero creo que en realidad no es tan sencillo”, dijo Wu, y añadió: “A Trump le gusta la idea de que todo depende de lo que él piense”.

Cuando se le preguntó el lunes sobre la oferta de Paramount, Trump se mostró neutral y sugirió que ni Netflix ni Paramount “son especialmente buenos amigos míos”, aunque un funcionario de la Casa Blanca dijo que tiene buenas relaciones con ambas empresas y que no tiene una postura definida al respecto.

Trump ha reconocido que se reunió recientemente con Ted Sarandos, codirector ejecutivo de Netflix, a quien calificó de “fantástico”, aunque dijo que Sarandos no le dio ninguna garantía sobre la fusión.

Trump ha dicho que la aprobación del acuerdo dependerá de la cuota de mercado que Netflix obtendría con la adquisición de WBD, lo que, según él, “podría ser un problema”, teniendo en cuenta su actual dominio del negocio del streaming. “Quiero hacer lo correcto”, afirmó. “Es muy importante hacer lo correcto”. 

Dado que una fusión de WBD con Paramount o Netflix probablemente reduciría en gran medida la competencia en Hollywood, ambas operaciones son “muy dudosas en términos de legalidad”, afirmó Victor Pickard, profesor de política de medios y economía política de la Universidad de Pensilvania. “Me parece que debería ser un caso paradigmático de anticompetitividad que incumple nuestras leyes antimonopolio, pero eso no significa en absoluto que no vaya a salir adelante”.

Ted Sarandos, el dueño de Netflix, posa en una alfombra roja

Berenbroick, ahora estratega sénior del American Economic Liberties Project, predijo que la fusión “levantará sospechas” entre los reguladores estatales, federales y mundiales debido a la “importante consolidación” que supondría. Expresó su confianza en los funcionarios de carrera de la división antimonopolio del Departamento de Justicia. “Esas personas son muy profesionales y buenas en su trabajo”, afirmó. El departamento puede presentar una demanda para bloquear el acuerdo, como hizo —sin éxito— en 2017 para detener la fusión de AT&T y la entonces empresa matriz de CNN, Time Warner.

Trump podría perjudicar la postura del Gobierno en una posible demanda si declarara su preferencia por uno u otro postor, ya que crearía la percepción de que el proceso está sesgado, según los expertos del sector. 

A pesar de las preocupaciones sobre la consolidación, tanto Netflix como Paramount han argumentado públicamente que a su empresa le resultaría más fácil obtener la aprobación regulatoria para el acuerdo. Y ambas empresas han contratado a funcionarios vinculados al mundo de Trump, lo que podría facilitar el camino hacia la aprobación. En octubre, Paramount contrató como director jurídico a Makan Delrahim, que fue jefe de la división antimonopolio del Departamento de Justicia durante la primera administración Trump. Para no quedarse atrás, Netflix contrató la semana pasada a Virginia Boney Moore, antigua asistente especial en la primera oficina de asuntos legislativos de Trump.

Pero Trump tiene claramente una relación más estrecha con los Ellison, y los funcionarios de su Casa Blanca ya habían expresado su preferencia por que Paramount se alzara como ganador de la puja por WBD, que se puso oficialmente a la venta en octubre. En un documento presentado ante el principal regulador financiero de Estados Unidos, la Comisión de Bolsa y Valores, Paramount afirmó que la adquisición de WBD por parte de Netflix conllevaría “un riesgo regulatorio extraordinario” y, como resultado, “un plazo más largo para un posible cierre”.

“El objetivo final de todo esto es que Trump quiere acabar con cualquier posibilidad de que existan opiniones discrepantes o un periodismo independiente”

Durante una entrevista en la CNBC el lunes, David Ellison reconoció haber mantenido recientemente conversaciones con Trump en las que se habló de la CNN. (The Guardian informó por primera vez en noviembre que el padre de Ellison, Larry, había hablado con un alto cargo de la Casa Blanca sobre la posibilidad de apartar de su cargo a dos presentadoras que la administración considera críticas con Trump, Erin Burnett y Brianna Keilar). 

Cuando se le preguntó si cree que Trump “aceptaría” que Paramount Skydance fuera propietaria de CNN, Ellison respondió: “Hemos tenido conversaciones muy interesantes con el presidente sobre este tema... pero no quiero hablar por él de ninguna manera”.

Pickard dijo que las conversaciones entre Trump y los Ellison sobre posibles despidos en CNN son “profundamente preocupantes” y “simplemente absurdas para cualquier sociedad democrática digna de ese nombre”.

“El objetivo final de todo esto es que Trump quiere acabar con cualquier posibilidad de que existan opiniones discrepantes o un periodismo independiente”, añadió.

Trump ha elogiado en gran medida a los Ellison por su gestión de CBS News, que probablemente se fusionaría con CNN. El mes pasado, Trump concedió su primera entrevista en cinco años al programa ‘60 Minutes’ y calificó a Bari Weiss, la comentarista “anti-woke” que ahora es la nueva editora jefa de la cadena, como “una gran persona”. El domingo, David Ellison se sentó en el palco de Trump en la ceremonia de entrega de los premios Kennedy Center Honors en Washington, que el propio presidente presidió. 

Sin embargo, minutos después de que Paramount revelara su oferta el lunes, Trump recurrió a las redes sociales para criticar a la empresa por la entrevista realizada por el programa de noticias dominical de CBS ‘60 Minutes’ a la congresista Marjorie Taylor Greene, que se retira del cargo. “Sin embargo, mi verdadero problema con el programa no era la traidora de bajo coeficiente intelectual, sino que los nuevos propietarios de ‘60 Minutes’, Paramount, permitieran que se emitiera un programa como este. NO SON MEJORES QUE LOS ANTIGUOS PROPIETARIOS”.

Estas son solo las primeras salvas de una batalla corporativa que podría tardar meses en resolverse y que, en última instancia, remodelará los medios de comunicación globales. Un veterano del ámbito antimonopolio dijo que parece probable que Trump pueda presionar a la fiscal general Pam Bondi para que apruebe el acuerdo que él elija.

“Si el presidente quiere que se apruebe este acuerdo y le dice a Pam Bondi: ”Quiero que se apruebe este acuerdo“... encontrarán la manera de aprobarlo”, dijo el veterano. “Pero eso no significa que los estados no puedan intervenir y luchar contra el acuerdo”. 

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