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El Banco de España abre sus puertas con visitas gratis de lunes a domingo y rescata un espacio oculto de su sede en Madrid

El recién restaurado Salón de Cobradores

Nerea Díaz Ochando

Banco de España (Madrid) —
18 de septiembre de 2025 14:10 h

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La sede central del Banco de España, en pleno corazón de Madrid, es uno de los edificios más emblemáticos de la capital y un referente de la arquitectura española de los siglos XIX y XX. Sin embargo, es uno de los espacios más desconocidos de la ciudad por su hermetismo y y el carácter reservado de sus funciones como institución bancaria, que han mantenido en secreto buena parte de su historia y de los rincones que lo conforman. Detrás de su imponente fachada se esconden tesoros arquitectónicos y artísticos, así como leyendas relacionadas con su cámara acorazada, supuestamente protegida por aguas subterráneas procedentes del cercano Paseo del Prado.

Ahora, un nuevo programa de visitas guiadas plantea poner solución al desconocimiento sobre el edificio y mostrar a todo el mundo sus espacios más singulares y su extraordinario patrimonio artístico. Así lo ha anunciado este jueves Yolanda Romero, responsable de la conservación de la institución, junto a Inés Calderón directora General Adjunta de Relaciones Institucionales, Europeas y Transparencia del Banco de España. Se trata de una iniciativa poca habitual y muy especial, ya que, aunque en otras ocasiones el edificio ha ofrecido visitas con carácter puntual, el nuevo programa de Puertas Abiertas va a ofrecer recorridos guiados de lunes a domingo del 4 de octubre al 30 de junio.

Durante nueve meses la institución abrirá sus puertas al público general todos los días de la semana como parte de su compromiso por mejorar su transparencia y apertura. Según José Luis Escrivá, actual gobernador del Banco de España, esta es “una de las mejores formas” de conseguir llegar a todo el mundo, compartiendo cómo se trabaja en su interior.

Esta no es la única novedad que incluye la iniciativa, que se enmarca en un proyecto con el que la institución aspira a crear su propio museo de cara a 2030. El primer paso para conseguirlo es restaurar sus espacios y trabajar en la mejora del edificio, que a partir del 4 de octubre abrirá las puertas de uno de sus rincones más ocultos hasta el momento: el Salón de Cobradores. Este espacio, ubicado justo debajo de su majestuosa biblioteca, ha sido totalmente restaurado por el estudio de arquitectura liderado por Ignacio García Pedrosa, Paredes Pedrosa Arquitectos.

Antes y después de la restauración del Salón de Cobradores

En palabras de García Pedrosa, “la remodelación devuelve al espacio su carácter público”, en desuso desde hace décadas. Se trata de una sala neoárabe que combina en su arquitectura lo oriental y lo industrial, obra de Eduardo de Adaro, responsable del proyecto original del Banco de España. Si no hay cambios, a la apertura del Salón de Cobradores le seguirá la de la cámara acorazada en la que se guarda el oro, un espacio que vive en el imaginario de todos los españoles como uno de los lugares más herméticos del país. Según ha adelantado Yolanda Romero, se abrirá al público a principios de 2028.

El plan concluirá con la creación de un museo dedicado a la institución en el que ya se está trabajando “con una intensidad muy importante”. Contará con una extensión de alrededor de 14.000 metros cuadrados y está pensado para conservar la sala de exposiciones actual, en la que se encuentran obras de gran relevancia histórica y artística.

Emblema de la arquitectura madrileña

A lo largo de más de dos siglos de historia, la institución ha apostado de manera decidida por dotarse de un patrimonio arquitectónico que fuese al mismo tiempo símbolo de su fortaleza institucional y reflejo de la creatividad artística de cada época. En Madrid, esta vocación se materializa en dos inmuebles singulares. El primero y más emblemático es su sede central, en el Paseo del Prado, inaugurada en 1891. Concebida por Eduardo Adaro y Severiano Sainz de la Lastra, el edificio es considerado una joya de la arquitectura decimonónica española por la audacia con que combina dos caracteres esenciales del Banco: el industrial y el de representación.

A lo largo del tiempo ha experimentado sucesivas ampliaciones, culminando en la intervención de Rafael Moneo en 2006, quien cerró la manzana con un chaflán contemporáneo que completó el conjunto respetando siempre la armonía del proyecto original. La segunda sede madrileña se inauguró en 1992 en la calle Alcalá, fruto del estudio Corrales y Molezún, un volumen sobrio y horizontal que responde a los principios de jerarquía, simetría y proporción.

Pocas construcciones madrileñas han tenido una evolución tan coherente como la sede central de Cibeles. Su proyecto se aprobó en 1883 y, tras superar importantes dificultades técnicas, la primera fase concluyó en 1891. Desde entonces, tres grandes ampliaciones han ido completando su fisonomía. La primera, en 1927, fue obra de José Yarnoz Larrosa, que respetó el lenguaje historicista en la nueva fachada de la calle Alcalá, aunque introdujo un elemento rupturista en el interior: el gran Patio de Operaciones de estilo art déco, bajo el que se encuentra la célebre Cámara del Oro. La segunda intervención se acometió a mediados de los años sesenta bajo la dirección de Javier Yarnoz Orcoyen, hijo del anterior, y permitió cerrar el perímetro del edificio por las calles de los Madrazo y Marqués de Cubas. Finalmente, la aportación de Moneo a comienzos del siglo XXI completó el edificio, dotándolo de modernas salas de reuniones y un salón de actos.

