Madrid quiere cobrar alquiler a un proyecto social que ayuda a jóvenes de entornos conflictivos
“No somos un gimnasio, somos un proyecto social”, recuerdan constantemente los monitores de Hortaleza Boxing Crew, “nuestro objetivo es que el deporte sea una excusa para trabajar temas más importantes”. Su coordinador y educador social, Julio Rubio, creó este proyecto hace nueve años para facilitar a los jóvenes que viven en la UVA de Hortaleza (Madrid), un poblado de realojo, un espacio gratuito de ocio, en el que aquellos con situaciones complicadas también puedan encontrar un nuevo espacio de relación social.
Lo único que tienen que hacer los alumnos es acudir. Si no tienen recursos económicos, Rubio les facilita el material, no pagan nada por las clases ni por las excursiones que organizan en grupo. Y en los monitores encuentran un apoyo. “A lo mejor nos enteramos de rebote de que el hermano de uno de los chicos está preso y su familia no puede ir a visitarle porque las prisiones están fuera de las ciudades. Nosotros les ofrecemos llevarle a él y a su familia en coche”, añade.
Christian, al que sus compañeros conocen como Cholo por su afición al Atlético de Madrid, es uno de estos jóvenes a los que esta escuela le ha servido como vía de escape. “Hacer boxeo te saca de las calles y de todo lo malo. Tenía amigos que estaban metidos en esta dinámica: peleas y robos. Cuando comencé a venir aquí, me dejé de llevar con ellos”, aclara este joven de 20 años. Este mes cumple su primer aniversario calzándose los guantes frente a un saco. Actualmente compagina las clases de boxeo con las de un grado de formación profesional especializado en chapa y pintura y reconoce que en esta escuela ha encontrado un nuevo entorno: “Mis compañeros son como una familia. Quedamos, vamos a jugar al fútbol. Alguna vez nos hemos ido juntos de excursión a la playa”.
Cada tarde, cerca de 50 personas de todos los niveles y de todas las edades, entrenan al ritmo de música electrónica en un local asociativo de la UVA de Hortaleza. Este barrio, situada al norte de la capital, nació siendo un poblado de realojo que se construyó en la década de los 60 y en el que todavía quedan familias viviendo. “La mezcla me armoniza la clase. Hay chavales que están muy bien, que tienen una estabilidad, y otros que no. Además, como hay alumnos a partir de 12 años, también combinamos edades.”, explica Rubio.
Actualmente, la escuela tiene su futuro en el aire, la actividad se organiza en un local cedido por la Comunidad de Madrid a una asociación vecinal. Dentro del proyecto de realojo de este barrio se contempla la demolición del espacio actual por el que no pagan nada de alquiler. La Agencia de Vivienda Social (antiguo IVIMA) les facilitará un nuevo local con un nuevo contrato, pero con este traslado desaparece la cesión gratuita y tendrán que hacer frente a una renta progresiva, que fijaría la cantidad definitiva en 457 euros. Durante los dos primeros años mantendrían las condiciones actuales y a partir de entonces se plantearía una cantidad inicial hasta llegar a la mensualidad final a partir del sexto año.
“El pago de cualquier cantidad es inasumible. No comprendemos que estemos haciendo una labor que debería hacer la administración y encima tengamos que pagar por ello”, reivindica Rubio, reseñando el carácter social del proyecto. Por su parte, la agencia pública asegura que no se plantean mantener la cesión gratuita porque “plantean precios muy asequibles que se adecúan a las circunstancias” de los inquilinos.
“Tenemos niños que no van a una excursión del colegio porque no tienen los 6 euros o los 10 euros que necesitan para pagarla. Si ponemos una cuota, eliminamos la única posibilidad que tienen de relacionarse en un entorno que no sea la calle”, contextualiza Laura, otra monitora. Ella también recuerda que “este proyecto social intenta cubrir las necesidades del barrio” y asegura que durante estos meses se han “encontrado con menores que deberían estar en un centro de menores y están en la calle”. “Intentamos trabajar con ellos, para ver si en algún momento se quieren acercar, algún día han venido pero es muy complicado”, apunta.
No quieren estigmatizar al barrio de la UVA como una zona conflictiva, y aseguran que la riqueza del proyecto consiste en la convivencia de chavales que provienen de entornos acomodados con jóvenes que diariamente hacen frente a una exclusión social. “Este proyecto es una lección de vida. Si, por ejemplo, los niños del Liceo Francés (un colegio reputado de la capital) no viniesen aquí, no verían las otras situaciones que existen. Así son más conscientes de la realidad social y se hacen más tolerantes”, añade Laura.
En cuanto el nuevo local esté construido, este proyecto tendrá que encontrar una forma alternativa de financiación para poder pagar parte del alquiler que les ha impuesto la Agencia de Vivienda Social de la Comunidad de Madrid. No tendrán que asumir el 100% del alquiler, porque ésta es solo una de las actividades que alberga este espacio polivante.
Actualmente Hortaleza Boxing Crew se financia mediante dos vías. La primera, gracias a las ventas de un libro escrito por Rubio, Decimocuarto asalto. La segunda, una cuota de 18 euros al año que pagan los alumnos que se lo pueden permitir a la asociación vecinal que les acoge, La Unión de Hortaleza. Por ahora, una portavoz de esta organización asegura que no se plantean “asumir las condiciones que les ofrece el IVIMA” y que su alternativa más realista pasa por “quedarse en el espacio actual”, impidiendo así su demolición.