Patio de operaciones del Banco de España

Pese a estas transformaciones, el conjunto ha mantenido siempre una notable homogeneidad arquitectónica. Iniciado en el romanticismo tardío y culminado ya en plena democracia, el edificio constituye hoy un ejemplo paradigmático de cómo una institución pública puede adaptarse a las exigencias de cada época sin perder su identidad. Su relevancia fue reconocida oficialmente en 1999, cuando fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento Histórico.

Otro de los grandes atractivos del edificio es su programa ornamental. En las fachadas conviven esculturas y relieves de distintas fases constructivas, y en el interior sobresalen la Escalera de Honor en mármol de Carrara, el antiguo Patio de Efectivos –hoy Biblioteca– con su estructura de hierro fundido de la Fábrica de Mieres, y el conjunto de vidrieras simbolistas de la Casa Mayer de Múnich. El Patio de Operaciones, con su espectacular vidriera superior y su reloj art déco, es quizá la muestra más elocuente de cómo el Banco supo dialogar con los lenguajes artísticos de la modernidad.

Este patrimonio ha atraído también la mirada de reconocidos fotógrafos contemporáneos. Javier Campano llevó a cabo entre 2000 y 2001 una serie de más de 150 imágenes que se han convertido en iconos visuales de la institución. La alemana Candida Höfer, figura clave de la Escuela de Düsseldorf, retrató ese mismo año varios espacios interiores bajo su concepto de “arquitectura de la ausencia”. Más recientemente, Jorge Ribalta documentó en su serie Restauración los trabajos de limpieza y conservación llevados a cabo en 2017 y 2018, ofreciendo además una reflexión crítica sobre la relación entre arquitectura, dinero y fotografía.

Con la ampliación del programa de Puertas Abiertas, este vasto patrimonio deja de ser un tesoro reservado a especialistas o visitantes institucionales para abrirse de manera más amplia a la ciudadanía. El público podrá recorrer espacios como el antiguo patio de operaciones, la imponente escalera imperial con sus vidrieras alegóricas o el Salón de los Goyas, donde se conserva la colección de retratos que el pintor aragonés hizo a personajes vinculados al Banco de San Carlos, antecedente directo del actual Banco de España. Una ocasión única para descubrir cómo la historia económica y financiera del país se entrelaza con algunas de las páginas más brillantes de la arquitectura y las artes españolas.

La colección de arte

El Banco de España custodia una de las colecciones artísticas más notables del país, formada a partir de la herencia de las entidades que lo precedieron y de adquisiciones y encargos posteriores. Entre sus fondos se encuentran obras que abarcan desde finales del siglo XV hasta la actualidad, con piezas de enorme valor histórico y artístico. Aunque la pintura constituye el núcleo central, en la segunda mitad del siglo XX la colección se ha ampliado con disciplinas como la escultura y la fotografía, configurando un patrimonio diverso y en constante evolución.

De la etapa anterior al siglo XIX destacan los retratos encargados para el Banco de San Carlos, entre ellos los elaborados en el taller de Mariano Salvador Maella y, de manera muy especial, los que Francisco de Goya pintó entre 1785 y 1788 a figuras como Carlos III, el conde de Altamira o el marqués de Tolosa. A ellos se suman piezas singulares como el lienzo San Carlos Borromeo visitando a los enfermos de peste en Milán, de Maella, o la tabla del siglo XVI atribuida a Cornelis van Cleve, La Virgen del Lirio. También forman parte de este conjunto bodegones de Juan van der Hamen, florales de Juan de Arellano o perspectivas barrocas de Vicente Giner.

Sala de Goya, en la que se encuentran varios retratos de los impulsores de la institución

La colección de los siglos XIX y XX está marcada por los retratos reales, entre los que sobresalen el de Fernando VII de Vicente López, los de Isabel II llevados a cabo por Antonio Esquivel, José Gutiérrez de la Vega, Federico de Madrazo y Benito Soriano Murillo, o el de Alfonso XIII pintado por José Villegas y Cordero. Más recientes son los retratos de los reyes Juan Carlos I y Sofía, firmados por Carmen Laffón. A ellos se suman retratos de gobernadores y personalidades vinculadas a la institución, muchos de ellos firmados por maestros como Sorolla, Zuloaga o José Moreno Carbonero.

Además de los retratos, el Banco conserva lienzos de Mariano Fortuny, Santiago Rusiñol o Joaquín Sorolla, junto a paneles decorativos de José María Sert y obras de Picasso, Antoni Tàpies, Pancho Cossío, Miquel Barceló o Perejaume, entre muchos otros. El arte abstracto contemporáneo está igualmente presente con piezas de Antonio Saura, José Guerrero, Pablo Palazuelo o Juan Uslé.

La colección se completa con esculturas de referencia, como Rumor de Límites de Eduardo Chillida o Palmera de Adolfo Schlosser, y con un fondo fotográfico que enriquece el diálogo entre tradición y contemporaneidad. Todo ello convierte al Banco de España en un custodio de excepción del patrimonio artístico español, más allá de su papel como institución financiera, que ahora podrá disfrutar todo el mundo.

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